TRILOGÍA DE SILENCIO
BUSCO SIN ENCONTRAR
Te busco, sin hallar
nada en el aire.
Ni en el terrestre espacio
que me acoge.
Nada supe de ti,
ni nada tengo
que me acerque al rincón
donde ahora yaces.
¿Te has ido para siempre
y ya soy nada?
El silencio golpea,
en sordo estruendo,
mis maltratadas sienes,
cual gélida respuesta.
Se lo digo así al aire
y a la blanca aurora;
a la noche que extiende
-azul- su negro manto.
Y nada me responden,
ni puedo saber nada.
Que nunca nada supe
en el ayer lejano...
II
NADA EN EL AIRE
Nada en el aura pura,
nada en el suave viento
que acaricia las copas de los árboles.
Nada en el agua, ondulada,
de aquel Río
que corre entre gigantes vegas,
tan llenas de verdor y de hermosura.
Nada en las nieves
que besan en la altura
cumbres de hielo
encaramadas, entre riscos y fallas,
siempre al cielo...
Nada en el eco mustio de la tarde,
santuario ayer de la palabra viva,
sudario hoy de un presente árido y frío.
Clamor sin fe, osario, mástil roto
de singladuras muertas.
Nada fue ayer.
Hoy, es. Sólo tristeza.
III
¿DÓNDE ESTÁS...?
¿Dónde estarás...?
¿Qué te ha pasado
que, en este mundo, no apareces?
¿Te has dormido en el aire
sobre una nube blanca?
¿Tal vez, tan triste estabas
que has optado
por la eterna alegría...?
Luis Madrigal