DE AQUELLA VOZ QUE YO ESCUCHABA
De la voz que yo oía
en aquel sueño,
queda su eco
y el timbre y el color
con que soñaba.
Su recuerdo, al sonar,
mi alma llena,
cuando hiere el dolor,
hoy que no suena.
Cierro sin ver mis ojos,
alzo la vista
al cielo azul que ríe
y su sonrisa
vuelve al sentido,
como siento en mi pecho
aquel latido.
Dulce voz que escuchaba
y ya no escucho:
¡Sólo algún día verte
siempre yo busco!
Luis Madrigal