martes, 30 de noviembre de 2010

LAS CONTRADICCIONES




La contradicción, en una noción de simple diccionario, es la acción y efecto de contradecir, y contradecir, en lo que se refiere a una persona, equivale a decir lo contrario de lo que afirma otra, o de negar lo que esta segunda da por cierto. Por ello, una contradicción entre sujetos distintos, opuestos o no, en beligerancia o en concordia, puede ser algo totalmente normal. Lo grave se produce cuando es un único sujeto quien se contradice, a sí mismo, de tal forma que, unas veces, es partidario del blanco y otras del negro. Incluso  -y esto es ya el sumum de las contradicciones-  muestra sus preferencias o inclinaciones por uno y otro conceptos opuestos, al mismo tiempo, del modo más simultáneo. Entonces, el asunto, puede ser de psiquiatra, o como mínimo de una profunda y sincera reflexión con uno mismo, acerca de las posibles causas de tan extraño fenómeno.

La contradicción, llevada a su extremo límite, o más radical, se concreta en el llamado "espíritu de contradicción", al que también el diccionario identifica como una especie de "genio" inclinado a contradecir siempre. Los españoles, solemos ver reflejado este espíritu en el célebre dicho "no sé de que se está hablando, pero me opongo". Esto, podría ser uno de los "vicios nacionales" de nosotros, los celtíberos, de entre los muchos que padecemos secularmente. Sin embargo, frente al "espíritu", se alza, en el sentido más positivo, el "principio" de contradicción, que en Filosofía es "el enunciado lógico y metafísico que consiste en reconocer la imposibilidad de que una cosa sea y no sea al mismo tiempo". Y esto es muy saludable, sobre todo para curar a los locos y a los "hinchas" futbolísticos  -los "tifosi,  la torcida, etc.-  esto es,  the followers of a football team, mucho más conocidos como "los supporters", esos sujetos procedentes de las Islas británicas, antiguamente tan victorianas y llenas de "gentlemans", y que hoy arrasan lo estadios y las ciudades sobre las que caen, para que luego digan que los españoles somos unos salvajes. También es vital y centro de gravedad de todo sistema jurídico. En el Foro, ninguna resolución judicial podría ser considerada, no ya justa, sino mínimamente aceptable, sin la contradicción entre partes dentro del proceso. En consecuencia, la contradicción, en estos últimos sentidos, no sólo es necesaria, sino imprescindible.

Hace ya tiempo que yo ando un poco preocupado acerca de mí mismo, precisamente por mis notables contradicciones, lo que es indiciario no sólo de una personalidad poco estable, sino incluso de una notable falta de coherencia y madurez humana. De todas ellas, sin duda la más grave es precisamente del carácter futbolísitico ya indicado, porque considerando yo, cuando pienso serenamente, que el futbol, tal y como hoy se presenta y se vive, muy en general, constituye una doble corrupción, intelectual y moral, sin embargo me apasiona verlo jugar  -y en su día lo jugué, aunque desde luego de manera muy diferente-  de tal forma que, quienes  pudieran oírme en algunas ocasiones y verme en otras, pegado a esa maldita e idiotizante pantalla, no podrían concederme el menor crédito, sino lógicamente tildarme de contradictorio. Y la contradicción, en mí, alcanza su cenit, en la materia, porque, a su vez, aborreciendo como aborrezco a los catalanes, muy en general, y muy especialmente a los "nacionalistas-separatistas", a los que dicen no ser españoles y queman en público banderas de España, al tiempo que la llaman "puta España", aborreciendo y despreciando a estas asquerosas gentes, sin embargo soy un incondicional seguidor del Club de Fútbol Barcelona. Y no desde ayer  -vaya baño, señoras y señores-  sino desde que tenía ocho años. Ya he explicado, creo recordar, alguna vez, la causa de esta un tanto absurda o más bien incomprensible contradicción. Pero así es. En lo que a ello concierne, soy tan sumamente egoísta que cuando el Barcelona pierde, me alegro infinto por los asquerosos separatistas catalanes. En cambio cuando gana, alegrándome mucho por mi mismo, lo siento y lamento hasta la imensidad por ellos. ¡Son tan asquerosos!

De Cataluña, tengo pendiente desde hace tiempo algunas últimas reflexiones, tratando de ser objetivo, respetuoso hacia todo el mundo  -menos a quiénes no lo son-  y, sobre todo, con la Historia en la mano, por ver si trato de conseguir  que alguien comparta lo que creo son irrefutables razones, fundamentos y desapasionados puntos de vista. Pero de "lo de ayer", no me resisto a proclamar todo lo que disfruté, que fue inenarrable, viendo como un equipo de futbol destrozada a otro, "le pasaba por encima", que dicen los periodistas deportivos, sometiéndolo a la burda condición de un muñeco roto, o de un juguete sobre el que, con todo el arte y técnica del mundo, se puede humillar a un adversario en un campo de juego. El señor entrenador del equipo vapuleado y ridiculizado hasta la humillación, dijo inmeditamente que tal cosa era fácil de entender y de "digerir", pero yo he oído esta mañana y esta tarde a muy diversos seguidores del vapuleado equipo y no son de la misma opinión. ¡Que ustedes lo "digieran" tan bien como su ridículo entrenador, al que creo no tardarán mucho en poner de "patitas en la calle". Ya lo verán. ¡Cuánto lo siento! ¡¡Barça!! Vivan las contradicciones.  Luis Madrigal.-