En árabe, albañil se escribe así: بانيY significa "constructor",
o el que construye. Ya sé que, en riguroso castellano, la palabra indica
profesión poco elevada, o más bien despreciable, como propia de una de tantas
de tal sentido o carácter. La sociedad, como bien es sabido, es muy injusta en
cuanto a las expresiones populares que acostumbra utilizar, o más bien en lo que
atañe al contenido que suele atribuirlas. Porque la albañilería, es un
auténtico arte, el arte de la construcción de todo aquello que no sólo puede
servir de cobijo, de morada, sino también de las actividades humanas más
excelsas, excepción hecha sin duda de los campos de futbol, ámbito por lo común
de la incultura y la barbarie.
Mi
amigo Carlos, que acaba de morir, según me indican, fue condenado a ser "albañil",
pero en su sensible cerebro se escondía un gran arquitecto, un ordenador del
espacio, especialmente dotado de sensibilidad a tal fin. El reformó con
exquisito sentido de tal arte, -dentro de la pobreza de los que no tenemos
dinero, para adquirir lujosos materiales, sino tan sólo ladrillos y
cemento- la casa que ya hace casi
cincuenta años pude adquirir en la "Colonia Vaquero", en La
Estación del Ferrocarril, en Las Navas de Marqués. Carlos, se atuvo a lo que se
le pedía, pero lo interpretó con arreglo a las reglas propias de tal arte
clásico, la albañilería que nos transmitieron los árabes, y con un especial
amor a la obra bien hecha, hasta recrearse en ella, "cargando la suerte",
como dicen los taurinos, hacia la belleza, tanto o más que a la utilidad y la
seguridad.
Carlos, fue albañil desde los días de su juventud
más temprana, como indica la fotografía que he podido rescatar de entre los
escombros, expresión ésta especialmente adecuada en la ocasión. Allá por los
años 50 del siglo pasado, participó muy activamente en la construcción, de la
Iglesia Parroquial de "Nuestra
Señora de la Asunción", en el ya dicho Barrio de La Estación, en las
Navas. Él mismo me contó cómo preparaba y tendía la dos capas de mortero, sobre
la que las jóvenes hermanas Gracia -creo
recordar de nombre Irene y Pilar- entonces en la Facultad de Bellas Artes, depositaron los pigmentos, estando aún húmedas aquéllas, para pintar el gran
fresco que adorna el frontispìcio del altar mayor:
Lamento mucho no disponer de otra imagen completa
de dicho retablo, aunque me complace sobremanera poder evocar la que yo mismo
tomé, ya hace algunos veranos del sacerdote keniata, Padre Jonh Migwi, que nos
auxilió aquél, tras la muerte del nonagenario sacerdote Párroco, Don Francisco
Martín. Ni tampoco me resigno, como puro homenaje a Carlos, a dejar en la
sombra la construcción de la humilde chimenea que en aquella casa me ha traído,
en Primavera y Otoño, el calor de sus brasas. Carlos buscó las piedras y las
ensambló a mi juicio con notable belleza, dentro de la modestia, con la
agilidad de su propio espíritu. No te olvidaré nunca, querido Carlos.
No podré olvidarle nunca, sobre todo, por las
conversaciones que me regaló en las encalmadas noches de Las Navas, en la
terraza de "Martigón", cuando ya este establecimiento era
regentado por su esposa, Chon, y últimamente por su hijo "Carlitos".
No he conocido jamás persona a quien las circunstancias vetaran el acceso a
toda clase de estudios, con mayor afán de saber; de amor a la cultura, en
general, y capaz de hacerse a sí mismo preguntas y respuestas tan
verdaderamente llenas de raciocinio filosófico. Por otra parte, Carlos tenía
una dulce, serena y amable sonrisa, propia de las almas llenas de ternura y de
bondad.
Hoy me llega la noticia de su muerte y, con ella,
mi más sincero sentimiento de pesar y de llanto. Pero, en realidad, el azar
trató muy duramente a Carlos que, tras una vida de muy duro trabajo, cuando
acababa de jubilarse, y al fin podría haber disfrutado de la vida, contrajo una
enfermedad neurológica, que le condujo, durante los últimos años, a la muerte
en vida. Hundido en un sillón con su antes lúcida cabeza reclinada sobre el
pecho, tengo la impresión de que no pudo reconocerme en los últimos veranos que
acudí a visitarle. ¡Dios te salve, Carlos! Intercede por mí, tú que sin duda
alguna ya estás en el Cielo.
Luis Madrigal
YA NO PREGUNTES MÁS
Ya no preguntes, Carlos, nunca nada.
Sobre ti flota la Verdad de todo.
Pregunta sólamente de qué modo
puedo verme contígo una alborada.
Y dímelo ya, rápido, que dada
ha de estar la subida -sobre todo
si, en este muladar, salpica el lodo-
pese aquí tan temida, por llorada.
Dímelo tú, que ya vives arriba,
donde buenos espíritus habitan
tras el sueño que deja el alma viva.
Donde las nubes cantan... ¡Nunca gritan!
Acogen con amor la fugitiva
sombra del ser que fue... Y hoy ya palpitan.
Luis Madrigal
Tu viejo amigo, que, con dolor y júbilo, te recuerda
Loreto, es una advocación de la Santísima Virgen María, surgida de la Tradición, según la cual en el siglo XIII, la Casa en la que vivió la Virgen, en la que recibió el Anuncio de la Encarnación en su vientre del Hijo de Dios, y donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada por el aire desde Nazaret a Tarseto, en Dalmacia (Croacia) en el año 1291, para ser protegida de todo peligro en Palestina, frente a la invasión de los Mamelucos -del árabe mamluk- esclavos-guerreros de razas caucásicas y mongoloides.
Según la Tradición, los ángeles -por primera vez- llevaron sobre sus alas la Casa, cruzando el Mar Mediterráneo y el Mar Adriático, y la depositaron en Dalmacia. Al verla allí, los habitantes dálmatas se quedaron muy sorprendidos, sin poder explicarse tal fenómeno. Pero un sacerdote del lugar, muy enfermo hasta la ocasión, les refirió que aquella Casa era la de Nazaret y que, dentro de ella, había un altar y en él una estatuilla de cedro de la Virgen María, que tenía al Niño Jesús. Al referir esto, el sacerdote sanó inmediatamente.
Tres años más tarde, en la noche entre el 9 y el 10 de Diciembre de 1294 -se cumplen hoy 726 años- las piedras de la Santa Casa de Nazaret fueron nuevamente trasladadas, por segunda vez y una a una, por los ángeles, a la ribera opuesta del Adriático, a Italia, entre un bosque de laureles (Lauretum). De ahí su nombre.
El Santuario de Loreto, se levantó en el siglo XV. En su interior, se encuentra la Santa Casa y, con el tiempo, los muros de la Basílica se fueron llenando de títulos y advocaciones a la Santísima Virgen, lo que dio lugar a las "Letanías Lauretanas".
La Basílica de Loreto, y la Santa Casa de Nazaret, que se encuentra dentro, fueron visitadas por San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, Santa Teresita del Niño Jesús, San José de Cupertino y San Juan Bosco. También, últimamente, lo han sido por San Josemaría Escrivá de Balaguer y los Pontífices San Juan XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II y Benedicto XVI, entre otros insignes visitantes.
NUESTRA SEÑORA DE LORETO
ES PATRONA DE LA AVIACIÓN CRISTIANA UNIVERSAL y del
Malditos chinos, comunistas y
ateos...! Como carecen de moral religiosa hallan, en su malvado sentido de la
convivencia planetaria, justificación para cualquier cosa. No habrá pruebas de
su felonía asesina, cumplidas y concluyentes, como exigiría un Tribunal de
Justicia Internacional. Pero los indicios son especialmente racionales,
cualificados y objetivos. En la ciudad de Wuhan, había y hay un laboratorio de
experimentación con virus. ¿Para qué tal jueguecito, tan altamente peligroso?
¿Quizá como medio de defensa, o de ataque, ante las potencias militares
occidentales, bajo el liderazgo de los Estados Unidos? La situación no era a la
sazón precisamente de "luna de miel" sino de la más alta tensión
económica, política y diplomática. Y en aquélla Ciudad surgió y se detectó el
primer caso de esta peste vírica. ¿Pudo ser un accidente individual, alguna
negligencia personal, exenta de criminalidad intencionada? También puede ser.
Pero, en todo caso, es un hecho probado el silencio estatal, a golpe de
metralleta, que es el método habitual de esta depravada gente comunista. China,
silenció el estallido de la epidemia, quitando de en medio a los científicos
que lo descubrieron y muy en particular obligando a la viróloga china Li-Meng
Yan, a huir del país apresuradamente en el mes de Abril, para refugiarse en los
Estados Unidos, donde permanece en un lugar indeterminado con el único fin de
salvar su vida. No obstante, en sus declaraciones a las emisoras de TV, ha
manifestado literalmente "tener pruebas" (puesto que "la
secuencia del genoma es como una huella dactilar") de que tal virus
procede "de un laboratorio de Wuhan". Parece más que
suficiente para tener a la República Popular China, indiciariamente, como
presunto culpable de estar matando al mundo entero.
Entre
todos los seres humanos llorados en el Occidente cristiano, liberal y
civilizado, se encuentra mi querido amigo Manuel Enrique Mira Sánchez, autollamado
simplemente "MAN" en el mundo de los Blogs literarios, surgidos allá
por los años 2006 a 2008 y presentes en los posteriores, hasta ya prácticamente
su extinción, al menos en lo que concierne a la Literatura. También el mío está
ya casi muerto y enterrado, aunque a veces recurro a él, como en esta misma
ocasión.
He
comprobado con certeza, y con notable dolor, la muerte de Man, y la causa de su
muerte, pero, como en tantas otras ocasiones, concurren en el caso muestras tan
llamativas, casi especialmente premonitorias, que me han alcanzado en pleno
rostro y, sobre todo, en lo más hondo del corazón. En unas fechas tan recientes
y próximas al 5 de Diciembre de este mismo año
-fecha de su muerte- como las que
median entre 14 de Julio y el 29 de Agosto también del año en curso, Man dejó
en este mismo humilde Blog, literalmente, este comentario, a mi artículo en el
mismo, publicado el día 14 de Julio 2020, titulado "Leviatán".
Este fue el comentario:
"Manuel Enrique Mira Sánchez dijo...
Querido
amigo Luis. Soy Manuel Enrique Mira MAN compañero de blog.
Bien
puede decirse que desgraciadamente para mí
-en estos casos siempre media alguna inoportuna circunstancia que
involuntariamente los hace más dolorosos- yo había activado, en mi Blog, lo que
Blogger llama "moderación de comentarios", a fin de evitar
impertinencias, groserías, cuando no anuncios publicitarios. Así permanecía mi
Blog desde hacía años. Pero ignoraba que, para efectuar tal moderación,
consistente simplemente en aceptar o no su publicación, era preciso efectuar
variadas y diversas de esas maniobras informáticas a las que, aunque sencillas -una
vez alguien te lo indica- soy profundamente alérgico. Desde luego, gentes como
yo mismo, no deberíamos meternos en este mundo de los blogs y demás artilugios
de la tecla "alt" y otras ciencias ocultas. El caso es que,
hasta fecha que ni siquiera puedo recordar, pero aún mucho más reciente -apenas poco más o menos de un mes- no pude leer el comentario de Man (de fecha
29 de Agosto 2020,14:06 horas, según su propia huella informática), efectuado
al pie de mi artículo "Leviatán", publicado el día 14 de
Julio, menos de un mes antes al del citado comentario. Lo que verdaderamente
motivaba éste no era sin embargo el artículo, sino el deseo de Man de saber de
mí. Ni él ni yo conservábamos nuestros respectivos correos ni teléfonos, con lo
cual, bien sabe Dios que me resultó imposible establecer la menor conexión. Lo
que si hice fue enviarle una respuesta a su cariñoso interés por mí, valiéndome
del mismo sistema, que indudablemente él -para mi mayor lamento- nunca debió recibir en
su Blog, sospecho que ya prácticamente no utilizado, tras su rotundo éxito como
novelista.
Tengo
la impresión de que, desde lo que humildemente él llamaba "cierto
éxito", Man había perdido todo el interés por este tipo de instrumento
literario -el Blog- puesto que ya se había convertido en un
verdadero y auténtico triunfador en el mundo de la novela. Porque, "El
murmullo del tiempo", cuando se presentó en Madrid, el 21 de Octubre
de 2015, ya había alcanzado la 4ª edición y ganado el premio “Libro murciano del año” en 2014. A ello
siguió su segunda novela "La última
llave”, que fue finalista del 50 Premio Ateneo de Sevilla, en el año 2018.
Habían pasado los años, sin que yo supiese nada de esto y, por ello, tengo que
adquirir cuanto antes esa segunda novela, que leeré con el mayor interés, tanto
por haberla escrito él como por el argumento, que, en síntesis, ya he podido
conocer, y que me resulta tan próximo, familiar y teológicamente apasionante.
Desde
aquellos ya lejanos tiempos de recíprocos comentarios en nuestros Blogs, yo
había apreciado en MAN una singular capacidad para escribir narrativa y había pronosticado
que sería un excelente novelista. Que lo dije así, así puede comprobarse
incluso, aunque tal cosa no merezca la pena. Desde luego, tampoco yo soy ningún
crítico literario.
Además
de escribir magistralmente narrativa, Man también cultivaba la Poesía. Poesía
existencial. Y a mi modesto juicio, lo hacía muy bien. Su último poema en su
Blog, que obtuvo 14 comentarios -muchos
más de los que yo he podido recibir nunca-
parece todo él, además de una manifestación profunda de Fe, otra premonición.
Para mi mayor sentimiento de pesar, tampoco pude leerlo a su debido tiempo,
aunque sí al menos he podido rescatarlo ahora, merced al enlace recibido a su
Blog:
"NI
TARDE NI LEJOS
Nada
acontece por casualidad
Ningún
tiempo camina hacia ninguna parte
¿Tarde?
¿Temprano? ¿Cerca? ¿Lejos?
Conceptos
temporales de lo perecedero
Pobres unidades de muerte
Ni
un ¡Hola! te acerca
Ni
un Adiós te aleja
Ni
un Tarde es eterno
Ni
un Lejos inalcanzable
Todo está escrito en los cielos
Todo
tiene un porqué
Todo
una razón de existir
Cuando
las tinieblas se imponen al día,
mi
sombra se alarga buscando tu sombra:
tu
sombra se alarga buscando la mía
y
danzando por suelos, paredes y calles,
persiguen
juntas los espacios infinitos
Allí donde vive lo eterno
Allí
donde nunca es Tarde
Allí
donde nada es Lejos
Man"
Man
-capacidades y méritos literarios aparte-
era una gran persona humana.
Especialmente inteligente, muy culto y amante documentadísimo de la Historia. Un hombre de bien, sensible y solidario. Un
padre de familia, con 7 hijos y 15 nietos, a los que parecía querer y cuidar como
a las niñas de sus ojos. Un español -por
murciano- de auténtico y verdadero
patriotismo.
Muy
sinceramente, debo decir que yo no poseo el talento de Man para crear
personajes y situaciones, ni en un marco histórico, como él hacía, tan
brillantemente y de un modo tan espontáneo y natural, ni en ningún otro marco.
Pero me parece encontrar, entre los dos, muchas coincidencias. Puede que ello
fuese así porque los dos nacimos a la sombra de una Catedral. Él, a la de la
Torre de la de Murcia, y yo a la del Ábside de la de León. Tal vez, por esto
mismo, cuando Man, visitó León, mi Bimilenaria Ciudad natal, y habiéndome
preguntado días antes la casa donde yo había nacido, tuvo el gesto tan
enormemente cariñoso de hacerse fotografiar ante su humilde puerta de entrada.
Nunca lo podré olvidar. No te olvidaré nunca, querido Man.
Que
se te muera alguien, tan bruscamente, casi como “de repente”, precisamente
cuando más le buscas, y precisamente cuando estás intentándolo durante un mes
sin haberlo conseguido, y además por propia negligencia, aunque sea causa
remota, te produce un sentimiento terrible, muy difícil de sufrir. Me siento
muy mal. Y pido a María Dolores, su mujer, a la que conocí en la presentación
de "El murmullo del tiempo" en el Círculo de Bellas Artes, de
Madrid, a todos sus hijos y a todos sus nietos, que, cuando hablen con él, le
hagan saber mi cariño y mi admiración, como persona y como novelista. Pero, yo
también hablaré personalmente con él todos los días y, como siempre que un
trozo de mi propia alma se me va, escribiré un soneto. Ya lo he escrito:
A LA MUERTE DE MI AMIGO MAN
Siempre
fiel, te seguí… Y ahora te llamo,
porque
sé que me oirás, sin ser ya oído.
Te
busqué. Tu mensaje, tan querido,
no
pude responder, por más reclamo
puse
por tierra y mar… Hoy, sólo clamo.
Ahora
sé que ya estás por siempre unido
al
Único que es… Tú has existido
para ser
como Él… En otro tramo.
Tiende
tu mano alada, te lo imploro,
que
ya iré… hermano, amigo, compañero,
para
verte reír, igual que hoy lloro.
Resérvame
un lugar, junto a un lucero,
Donde
cantemos juntos el tesoro
de ser.
Igual que ayer. Así lo espero.
Luis
Madrigal
A María Dolores.
A tus siete hijos: Celia, Elvira, Rebeca, Manuel, Pablo, María y Sara.
Y a tus quince nietos: Pablo,
Rebeca, Marcos, Esteban, David, Miguel, Beatriz, Francesco, Bianca, Andrea,
Iria, Pablo, Jorge, Rocío y Javi.
Querido MAN:
Que el Señor te de el descanso eterno
y brille para ti la luz perpetua.
Nada de cánticos fúnebres. Desde el Cielo también escuchan, estoy seguro,
el CANTO DE AUROROS
a Nuestra Señora de la Fuensantica.
Escúchalo tú, otra vez, desde alli. Seguro que suena aún mejor.