sábado, 9 de mayo de 2009

UN SONETO DE AMOR, DE DON FRANCISCO DE QUEVEDO



AMOR CONSTANTE MÁS

ALLÁ DE LA MUERTE


Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra, que me llevaré el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía

hora, a su afán ansioso lisonjera,


mas no de esotra parte en la ribera

dejará la memoria en donde ardía;

nadar sabe mi llama el agua fría

y perder el respeto a ley severa


Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

médulas que han gloriosamente ardido,


su cuerpo dejarán, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrán sentido.

Polvo serán, mas polvo enamorado


Francisco de Quevedo



Se ha dicho, alguna vez, que ese Soneto puede ser la máxima expresión de los sonetos de amor, y repetido hasta la saciedad el último de sus versos, el que constituye el verso final del segundo terceto. Yo, sinceramente, no opino lo mismo, tras haber publicado en este mismo Blog los Sonetos de amor de Lorca. Caben todas las opiniones, según el criterio o el gusto de cada cual ¿A ustedes, a vosotros, qué os parece? Luis Madrigal.-