AMOR CONSTANTE MÁS
ALLÁ DE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevaré el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera,
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama el agua fría
y perder el respeto a ley severa
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado
Francisco de Quevedo
3 comentarios:
Este poema de Quevedo, es demasiado bonito y exquisito para ser comparado..no sé.creo que decir cual es el mejor, yo no podría..
Lorca tiene poemas espectaculares..únicos, las personas geniales son incomparables..y hay tantos..
Amo mucho este poema..no hay una sola vez que al leerlo no me emcione.
Tu blog es una maravilla y estoy feliz de haberte encontrado, te seguiré de cerca...
Un abrazo enorme, gracias!!
La que eres maravillosa, Carmen -¿o "Carmenchu", es igual- eres tú. Te lo digo de todo corazón. Eres una artista de verdad, y espero que tengas mejor suerte que yo, y no tengas que "arrastrate" para exponer y expresar libremete tus ideas (las plásticas y las poéticas), en este sub-mundo de los Blog, uno de tantos, aunque desde luego no el peor, con gran diferencia, pero sí lleno, mayoritariamente, de mediocres personajes, que repiten y repiten sus "requilorios" y monsergas laudatorias sin cuento y sin fundamento.Frases mutiladas, más que hechas. Tú, no. Tú bebes en las fuentes de los dioses y les has robado el fuego... De verdad. Muchas gracias por tomarme en consideración. Sinceramente, no lo merezco. Un beso y el más firme deseo de poder verte en otro lugar. Luis Madrigal
Querida soledad, ya no te escribo
porque mi madrugada se marchita
y no acuden versos a nuestra cita
exhalando un silencio reflexivo.
Envuelta en el halo de mi tristeza,
querida soledad, ya no te encuentro.
La lluvia no esconde lágrimas dentro
de un recuerdo que fluye en mi cabeza.
Querida soledad, sanó mi herida
con la cura subrepticia de una huida
y el llanto ahogado pareció breve.
Soledad, firmo así mi despedida.
Veintiocho de mayo de dos mil nueve.
(el cielo gris ceniza, apenas llueve...).
Publicar un comentario