AL SILENCIO QUE OYÓ CANTAR A UN CISNE
Se oyó en la noche a un cisne, que cantaba,
blanco como la nieve, y que moría
para no ver morir lo que alegría
hubiese sido aquello que soñaba.
El sueño, terminó... El Llanto estaba
postrado en tierra, sin saber que un día
ya nunca sería risa, y volaría
al lóbrego barranco al que asomaba.
Aquel cisne murió y, con su canto
un último suspiro voló al cielo.
La noche, al fin, tendió su negro manto
y, sin estrellas, invisible el vuelo,
el Silencio advirtió que, ya entre tanto,
se había quedado solo sobre el suelo.
Luis Madrigal
Se oyó en la noche a un cisne, que cantaba,
blanco como la nieve, y que moría
para no ver morir lo que alegría
hubiese sido aquello que soñaba.
El sueño, terminó... El Llanto estaba
postrado en tierra, sin saber que un día
ya nunca sería risa, y volaría
al lóbrego barranco al que asomaba.
Aquel cisne murió y, con su canto
un último suspiro voló al cielo.
La noche, al fin, tendió su negro manto
y, sin estrellas, invisible el vuelo,
el Silencio advirtió que, ya entre tanto,
se había quedado solo sobre el suelo.
Luis Madrigal