No la conocía ni, tal vez, nunca hubiera podido conocerla, pero llevaba quince días rezando cada noche por ella. Rezaba yo, por mi pobre cuenta, pero junto a mí rezaba también por Luci un grupo de oración, un grupo de hermanos, que tampoco la conocían. Para todos, era suficiente saber que estaba muy enferma. Nuestra escasa fe, o quizá la justa y verdadera, nos impedía pedirle al Señor que le salvara la vida, dado el diagnóstico de los médicos y la situación en que corporalmente se hallaba en el lecho del dolor. Sabíamos que a Dios, no se le puede poner "contra las cuerdas", y exigirle que haga milagros tantas veces como a nosotros nos gustaría que los hiciese, porque, de lo contrario, nadie podría morirse nunca. Y eso no puede ser. Tenemos que morir alguna vez, para poder vivir eternamente. Lo que sí acordamos en el grupo pedir al Señor, con toda nuestra alma, fue que confortase a Luci en sus últimos momentos y que, cuando bajase hasta su lecho de muerte, para llevársela consigo, le infundiese el valor, la paz y la alegría de poder desearlo. Nuestra esperanza, y de eso sí estoy seguro, es que se haya cumplido lo que le pedimos, porque sin duda así habrá sido. Y ahora, será Luci quién interceda por todos nosotros. No sólo por los seres que más la han querido en este mundo, su marido y su hija Lucía, casi aún adolescente. Sus hermanos, sus primos y sus amigos del alma. Pero también ella intercederá ahora por los que antes éramos unos "desconocidos", porque ahora ya nos conoce, el Señor ya le habrá dicho a Luci quiénes somos, cómo discurre nuestra azarosa y doliente vida. Y Luci, le pedirá que nos ampare y nos tienda su mano cada minuto de nuestra existencia. ¡Enhorabuena, Luci! Y... muchas gracias. Mañana mismo, como cada Lunes, se reune el grupo que "te ha velado" durante estos últimos días de tu vida en la tierra. Debo informarle de que ahora eres tú quién te acuerdas de nosotros, y el grupo se alegrará y dará gracias al Señór. Entretanto, esta misma tarde, han llegado a mí estos pobres versos, un Soneto asonante en alejandrinos, que también te ofrezco, aunque ya no necesitas nada, y que ofrezco como consuelo a tus seres más queridos, Ana, Lolín, Toñi, y por descontado María Dolores y Man, por quién supimos de tu dolor en la tierra. Alegraos todos: Luci, ya ha resucitado, ¡Aleluya, Aleluya!.
ME HIERE LA MEMORIA
PERO ME LIBRA EL VUELO
"Después de esto,
se mostró en otra forma
a dos que iban de camino... "
(Mc 16, 12)
Me duele la memoria de quienes existieron...
La nostalgia que llora, sabe que sin su huella,
el caminar cansado tropieza con la piedra
que ayer ellos volando salvaron, pies ilesos.
Sin recorrer caminos, ya nunca estarán muertos,
porque, ahora, con alas, su espíritu atraviesa
los muros y las nubes; la ola, en la hora quieta
del mar embravecido, que oculta zarcos vuelos.
Pasos, ayer al lado, tan estrechos y hermanos;
pechos que nos tuvistéis en vuestro seno oculto,
palabras que, amorosas, nos dejaron cien salmos...
¡Venid a mí, volando, romped el paso oscuro
del Meridiano claro, al separar nuestras manos!
Decidme que, gloriosos, vivís sin negro luto.
Luis Madrigal