TAN SÓLO OIGO UNA VOZ
Llegó el día después…
Un vacío hondo
me reduce e impulsa hacia la nada.
Quiero vivir. Resisto el poderoso empuje del recuerdo.
Cierro a la luz mi vista. Aprieto el paso.
Tras los cristales, de un día de frío, corre el viento
que, al pasar, porta el aliento de la nieve.
Ante mis ojos, a la velocidad del rayo,
desfilan árboles y sombras,
entre los cuales camino
por una calle dura y empedrada.
Alzo al cielo mi alma.
Tan sólo oigo una voz… No veo nada.
Luis Madrigal
Un vacío hondo
me reduce e impulsa hacia la nada.
Quiero vivir. Resisto el poderoso empuje del recuerdo.
Cierro a la luz mi vista. Aprieto el paso.
Tras los cristales, de un día de frío, corre el viento
que, al pasar, porta el aliento de la nieve.
Ante mis ojos, a la velocidad del rayo,
desfilan árboles y sombras,
entre los cuales camino
por una calle dura y empedrada.
Alzo al cielo mi alma.
Tan sólo oigo una voz… No veo nada.
Luis Madrigal
Madrid, 18 de Enero de 2012,
a las 11,45 de la mañana