ESTE HOMBRE NO LO
NECESITA, LO LLEVA DENTRO
Según ya habían informado fuentes
vaticanas, el anillo del pescador, usado por los pontífices y que ya usa el
Papa Francisco desde la misma mañana del día de hoy 19 de Marzo, minutos antes
de iniciarse la celebración de la
Eucaristía de inauguración de su pontificado, no es de oro. Así lo indicó el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, quien dijo que el "anillo
del pescador" se llama así porque San Pedro era efectivamente un
pescador y Jesús lo convirtió en pescador de hombres. Y, ciertamente, los
anillos de oro no parecen precisamente propios de los pescadores, sobre todos
de los mariscadores gallegos, a quienes faltan varias falanges de sus dedos,
porque se las han segado las afiladas rocas de la Costa da Morte, donde las
olas del Atlántico baten con especial furia, y los exquisitos percebes subliman
su sabor, para que puedan después gozar de él únicamente los muy ricos. Pero,
esta vez, no. El anillo, por otra parte, recoge precisamente la figura del
Apóstol Pedro, con sus llaves.
El material del que está hecho es plata dorada, porque tampoco se puede ignorar la misión sagrada de este Pescador de hombres. Por ello, es obra de un importante artista italiano llamado Enrico Manfrini, que ya ha hecho diversas obras de arte sacro. El modelo fue presentado al Papa por parte del maestro de ceremonias pontificias, quien ofreció otras dos posibilidades al Santo Padre para su confección.
El material del que está hecho es plata dorada, porque tampoco se puede ignorar la misión sagrada de este Pescador de hombres. Por ello, es obra de un importante artista italiano llamado Enrico Manfrini, que ya ha hecho diversas obras de arte sacro. El modelo fue presentado al Papa por parte del maestro de ceremonias pontificias, quien ofreció otras dos posibilidades al Santo Padre para su confección.
Esta es otra muestra de la sencillez del
Pontífice que el día de su elección se presentó en el balcón de la
loggia, ante una abarrotada Plaza de San Pedro, con la cruz pectoral de hierro que utilizaba como Arzobispo y, según
testimonio particular de algún televidente miope, “con aire de desconcierto, perplejo, como perdido, sin norte, confuso… El colmo de lo inaudito.” Tampoco
usó la mozzeta, que no es, como se ha
dicho, la gran estola bordada de color rojo, sino una capa corta que cubre los
hombros hasta el codo y se abotona sobre el pecho. Todo un verdadero modelo de
actualidad. El Papa -hasta ahora los papas-
han utilizado hasta cinco versiones de
muceta, para emplear el término castellano: La
de verano, que es de raso rojo; la de invierno, que es de terciopelo rojo con
adornos de blanco armiño piel; la sarga roja muceta, que se usaba
durante las misas por los difuntos; el rojo vestido de muceta, que se usaba
durante la Cuaresma y el Adviento y la muceta pascual, que es blanco de damasco de seda con adornos de piel blanca. La muceta pascual se usaba -me he permitido utilizar ya el pretérito-
sólo durante el tiempo pascual. Del hecho tan “grave”, que el nuevo Papa
hubiese prescindido de esta vestimenta, u otros símbolos similares como el
palio-estolón, habiendo comparecido en el balcón de la loggia de San Pedro como
si estuviese “en camiseta”, se lamentaba un ilustre integrista -pretendidamente
ilustre- de cuyo Blog yo mantengo el correspondiente enlace, como podrá
apreciarse. Lo mantengo, no porque yo sea “filatélico”
como dice serlo él (últimamente, también es numismático), ni mucho menos, sino
porque quiero saber hasta donde pueden llegar estos señores tan retrógrados y
también, de paso, para aprender todo el ridículo anecdotario de pequeñeces y de
expresiones latinas propias de abad de monasterio medieval. Se le olvidó decir
a este señor, al que, parece ser, ninguno de los tres últimos papas ha sido de
su gusto, que el pectoral era de hierro, y el mismo que usaba como
Cardenal-Arzobispo de Buenos Aires. ¿No será quizá que el nuevo Papa también
quiere prescindir, y que ello perdure para siempre, de tantos “adornos” y de
tanto boato, que nada pueden tener que ver con la pobreza y la humildad de Jesús
de Nazaret, sino con la soberbia y la vanidad de los hombres? Por cierto, ya
hace tiempo que desaparecieron la tiara y la silla gestatoria. Tendré que
preguntar a mi “vecino” si acaso es
rigurosamente necesario volver a ellas, aunque, de persistir él en sus
antiguallas, latinajos y “añoranzas del pasado”,
lo más probable es que deje de serlo. Con vecinos así, nunca puedo uno sentirse
seguro y en paz en casa.
Luis Madrigal