Me lo contó el Apóstol San Juan, el Zebedeo: (Jn. 11, 1-44)
Lázaro de Betania, estaba enfermo y... murió. Al enterarse, dijo Jesús a sus discípulos: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido, pero voy a ir a despertarlo". Dijeron aquéllos: "Señor, si duerme, sanará". Jesús, les dijo entonces claramente, sin ambigüedades, sin medias tintas, sin posturas diplomáticas, ni mentiras piadosas: "Lázaro, ha muerto". Tomás -cuesta creerlo, tan racionalista después- tampoco tiene pelos en la lengua, ni miedo en el corazón, y dice a los otros: "Vayamos también nosotros a morir con él". Cuando ya se aproximan a la Casa de Betania, Marta, la hermana de Lázaro, no espera más, sale disparada al encuentro de Jesús: "Señor, si Tú hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús, le dice: "Tu hermano, resucitará", y Marta responde: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". El Señor, replica contundentemente: "Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en Mí, aunque muera, vivirá..." Y añade: "¿Lo crees tú, Marta?". Ella responde: "Sí, Señor. Yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene a este mundo".
Yo, también lo creo firmemente, porque creo también en la infinita Misericordia de Dios y, por si fuera poco, en la intercesión de nuestra Madre, la siempre Dulce Virgen María. Por eso, acabo de escribir, hoy mismo, este Soneto:
CUANDO YA NO SEAS NADA...
SERÁS TODO
Cuando se apaguen, ciegos, tus luceros;
cuando, sordos, se cierren tus oídos
y alrededor, los pávidos quejidos,
rasguen la noche y crujan los aleros.
Cuando el viento, los ayes lastimeros
lejos de ti se lleve, y los temidos
días de soledad, entre gemidos,
mil llantos y suspiros limosneros...
Ya no serás si no aire en el vacío;
voluta de humo que se va y no vuelve;
agua que no regresa... Como el río,
si corre entre peñascos, se revuelve.
De nada te valdrá ya tu albedrío...
Sólo una Voz que, en todo, nada envuelve.
Luis Madrigal
"La Resurrección de Lázaro"
Giotto di Bondone
(Vespignano, 1267 - Florencia, 1337)