YA NO PREGUNTO
Ya no pregunto al aire, ni a la lluvia,
qué fué de ti... ¿Perdida entre las nubes
que ellos mueven y habitan?
¡No te han visto...!
Nada saben de ti, de tu mustio silencio,
de tus roncos pesares,
ni de tu hercúleo esfuerzo, tras las horas
intensas y agobiantes de constante fatiga.
Ni del hondo sentir que, allá en tu alma,
endulza las amarguras del alcíbar
y cura las heridas del caído;
sus angustias que, en torno a tu ternura,
se aferran a la vida,
entre el sabor acre de la sangre...
¡Ya no pregunto a nadie!
Ni siquiera a ti misma. No te busco,
para eludir la aflicción de no encontrarte...
¡Ya no te espero!,
para no esperar eternamente a nadie...
Ya no pregunto nada...!
Lo peor de una pregunta sin fe,
es una respuesta sin esperanza...
¡Ya no te pido nada!
¿Para qué pedir? No hay tortura más dura y dolorosa,
para quien pide,
que encontrar el vacío de no hallar nada...
Como en noche cerrada,
que oculta entre su negro manto,
diminutas estrellas, perdidas entre la niebla.
Luis Madrigal