martes, 24 de enero de 2017

¡AY DEL HOMBRE, ESE MENDIGO...!




QUE DE DIOS NO SABE NADA



¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: la sed que siento
no me la calma el beber!

(Antonio Machado,
Soledades. Canto XXXIX)



¡Ay del que quiere besar
de piedra una cruz en lo alto,
si su pecho de basalto
siente cual piedra el pesar!

¡Ay de quien de noche admira
la luz de una candileja,
si el sol que baña la teja
no deslumbra, mientras mira!

¡Ay del rico, en su riqueza
de dinero y opulencia,
si en su cerebro la ciencia
es cenicienta pobreza!

¡Ay del pobre, que sintiera
ser rico de día y noche,
si a su sentir el reproche
tan sólo como humo fuera!

 ¡Ay de quien de sí la ira
almacena y lanza fuera...!
Será como si quisiera
a golpes tañer la lira.

Ay de quien cree saber,
tras la sombra de la muerte,
del ser humano la suerte.
¡Vano intento, hoy y ayer!

Porque saber, nadie sabe
lo que es misterio, aunque encierra
sólo lo que hay en la tierra
y nunca lo que no cabe.

Todo, en la vida, es la esencia
vivir sin vivir al paso,
morir por la Vida, acaso,
sin adorar la existencia.



Luis Madrigal