
Tantas noches sufriendo la agonía
que, el que por ti se muere, ya sin vida,
de tus serenos labios la bebida
quiere encontrar, cual nectar y ambrosía.
No mata el desamor... Sí, la apatía.
Sin tropezar, propicia la caída;
al caer de la tarde, urde la huída
como en el mar se hunde una almadía.
Yo, quiero más vivir que -agonizante-
morir sin ti, sin verme en tu mirada.
Prefiero aquí sufrir y, aun delirante,
tomar tu mano y verte enamorada,
si no de él, de otro aunque -distante-
perezca en ti el recuerdo en la alborada.
Alphonso CARBAJAL
A Alicia María Abatilli, en su constante y casi eterna agonía.