¡CÓMO RUGÍA EL VIENTO...!
¡Cómo rugía aquel día el viento,
tras la nieve y la lluvia...! Parecía,
cual furia desatada, un huracán
que quería secar, rápido, el suelo
y, en el aire, las hojas de los árboles.
En el Parque, gemían las acacias,
las palmeras y aquel pino inclinado
que soporta sus años con decoro...
Sentían en su faz los caminantes
el castigo del túrpido flagelo
que, a la par, desarbolaba abrigos
y parecía tal, cual rapto de Toro,
como un día Europa,
volarían hacia el cielo todas las penas,
sin que más sombrías calamidades
pudiesen herir de nuevo el alma
ni, en un cáliz de plata,
beber con entereza
todas las desdichas y amarguras.
Luis Madrigal