viernes, 29 de enero de 2010

ESTAMPAS DE INVIERNO (VI)



¡CÓMO RUGÍA EL VIENTO...!

¡Cómo rugía aquel día el viento,
tras la nieve y la lluvia...! Parecía,
cual furia desatada, un huracán
que quería secar, rápido, el suelo
y, en el aire, las hojas de los árboles.
En el Parque, gemían las acacias,
las palmeras y aquel pino inclinado
que soporta sus años con decoro...
Sentían en su faz los caminantes
el castigo del túrpido flagelo
que, a la par, desarbolaba abrigos
y parecía tal, cual rapto de Toro,
como un día Europa,
volarían hacia el cielo todas las penas,
sin que más sombrías calamidades
pudiesen herir de nuevo el alma
ni, en un cáliz de plata,
beber con entereza
todas las desdichas y amarguras.


Luis Madrigal






NOCTURNO SIN CALMA



NOCHE DE HONDAS TINIEBLAS

El eco somnoliento de la noche,
deja escapar su resonancia pura
y retumba sonoro, sin estridencias,
sobre el nervio del reposo,
anulando el silencio y quebrantando el sosiego.
Viejos fantasmas, agazapados y sigilosos,
en su zigzagueante caminar,
vuelcan sus negros suspiros.
Mientras, el oscuro manto
se extiende lentamente
y va cubriendo de sombras inquietantes
el día que ha de nacer...
Cuando el alba asome temerosa su faz,
desvaídamente blanquecina
y, lejos de su melodioso canto,
los ruiseñores habiten el silencio del trino.
Una voz muda, clama,
gritando desgarradoramente
y, como en un embrujo,
de cada sombra brota un enigma
indescifrable, elegiaco,
melancólico y lastimero...
¿Dónde estarás tú, que eres la luz,
la melodiosa armonía
y el consuelo de mi llanto...?


Luis Madrigal