¡CÓMO RUGÍA EL VIENTO...!
¡Cómo rugía aquel día el viento,
tras la nieve y la lluvia...! Parecía,
cual furia desatada, un huracán
que quería secar, rápido, el suelo
y, en el aire, las hojas de los árboles.
En el Parque, gemían las acacias,
las palmeras y aquel pino inclinado
que soporta sus años con decoro...
Sentían en su faz los caminantes
el castigo del túrpido flagelo
que, a la par, desarbolaba abrigos
y parecía tal, cual rapto de Toro,
como un día Europa,
volarían hacia el cielo todas las penas,
sin que más sombrías calamidades
pudiesen herir de nuevo el alma
ni, en un cáliz de plata,
beber con entereza
todas las desdichas y amarguras.
Luis Madrigal
5 comentarios:
Gime elviento seduciendo al invierno, desabrigando las acacias cercanas a la paz.
Alicia
Me parece perfecta tu inspiración en la representación del rapto de Europa, como lo podía haber sido el de Proserpina. Espero que pronto, cuando llegue la primavera, te inspiren Apolo y Dafne, y si para inspirarte tienes que volver a visitar la Galería Borghese… pues se vá.
Igualmente apropiada, para estos fríos, me parece la magnífica Obertura solemne 1812 aunque al final, el estruendo del repique de las campanas de la catedral y el fragor de los cañones nos hará entrar en calor.
Tchaikovski fue mi introductor en la música clásica. Te regalo este Concierto para piano y orquesta nº1
He sentido el frio y la soledad del invierno.
Qué descripción tan bella y la vez, cuánta frialdad por los efectos del rugir que produce el viento.
Es un disfrute leerte. Muchas gracias.
Un fuerte abrazo.
Alicia, no sé si el viento podrá seducir al invierno, lo que si te digo es que resulta imposible dejarse seducir por él, por el Invierno. Incluso también por el viento, salvo cuando sopla sobre velas blancas, capaces de llevanos muy lejos, a través del mar. Un beso. Luis
Man, querido amigo, dejemos nuestras "trifulcas" sobre el misticismo. El misticismo es hermoso, desde luego, en la intimidad del alma, cuando nos enfrentamos a nosotros mismos y descubrimos con indecible sensación que dentro hay alguien esperando... "In te ipsum rede...", decía San Agustín, que más que un mísitico era un filósofo. En cualquier caso, Proserpina, no me hace demasiada gracia, aunque, en justa correspondencia a tu delicioso regalo de Tchaikovsky, me gustaría enviarte el famoso cuadro de Luca Giordano, pero no sé cómo podría hacerlo. Te lo enviaré por correo. Un fuerte abrazo, Man.
Querida "C", tú no puedes sentir el frío del invierno, no sólo por encontrarte en Sevilla, sino porque tu espíritu no podría permitirlo. El calor, también esta dentro. Mi cariñoso recuerdo.
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