Deja su aroma al momento el blanco azahar sevillano. de Triana, cobra acento y corta el aire, latiendo, una saeta que, al viento, nace de un grito gitano, para tomar de la mano a un Cristo que está muriendo.
Desde la orilla del Río llega el olor de Triana, envuelto en un sudor frío... De espinas construye un yelmo el humano desvarío a la Verdad Soberana... Llega un eco de campana hasta el Puente de San Telmo.
Una Mujer, con su llanto, perlas derrama entre cirios, que lucen junto a su manto. Herida por honda pena, en tarde de Viernes Santo, lanzas se le hacen los lirios, puñal de siete martirios,
a María Macarena.
Tiembla la tierra y se oscurece el cielo cuando un enorme grito les transforma. Deja la luz, en la tiniebla, su horma; la angustia del dolor halla consuelo.
El sueño, en tan fogoso amor, desvelo... ¡Que grita el Hombre...! Y grita de tal forma que el Cielo escucha y, dulce, al barro informa, como un volcán ardiente funde el hielo.
Yo, estoy allí... junto a una Madre sola. Quiero aceptar la herencia y, del costado, beber, entre agua, sangre que se inmola. Quiero vivir, al leño encadenado; morir por la bandera que enarbola. Mas, no de pie... Estoy arrodillado.
Luis Madrigal
Arriba, "Tormenta en el Gólgota", fotografía de José Antonio González Salazar
LA LEGIÓN ESPAÑOLA, LEVANTA A SU CRISTO DE LA BUENA MUERTE