lunes, 23 de mayo de 2011

A LOS ACAMPADOS EN LA PUERTA DEL SOL DE MADRID (I)






Oídme todos, hijos de la Justicia, la Libertad y la Democracia Real:

Antes de que levantéis vuestro campo, lleno de tan rectos y sublimes sentimientos, escuchad mi humilde voz, aunque tan sólo pueda ser por un momento. También yo quiero sentarme a vuestro lado, para aportar mi pequeño grano al inmenso granero de vuestras ansias de Justicia. Escuchad:

¡Ay de los que convierten en ajenjo el derecho; en rutinaria, la sagrada Democracia; los que tiran por tierra la Justicia y aborrecen al que habla con sinceridad! ¡Ay de los que pisotean al débil y le cobran el tributo del grano...! Los que construyen casas y palacios de sillares, porque no los habitarán [por siempre]. Los que plantan viñas selectas, pero no catarán su vino... ¡Los opresores del Justo, que aceptan el soborno y atropellan a los pobres...!

Vosotros  -¡oh, magna concentración con vocación universal, proletarios, famélica legión, hijos del socialismo redentor-  vosotros buscáis el bien, nunca el desorden ni la trampa, no el mal... Aborrecéis el mal y amáis el bien. Vosotros, implantáis el Derecho, reconstruis la Democracia enferma y casi agonizante... etc., etc... Tan sólo los poderes fácticos capitalistas han podido llevaros a esta situación cruel y mendicante, no la estupidez, la incompetencia ni el abuso deshonesto de vuestros sabios y rectos gobernantes. No, eso no puede ser... Etc. etc...

Podría deciros muchas cosas más, pero con lo dicho ya basta. Humildemente, Luis Madrigal.-

Que vea el mundo entero vuestra entereza y capacidad de sacrificio: