jueves, 28 de enero de 2010

NOTICIA MUY ATRASADA



Según parece, ha tenido nuevamente que ser otra vez ese gran leonés, que es Juan Pedro Aparicio, quien haga "llamar la atención", como él mismo, según dicen, ha declarado, sobre León y su viejo Reino, asi como sobre la escasa visibilidad de una Ciudad que fue la tercera Capital de España, en el orden sucesorio de sus capitalidades (Cangas de Onís, Oviedo, León), mucho antes de que existiese Castilla, y menos aún Valladolid del Páramo. Una Ciudad y un viejo Reino hoy arrasados por ese mal invento de las Comunidades Autónomas. Sin tener nada que reprochar a cántabros, riojanos, o murcianos, por ejemplo, cuyas Ciudades son sede de gobierno de sus respectivas Comunidades Autónomas, Santander, Logroño o Murcia (nada de nada que decir), resulta muy difícilmente explicable que León, que ocupa por entero uno de los cuatro cuarteles del escudo nacional de España (aparte ese quinto de la granada), se haya visto objetivamente, no sólo injuriado en su Historia, tras la crucifixión de que ya fue objeto en el siglo XIX, sino socio-éconómica y socio-culturalmente postergado. Eso, no podremos perderlo de vista nunca los leoneses. Y ahora, muy recientemente, de un modo concreto este último Lunes 25 de Enero, en la edición correspondiente a dicho día, que arriba se reproduce, la periodista Emma Rodríguez, viene a descubrirnos que un señor australiano llamado John Kane, "ha argumentado firmemente en su último libro", que la democracia -tan ensalzada por todo el mundo civilizado- no es un invento inglés, sino que fueron los leoneses de la Edad Media quienes ofrecieron al mundo tan valioso invento. ¡Menudo descubrimiento, señor Kane!, aunque muchas gracias de todos modos. Pero eso ya lo sabíamos los descendientes de aquellos "inventores". Deben saberlo también en el Congreso de los Diputados, la Cámara baja de nuestro actual Parlamento español, porque allí mismo, en el solar de su sede, se alza una inscripción recordando a las primeras Cortes del mundo, las Cortes Leonesas, que se celebraron en el año 1188, bajo el impulso de aquel gran último Rey de León, Alfonso IX, padre del santo varón que nos unió para siempre a Castilla. Lo sabíamos, lo sabemos, pero quienes parecieron ignorarlo fueron los autores del esperpento autonómico de 1978.¡Qué le vamos a hacer...! Y además fue otro leonés, un falangista de pro, que dicen era muy listo, y que seguramente no lo era tanto, excepto para la "hogaza", que decimos por allí. En realidad, en León, en el verano, y en el invierno colgados del techo, pueden encontrarse muchos melones, sin embargo todos vienen de fuera. Pero en aquella ocasión, no, el "melón", teóricamente, era de dentro, aunque eso sí, tan sólo de un pequeño pueblo del Páramo, colindante con la esteparia llanura en la que se dice ubicada la capitalidad de esa extraña, híbrida e inexistente Comunidad "autónoma", que llaman "Castilla y León". Pero, algunos periodistas, los mismos que dicen en las emisoras de radio, o en TV "decir que", acostumbran a decir "Castilla-León". ¡Que asco...! Por lo menos, por favor, digan ustedes Castilla y León, aunque en todo caso, lo justo y riguroso sería decir León y Castilla. El orden ante todo, es una cuestión procesal digna de tenerse muy en cuenta. Por lo menos, eso. Y desde luego, no nos insulten llamándonos "castellano-leoneses". Yo, no soy castellano-leonés. Sólo soy leonés. Lo fueron mis gloriosos antepasados, dejándose la sangre, para poder hoy ser españoles. Luis Madrigal Tascón.-

Arriba, facsimil de la noticia de "El Mundo", de Madrid. Más abajo el sagrado lugar -sagrado porque está presidido, día y noche, initerrumpidamente, por el Santísimo Sacramento, sobre las cenizas de San Isidoro de Sevilla- en el que se celebraron las Cortes de León en el año 1188, y por tanto solar del Primer Parlamento del mundo.