miércoles, 3 de febrero de 2010

GRITA EL SILENCIO




SILENCIO QUE GRITA Y NO MUERE

Este silencio tenso que no muere,
dobla sobre mi alma a voz en grito,
rasga su propio eco y, aun contrito,
no consigue eludir cuanto me hiere.

Hubiese muerto ya, si por mí fuere;
habría de acabar, si fuese un mito,
mas es tan sólo amor, y es como un hito
de vida que no fue... Tal vez muriere.

¡Suena ya una Campana...! Ya la siento
y a su mustio tañido, tan penoso,
mis oídos apago... Triste acento.

Porque, en dulce latir, aunque borroso,
en un sueño sin base ni cimiento,
otro son quiero oír... Muy delicioso.


Luis Madrigal




DE NUEVO EN EL DESIERTO...



SÓLO YO SOY CULPABLE

Saber quisiera cómo y hasta cúando
podré sufrir sin más este desierto
tan duro y sin alivio, que no acaba,
entre sus yermos y abrasivos dédanos, que secan el alma.
Ni de hallar el oasis, en que el agua,
junto a verdes palmeras,
refleja la mirada del Sol,
cuando el Meridiano late en su hora más ardiente...
O cuando, en la noche, la Luna
se mira con amor en un espejo de plata
y se extasía de sí misma,
temblando desde lo alto del cielo.
A mí, sólo a mí, inculpo y reprocho.
Sólo yo soy el cansancio y el hastío infecundo,
que reposa en la modorra vegetal, como la planta...
Siendo carne y sangre de mi espíritu,
dueño de mi libertad y mi destino,
he terminado siendo, tan sólo,
calcinadas arenas que se mueren...
y, ya muertas, se mueven a la voluntad del viento.


Luis Madrigal