miércoles, 3 de febrero de 2010
DE NUEVO EN EL DESIERTO...
SÓLO YO SOY CULPABLE
Saber quisiera cómo y hasta cúando
podré sufrir sin más este desierto
tan duro y sin alivio, que no acaba,
entre sus yermos y abrasivos dédanos, que secan el alma.
Ni de hallar el oasis, en que el agua,
junto a verdes palmeras,
refleja la mirada del Sol,
cuando el Meridiano late en su hora más ardiente...
O cuando, en la noche, la Luna
se mira con amor en un espejo de plata
y se extasía de sí misma,
temblando desde lo alto del cielo.
A mí, sólo a mí, inculpo y reprocho.
Sólo yo soy el cansancio y el hastío infecundo,
que reposa en la modorra vegetal, como la planta...
Siendo carne y sangre de mi espíritu,
dueño de mi libertad y mi destino,
he terminado siendo, tan sólo,
calcinadas arenas que se mueren...
y, ya muertas, se mueven a la voluntad del viento.
Luis Madrigal
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5 comentarios:
Fantástico.
Me encantó esta forma tan humana de reconocer la culpa.
Saludos.
Saber que uno tiene los días en sus manos y que depende de ello hacer un desierto o un lago azul.
Es muy bueno leerte.
Alicia
Debe ser muy bueno el poema, porque me genera como una movilización interior.En Argentina diríamos"me movió la estantería"A mi también me gusta leerte.
Besos
Gracias, Mercedes, es lo menos que podemos hacer. Un cariñoso saludo.
Alicia, sabes muy bien que esa noble posibilidad casi nunca depende de uno solo. Cladia, si se "movió la estantería", es que alguna fuerza habría de tener, pero no creo que pudiese llegar a tanto. Esa movbilización interior, creo yo, está dentro de ti misma. Un beso a las dos. Luis
Me he alejado unos días por razones imperiosas, pero me encuentro como siempre con tus preciosos poemas llenos de sentimientos que llenan el alma.
Me tengo que poner al día.
Un abrazo.
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