sábado, 27 de agosto de 2011

VILLADEMOR DE LA VEGA




ENCUENTRO HACIA LA FE


Villademor de la Vega es una localidad, situada en el término municipal del mismo nombre, al Sur de la Provincia de León (España). El Municipio tiene una superficie de 16,63 km.2 y limita, al Norte, con San Millán de los Caballeros; al Este, con el río Esla  -el viejo e histórico Astura-  y Valencia de Don Juan, la antigua Coyanza; al Oeste, con Laguna de Negrillos, y al Sur, con Toral de los Guzmanes. Su altitud sobre el nivel medio del Mediterráneo en Alicante, es de 752 metros. Allí, en una noble, confortable y bellísima Casa, nos hemos reunido este último 25 de Agosto, en intensa jornada de casi veinticuatro horas continuadas, un grupo de doce personas que, en las décadas se los años 1950-60, fuimos miembro del Consejo Diocesano de la Juventud de Acción Católica, de León. Nos acompañaba, el que entonces era nuestro Consiliario y, más tarde, Catedrático de Sangrada Escritura  -hoy ya Emérito-  de la Universidad Pontificia de Salamanca, Don Felipe Fernández Ramos. Tanto él como nosotros, también fuimos jóvenes, como lo son hoy los que vienen congregándose  en torno al Papa de Roma, a su llamada, por distintas ciudades del mundo. Madrid, ha sido la última de ellas. Nosotros, mucho más silenciosamente y también con muchas menos energías, nos hemos reunido en torno a algo mucho más importante aún que el Papa. Nos hemos reunido en torno al Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, resucitado de entre los muertos, para reflexionar en torno a la Verdad, que, como recordó en Madrid el propio Benedicto XVI, es “una Persona”. La misma que es además el Camino y la Vida. Queríamos saber donde nos hallábamos, desde entonces, además de saludarnos tras tanto tiempo como el transcurrido y, en consecuencia, comprobar si podríamos “reconocernos”, porque siempre resulta difícil hacerlo cuando el tiempo transcurre y llega tan lejos. Pese a ello, por fuera, no ha habido apenas ningún problema, pero mucho menos aún por dentro. Somos los que éramos y estamos donde estábamos. Eso sí, ha habido algunas novedades que personalmente se me antojan de suma transcendencia. Las hemos descubierto, sin otra pasión o inquietud que no fuesen las de profundizar en la Fe, no sólo por la señera y crucial intervención y orientación de Don Felipe que, con el tiempo se ha hecho un sabio de la Teología bíblica, sino también, en no escasa medida, por las cuestiones que el grupo entendió oportuno plantear. No podría ahora mismo yo, que ni soy teólogo ni biblista, atreverme siquiera a sintetizar tales gozosas y alegres novedades, esencialmente en lo que tienen de tónico para el ánimo y el espíritu, cruelmente atormentados por afirmaciones tan racionalmente inaceptables como, por lo visto y contrastado en los textos sagrados y en la doctrina de los Apóstoles, carentes del más mínimo fundamento de aquel carácter. Fruto por tanto, envenenado, de un torpe arrastre histórico, que tanto daño me parece hizo o causó a la Iglesia, desde Trento hasta incluso nuestros días.  No me atrevo hoy, pero tal vez, y no yo precisamente, sí alguien, o algunos, de tener continuidad las sesiones de este Grupo de Villademor, mucho más indicados, puedan hacerlo, en torno a una posible “Nueva Teología del Laicado”, que poco o nada tendría que ver con la que Ives Congar escribió en la década de los años 60, pese a haber sido inicialmente cuestionado por el Vaticano. Me temo que mucho más cuestionadas, en su caso, podrían ser nuestras conclusiones, no tanto por la insignificante entidad teológico-bíblica de nuestro Grupo, visto en su conjunto, al estar integrado por laicos, como por la contundencia racional de los argumentos que cabría aportar. Sin embargo, entre las muy diversas cuyo análisis acometimos, hay un par de cuestiones que no resisto la tentación de apuntar, aunque tan sólo sea eso. La primera, es la de que la Fe, como don de Dios, es absoluta e inmutable, pero su formulación por el hombre, en cambio, es meramente contingente y transitoria. La segunda, resultaría aún, seguramente, mucho más condenable (por la Iglesia, más que docente, jerárquica e intolerante), pero, a su vez, sublimemente esperanzadora y de estricta y justa reparación: ¿El pecado original? Todo lo contrario, el hombre, el ser humano, nace absolutamente limpio, porque Dios, que por Amor permite su llegada al mundo para salir de Si mismo, es un Sembrador perfecto del que sólo pureza y bien puede esperarse. El pecado aparece cuando, alcanzada su madurez intelectual y volitiva -esto es, inteligencia consciente y voluntad libre-  el hombre se separa de la Verdad, que es al mismo tiempo el Camino y la Vida. El pecador, no nace, sino que se hace a lo largo de su vida. En consecuencia, no cabe -ni es razonable, ni justo- hablar de pecado original, porque, muy al contrario, todo hombre nace en estado de “gracia original”. ¿Hasta cuando va a mantenerse la sobrecogedora y esperpéntica fórmula, en el ritual del Bautismo, de que el niño o niña que se bautizan, siendo tan absolutamente puros, se encontraban antes en “manos de Satanás”? ¡Qué horror…! Desde luego, esto no puede ser propio, no ya de ninguna institución inteligente y, mucho menos aún, de una Madre.

 Y, a propósito, hablando de pecados, a lo largo de la vida, me parece, tengo la impresión de que, entre todos los que se ha dicho o pretendido merecen esta grave consideración, tan sólo hay uno que la merezca. Aquel que siempre se produce cuando se quebranta el último  -y por tanto único-  mandamiento del Señor: Amar a nuestros hermanos como Él nos amó. Ese, me parece es el único, porque, en esa falta de amor, están comprendidos todos los demás. Y, por ello, cuando regresaba ayer en el tren hacia Madrid, no podía quitarme de la cabeza, no sólo los gozosos y esperanzadores descubrimientos experimentados, sino muy en especial las propias palabras que, por invitación, tuve el honor y la suerte de haber podido pronunciar al inicio de la Eucaristía celebrada. Pero esta vez, como siempre que siento algo tan hondo y dentro de mí, me vi obligado a componer este Soneto:



EUCARISTÍA EN VILLADEMOR


Bendícenos, Señor, y hazte presente
en ese pan que alienta la mañana
y que, en la noche oscura, cual campana,
despierta la alegría permanente.

Con tu luz, la Verdad en nuestra mente
brille a la luz del sol. Y soberana,
habite en nuestro pecho la besana
y  -aquel fuego que ardió-  hoy siga ardiente.

Envíanos tu Viento, y al que espera,
tan pobre, triste, solo, quizá hambriento,
hallar nuestra palabra, dondequiera

pueda encontrarse, sucio y harapiento,
llevarle tu consuelo y tu bandera,
librarle de un solar duro y sangriento.



Luis Madrigal



A bordo del Tren Alvia Gijón-Madrid,
a las once de la mañana  del día 26 de Agosto de 2011,
y a mi querido y generoso amigo Amador Chamorro, con
todo mi cariño, y en cumplimiento de lo que me pidió y le prometí.


 

miércoles, 17 de agosto de 2011

BUSCANDO LA HERMOSURA


El pasado día 8 de este mes de Agosto, casi todo él, lo he pasado en Ávila, a mis ojos más bella, más limpia y esplendorosa que nunca, con la única excepción de esas casetuchas propias de feriantes que proliferan por todas partes y tanto desentonan, pero que en esta histórica y hermosa Ciudad, desentonan mucho más. Hay que añadir a este pequeño estropicio, la comisión de un verdadero delito, imputable a quien proceda. La construcción, absolutamente fuera de contexto y del buen gusto, nada menos que en la Plaza de Santa Teresa, corazón geográfico de la amurallada urbe, y sobre todo corazón espiritual de Ávila y de la espiritualidad de España, de un monstruo arquitectónico, que no ya desentona, sino que personalmente me parece una profanación. Todo lo demás, mejor que nunca, y no hacía mucho tiempo que yo había pasado por allí. Ávila, se supera a sí misma por años, casi por minutos, según brille la luz sobre sus piedras y monumentos históricos.



En esta ocasión, desde las 10,30 horas de la mañana hasta las 17,30 de la tarde, bien puedo decir que me he metido a Ávila, no sólo entre mis zapatos, sino en mi corazón. Muy  deprisa, desde luego, para terminar por completo agotado muscularmente. Pero ha valido la pena. Esta vez, sin compañía de nadie más que de mí mismo, lo he “atacado” casi todo de un solo golpe. Desde el Convento de San José, la “Primera Fundación” de Teresa, hasta La Encarnación, cerca ya de los “Cuatro Postes”. Antes, me había detenido brevemente ante el Convento de Santa Ana, donde la inscripción recuerda tres momentos gloriosos de España. Ciertamente, según me parece, con alguna imprecisión o inexactitud, en lo que respecta en el orden ascendente de la epigrafía, al primero de ellos, referido al Rey Niño, Don Alfonso, el hermano varón de Isabel. Tal vez, sería más preciso u oportuno hacer referencia a lo que todos los historiadores llaman “Farsa de Ávila”, en la que un monigote, que decía representar a Enrique IV de Castilla, fue objeto de toda clase de mofas e insultos. Los otros dos que le siguen, en orden descendente, son precisos, justos y exactos. Porque de aquel Monasterio salió, para construir España, la niña Isabel. Y, en aquel lugar, “se vistió por primera vez de hombre” nada menos que Felipe II.



Después, seguí mi intenso recorrido: La iglesia de San Pedro, cuyo rosetón, visto de lejos, siempre me ha extasiado y conmovido; la Basílica de San Vicente, con la solemnidad aérea de sus arcadas; la iglesia de San Juan, cuya pila bautismal compartieron, con alguna diferencia de tiempo, Teresa y Tomás Luis de Vitoria… La Encarnación, colmó nuevamente mi espíritu de misticismo, y de valor ascético, cuando el sol de Ávila fatigaba ya sobremanera mis piernas, al regresar hacia el centro. Pero, esta vez, me fui de Ávila, aunque casi para que me llevasen en parihuelas, más enamorado que nunca. Pienso volver pronto, en cuanto pueda reponer mi cuerpo, para alimentar también las fuerzas del espíritu. En mi Ciudad natal de León, Bimilenaria y romana, y tal vez tan cristiana como Ávila, pueden admirarse tres gigantescos monstruos monumentales. Pero, hay que buscarlos, preguntar a las gentes, para poder llegar a ellos, en el contexto de una ciudad moderna. En Ávila, no hay que buscar nada ni preguntar a nadie. Se encuentra todo al paso del caminante. Y se encuentra mucho, porque, a cada momento, surgen ante los ojos, como por arte de magia, multitud de ellos. 






Iglesia de San Juan Bautista.
En su Pila Bautismal, fueron bautizos, el día 4 de Abril de 1515,
Teresa de Cepeda Dávila y Ahumada,
y 33 años más tarde, en 1548,
Tomás Luis de Vitoria


No olvidé, por ello, entre otros, visitar una vez más el Palacio de Doña Guiomar de Ulloa, cuyo torreón reviste tanta belleza. Allí, en aquel noble solar, se fraguó la Reforma del Carmelo y, muy cerca de allí, justamente al pie, se alza la estatua de bronce de San Juan de la Cruz  -que no andaba muy lejos en aquella ocasión-  con sus sublimes versos:




“Mil gracias derramando,

pasó por estos sotos con presura

y, yéndolos mirando,

con sola su figura,
vestidos los dejó de su hermosura.





Esto es lo que dice la inscripción, pero el místico poema, continúa:


Pastores los que fuerdes

allá por las majadas al otero,

si por ventura vierdes

Aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero."


Buscando esa Hermosura, no sin terminar ante el Convento de la Encarnación, deambulé yo hace sólo unos días, por las calles de Ávila. Ávila de los Caballeros, de los Leales, de los Santos y de los Cantos. Luis Madrigal.-






 Las Navas del Marqués, a escasos kilómetros,
17 de Agosto de 2011






 

lunes, 15 de agosto de 2011

ASSUMPTA EST



No murió. Es el único ser humano que se libró de la muerte. Fue subida. Subida desde la tierra hasta el cielo, donde se encuentra, a los pies de la Trinidad de Dios. La Madre del Hijo, no podía conocer la oscuridad y corrupción del sepulcro. El pueblo cristiano, lo sabía. España entera lo sabía. Lo sabía, muy especialmente, mi Ciudad natal de León, desde el siglo XIII, en que le dedicó su Catedral  -también ella parece salir disparada en cualquier momento hacia el cielo-  así como el nombre glorioso de una de sus campanas. Pero fue el gran Papa Pío XII, tan injustamente tratado por los enemigos de la Iglesia y de la Historia, quien así lo afirmó solemnemente y ex cáthedra, el día 1º de Noviembre de 1950, al proclamar el dogma de la Asunción de María, la Madre de Dios, la mujer de nuestra raza humana en la que se hizo carne el Salvador del mundo. Comprendo perfectamente que esto resultará imposible de aceptar por parte de los ateos. Si doy rienda suelta, no a mi imaginación, "la loca de la casa", sino a mi pobre y limitada razón, yo también sería ateo, en este punto y, tal vez en todos. Porque, si difícil resulta enteder la Asunción de María, más difícil aún resulta entender la Encarnación, en sus entrañas virginales, del principio y fin de la Historia, Cristo Jesús, el Redentor del hombre. Difícil, no. Imposible. Imposible para la razón humana. Por eso, comprendo perfectamente a los ateos y, más aún entiendo que lo sean. Pero estoy totalmente convencido de que, si son ateos, es por la única y exclusiva razón de que quieren serlo. Del mismo modo que también estoy convencido de que, quienes creemos, lo hacemos asimismo porque queremos. Porque queremos creer. Esta es la opción que se abre a todo hombre: Creer o no creer. Pero nadie puede demostrar nada, ni convencer a otro de lo contrario de lo que él mismo cree, porque desea creer. No es cosa de inteligencia. Todo y sólo es cuestión de voluntad. Yo, quiero creer. En esta inmensa sombra de la vida, tan corta sobre la tierra, apuesto por el ser, por la luz, por la Vida, que no pasa ni se acaba. No por la nada de la tiniebla eterna, por la muerte por siempre y para siempre. Y en esta voluntad mía, pobre y pequeña, me ilumina siempre y siempre va conmigo María, la Madre de Dios, mi propia Madre del Cielo. Ella pide e intercede por mí para que Dios me otorgue el misterioso regalo de la Fe. ¡Dios te salve, María! Amén. Luis Madrigal.-



Las Navas del Marqués (Ávila, España)
15 de Agosto de 2011

sábado, 13 de agosto de 2011

MÁS FÁCIL AÚN...



ESTOY DE CAMINO

Camino nuevamente, de regreso, hacia mi Bosque, donde otra vez las ramas, las agujas de los pinos, volverán a privarme de toda posibilidad de conexión. Antes, pude hacerlo, en mis dos anteriores entradas, desde el módem wifi de un Restaurante-Bar de Carretera, en la de Madrid a Ávila. Se llama "Magalia" como el noble y borgoñón Castillo de Las Navas. Desde aquí, quiero darle las más sinceras gracias. Pero, ahora, justamente me encuentro sentado en un banco de hierro, casi al lado del propio Castillo, justamente situado de espaldas a mí mismo, esperando la llegada del autobús, mientras aletea en mi memoria el espíritu de Vicente Aleixandre. Se me ha ocurrido buscar algún tipo de conexión y he hallado una no codificada. No me importa que pueda leer todo el mundo lo que escribo, como advierte elegantemente la red a la que he logrado conectarme. Seguramente será la única manera de que alguien se entere de que existo, y puede que hasta deje constancia de ello. Desde hoy, tengo otra idea acerca de esta medida de "seguridad" relativa a la codificación de las redes de conexión, y en cuanto llegue a Madrid, descodificaré la mía, la haré pública y libre a cuantos puedan necesitar cobijo en ella. Dar albergue al peregrino, es una de las obras de misericordia, y este recurso grandioso, que permite a todos los hombres del mundo recibir ayuda y, tal vez, protección y consuelo, no debe cercenarse a nadie. Con razón algunos anuncios proclaman que Internet no es de nadie, sino de toda la Humanidad. Un abrazo a todos los seres humanos. Especialmente a los que su generosidad impulsa a no codificar sus redes de acceso. Luis Madrigal.-
 

SI TÚ ESTUVIERAS




EN LOS DÍAS DE SOL



Vivo sin ti y con tu recuerdo,
cuando se oculta el sol y cuando se alza.
Solo, conmigo mismo,
entre las verdes copas, toco el cielo.
Me acomodo en el aire, y un suspiro
alienta mi camino… Ya la noche
tendió su denso manto, mas me alumbran
las estrellas que brillan a mi paso.
Si tú estuvieras, junto al soplo
que alienta mi vivir   -el claro día
que azul despierta alegre a la Montaña-
gozarías del canto de las aves,
de los rayos del sol, y del rocío
que llora en la pradera, tras el alba…
De mi rosal, las rosas ansiarían
contemplarse en tus ojos, y en tu mano,
con deleite y temblor,
pondría suavemente yo mi mano.


Luis Madrigal


Las Navas del Marqués (Ávila, España)
13 de Agosto de 2011


SI SE ENCUENTRAN EN UN BOSQUE...



NO SE COMPREN UN "PINCHO"

Quiero decir un modem de "pincho", de esos que se insertan en los ordenadores  -computadoras, para nuestros amigos de América-  portátiles, o bien, según la últimas moda, de los llamados "netbook", o como se escriba en el idioma comanche. Yo fui uno de esos ingenuos infelices que se lo creyeron, y así me han ido las cosas. Para estos días de verano que ahora corren en España, como sabía que habría de estar perdido en un tupido bosque, no se me ocurrió otra cosa, a fin de no perder el contacto "con nadie", puesto que casi nadie debe leer lo que escribo, según yo calculo, sino la de adquirir un "pincho". Muy bonito exteriormente  y con recomendación expresa de funcionamiento eficaz, me encontrase allá donde fuere. Algún honesto "aguafiestas", ya me había persuadido de las enormes dificultades que habría de encontrar, pero, al principio, y pese a la extremada complejidad de la instalación del programa correspondiente, pensé que el "aguafiestas", esta vez, había ejercido su  penoso oficio del modo más gratuito, porque aquello funcionaba. Posteriormente, ya en pleno bosque, hasta logré, con ciertos esfuerzos, eso también, publicar en este humilde Blog algunas entradas, no más según creo recordar que un par de ellas. Pero, hace ya unos cuantos días, el maravilloso invento... terminó de ofrecer sus maravillas, y no sólo eso sino que produjo una grave alteración en el funcionamiento del sistema, hasta tal punto que éste  -Windows 7-  no podía abrise y, como mal menor, ofrecía la única posibilidad de recuperación a expensas de borrar las últimas configuraciones, o instalaciones, entre las que figuraba la que tanto trabajo había supuesto introducir la del famoso "pincho". Y, hala, todo  a la basura. De conexión a Internet a través del maldito "pincho", ni la más remota posibilidad. Me había quedado incomunicado para el resto de mi estancia en el Bosque, sin ninguna alegre y venturosa posibilidad de que, por aquí, apareciese Caperucita, ese ser tan delicado y bondadoso, y muchas o algunas de que, en cualquier momento, tuviese que vérmelas, cara a fauces, con el asesino lobo feroz. Por este motivo, queridos amigos no lectores, he estado ausente de sus no lecturas durante todos estos días. Lo de menos  -y perdonen, porque no quiero faltar al respeto a nadie-  es que nadie haya podido leer nada, sino que yo no he podido escribirlo, y eso, para mí, es no ya como no comer, que casi carece de importancia, sino como no respirar, sin lo cual nadie puede vivir. Ya he dicho muchas veces, a diversas personas que sostienen lo contrario, que, si bien, y muy relativamente, nadie escribe para guardar lo escrito en un cajón, mucho más importante es escribir, tampoco exactamente para leerlo uno mismo, sino esencialmente para poder experimentar el placer de escribirlo. Sea bueno o sea malo lo que se escribe, literariamente hablando. Eso, queda para los críticos, pero no para quienes escriben. En resumidas cuentas, si ustedes quieren escribir, pueden hacerlo disponiendo tan sólo de un lapicero  -tampoco hace falta una pluma estilográfica, o el más sofisticado bolígrafo-  y de un humilde papel, y hasta sin nada, porque también se puede "escribir" mentalmente. Y esto, sobre todo esto, es lo que vale y lo que hace que nadie pueda encontrarse solo  en un Bosque, aunque falle el "pincho". Desde luego, todo falla, o todo puede fallar, pero esto del "pincho" tengo yo la impresión de que falla siempre. Sobre todo si es de la Empresa o marca "Vodafone". No adquieran ustedes, queridos amigos no lectores, nunca, un "pincho", pero si lo hacen que en ningún caso sea nunca un "pincho" Vodafone Mobile Broadband, HSPA USB Stick, Model K3765-Z. No, no lo hagan. Se arrepentirían mucho de haberlo hecho. Luis Madrigal.-

jueves, 4 de agosto de 2011

UNA CASA EN EL CAMINO



¡Cuántas veces no habré pasado junto a esta casa...! Ignoro su historia más remota, pero, cuando yo la ví al pasar, por vez primera, era propiedad de unos señores alemanes, que trabajaban en Portugal y venían durante el verano hasta las Sierras de Ávila. Todavía llegué a conocer a uno de sus propietarios, el Sr. Müller, quien en cierta ocasión me dijo que era yo más alemán que los alemanes. Creo que  es uno de los mayores elogios que he recibido en mi vida. Her Müller, me facilitó su dirección de correo electrónico en Alemania, y yo le envié algunos mensajes. En aquellos primeros años de Internet es posible que no llegasen al destinatario, porque nunca recibí contestación, y bien que lo sentí y aún lo siento. La casa tenía un nombre curioso, que nunca pude traducir. Se llamaba "Casa Rocky-Tocky". Jamás pude saber lo que podría significar. Los señores alemanes, dejaron de venir, hace ya algunos años, y el verano pasado la Casa se vendió, precisamente a unos buenos amigos, aunque apenas si he llegado a tratarlos, que me parecen muy simpáticos. Tienen unas niñas encantadoras, que espero puedan ser muy felices en la vieja casa de los alemanes. Algo habrá quedado de ellos, impregnado en las paredes, o entre el musgo de las piedras de granito. Tal vez, las mismas raíces de su filosofía, de su música... De la gran nación alemana, a la que siempre he admirado tanto. Ser germanófilo, es una manera indirecta y lejana de ser español, porque los españoles fuimos alemanes durante cerca de tres siglos. ¡Deuchtland, Deuchtland...! ¡Oh, Sacra Hispania...!, como diría San Isidoro de Sevilla. Luis Madrigal.-

miércoles, 3 de agosto de 2011

CUANDO SE OCULTA EL SOL...




¡LÍBRAME DE LA SOMBRAS...!



Se fue el color... El Cielo se ha entoldado
y su cúpula hoy veo sombría.
Sin duda, es que mi mente desvaría
y no quiere soñar lo que ha soñado.

Acaso es que mi pecho ya se ha helado
y se pierde entre sombras en la umbría
del inmenso Pinar, que al alma mía
separa del calor que el sol me ha dado.

Mas, aun entre las sombras, yo persigo
el sendero que lleva hasta la altura.
El Sol, nunca se nubla... Si conmigo,

dentro de mí lo albergo... Y su hermosura
dejo llegar a mí, mientras le digo:
¡Líbrame de la sombra, tan oscura!



Luis Madrigal




Las Navas del Marqués (Ávila, España)
3 de Agosto de 2011,
tras visitar al Cristo de Gracia.