¡Ven, Espíritu Santo...!
Llena los corazones de tus hijos
y enciende en ellos el Fuego de tu Amor.
¡Envía, Señor, tu Espíritu
y renueva la faz de la Tierra!
Señor, que has iluminado, con la Luz
del Espíritu Santo,
los corazones de tus hijos,
hazlos sentir y juzgar rectamente,
según el mismo Espíritu
y gozar siempre de su consuelo.
¡Por Cristo, Nuestro Señor!
ABRID LAS PUERTAS
19. A la tarde de ese mismo día, el primero de la semana, y estando, por miedo a los judíos, cerradas las puertas (de) donde se encontraban los discípulos, vino Jesús y, de pie en medio de ellos, les dijo: "¡Paz a vosotros!"
20. Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor.
21. De nuevo les dijo: "¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío".
22. Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo:
23. A quienes perdonaréis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos".
20. Diciendo esto, les mostró sus manos y su costado; y los discípulos se llenaron de gozo, viendo al Señor.
21. De nuevo les dijo: "¡Paz a vosotros! Como mi Padre me envió, así Yo os envío".
22. Y dicho esto, sopló sobre ellos, y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo:
23. A quienes perdonaréis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retuviereis, quedan retenidos".
Estaban con "las puertas cerradas por miedo a los judíos". Hoy, cuando, aproximadamente se cumplen mil novecientos setenta y siete años del nacimiento de la Iglesia, seguimos con las puertas cerradas. Nuestros miedos son ahora distintos. Miedo a vivir con la verdad en nuestros labios. Miedo a morir para que otro viva. ¡Son tantos nuestros miedos!. Pero, Jesús, sigue a nuestro lado. Se ha puesto en pie en medio de nosotros, y nos dice, como les dijo entonces a aquellos hombres: ¡Paz a vosotros!. Recibid el Espíritu Santo. Como mi Padre me envió, así Yo os envío. ¿Qué pueden importar la progresiva falta de fe, los errores del pasado, los curas pederastas, nuestro propio egoísmo...? Si abrimos las puertas, de par en par, por ellas entrará el Espíritu de Dios, se adueñará de nosotros, nos abrasará con su Fuego y, aunque hablemos y hablen distintas lenguas cuántos nos escuchen, todos nos oirán y entenderán en la misma. ¡Abrid las puertas!. Salid a la calle y gritad a los cuatro vientos: El Espíritu está con nosotros... El Espíritu del Amor. Luis Madrigal