EN UN JARDÍN MÍSTICO
Dormíase el rosal...
Su largo sueño
enrojeció con
frenesí sus flores
para asomar,
mostrando mil amores,
a través del cristal
de una ventana.
Corría suave y lenta
la mañana,
atesorando amor hora
tras hora,
desde aquella
primera de la aurora
en la que el sol
pintaba el horizonte.
Pronto su luz
resplandeciente, al monte
hizo vivir alegre. Y
en los setos,
-como amapolas
rojas- verdes, quietos,
brillaron con fervor
otros rosales.
No son del bien
fruto los males,
dijo un alto ciprés,
que allí crecía
para alcanzar el
cielo, cada día,
buscando sólo el
bien, a toda hora.
Ni es el mal tampoco
lo que llora,
ni lo que pasa hoy y
ayer no estaba...
Lo que hace sufrir,
tarde o temprano,
exclamó un alhelí
que, de la mano
tomaba a una camelia
que lloraba.
Luis Madrigal
Madrid, 23 de Abril de 2020
En plena pandemia