OTRO NUEVO PLAN
La
película "Bienvenido, Mister Marshall", dirigida por Luis
García Berlanga en el año 1953, constituyó sin duda una aguda crítica a la
sociedad española de aquel momento. El plan económico para ayudar a los países
de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, diseñado por el Secretario de Estado
norteamericano, General George Marshall, consistía en una ayuda de hasta 12.000
millones de dólares de la época y benefició a 18 países europeos. Aquel plan se
orientaba casi exclusivamente a evitar la propagación del comunismo -en cuyo trámite estaba empeñada España hasta
las cejas las veinticuatro horas del día, en las Ciudades y en los montes, incluida sobre todo la noche- pero paradójicamente nuestra nación quedó
excluida de toda ayuda, a diferencia, por ejemplo, de Italia, que se benefició
ampliamente, mientras en Roma ondeaba la bandera del Partido Comunista
italiano. Veleidades de la historia, que tantas veces se contradice a sí misma,
y no ya cuando ha pasado sino mientras está pasando.
En aquel
amargo trance económico, España se salvó de perecer, tan sólo merced a la ayuda
de nuestras naciones hermanas, Portugal y la República Argentina. La película
de Berlanga, rodada en Guadalix de la Sierra, a 49 kilómetros de Madrid, cuenta
las ingenuas esperanzas del pueblo español en “los americanos”, que finalmente pasan de largo mientras, en aquel
primer plano picado, corren las banderitas de aclamación popular
arrastradas por la corriente del río Guadalix, por cierto un afluente de otro río, el Jarama, en cuya orilla aún permanece un enorme Cementerio, con cerca de 10.000
fosas. Desde entonces, se han utilizado términos como “otro, o un nuevo Plan Marshall” para describir programas o
propuestas de rescate económico a gran escala, pero en España, tal plan,
siempre sonará a sarcasmo.
Un nuevo
“plan” por parte de la que se dice nación más poderosa del mundo, los Estados
Unidos de América, se presume y teme hoy en Europa, y muy particularmente en
España, a partir del momento -tan sólo
faltan menos de quince días para ello- de la
toma de posesión, como Presidente y Comandante en Jefe de sus fuerzas armadas,
del señor Donald Jonh Trump, 45º Presidente electo de aquella nación y, desde
el ya inmediato día 20 de este mismo mes, Presidente efectivo y con los plenos
poderes que le otorga su Constitución. Constitución conocida como “Declaración de Filadelfia”, ejemplo para
el mundo de verdadera democracia. Los papanatas de los periódicos y la Radio
españoles deberían tenerlo en cuenta, cuando temen y acusan a este señor de
albergar los males de la caja de Pandora, que eran todos los del mundo, sin que
cupiese en tal mítico recipiente alguno más, ni menos aún el menor bien. Por lo
que se ve, los que no son demócratas, pese a proclamarlo tanto, son ellos. Ustedes.
No creo haga falta precisar más detalladamente quiénes son "ellos", porque la deducción es muy
lógica para cuantos leen los periódicos o escuchan la radio en España.
Si, como
se dice y teme, su campaña para obtener la candidatura republicana a la Casa
Blanca para las elecciones de 2016 -con el consiguiente triunfo electoral- ha estado caracterizada por sus propuestas
de una política dura contra la emigración ilegal, además de una prohibición de
la entrada de musulmanes en los Estados Unidos, no me parece ello tan malo,
sino especialmente bueno, y desde luego mucho mejor para España, de poder verse aquí un pequeño reflejo de tal política. Ya era hora de que
alguien pudiese defendernos y protegernos de las “invasiones pacíficas”, tras
haber vertido nuestros mayores tanta sangre durante casi ocho siglos.
Por lo que respecta a Israel, a su necesidad de autodefensa y eficaz acción antiterrorista, no puede caber la menor duda de que constituye una enorme esperanza lo que, el aún Presidente electo de los Estados Unidos se vislumbra puede hacer, para mantener firme la Nueva Frontera del mundo occidental y su forma de vida. Se lo deseo de todo corazón a la nación elegida por el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, porque no puedo ignorar que la culminación de aquel doloroso esfuerzo de sangre, también fue posible para España merced a la ayuda financiera de los españoles sefardíes, más tarde injustamente alejados de su propia patria.
Por lo que respecta a Israel, a su necesidad de autodefensa y eficaz acción antiterrorista, no puede caber la menor duda de que constituye una enorme esperanza lo que, el aún Presidente electo de los Estados Unidos se vislumbra puede hacer, para mantener firme la Nueva Frontera del mundo occidental y su forma de vida. Se lo deseo de todo corazón a la nación elegida por el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, porque no puedo ignorar que la culminación de aquel doloroso esfuerzo de sangre, también fue posible para España merced a la ayuda financiera de los españoles sefardíes, más tarde injustamente alejados de su propia patria.
Y desde
luego, si entre los planes del señor Trump se incluye el mismo objetivo que
pretendía el plan Marshall, bendito sea Dios, si ello es así. Y si -de paso, o “a la que viene”- pudiera verse libre España de cuantas
repugnantes lacras hoy la sitúan al borde del peligro y la sumen en la ignominia,
tendríamos los españoles que proponer urgentemente al Vaticano la canonización
en vida de dicho ya beatífico señor. Al menos, este humilde español, así desea
recibirle: ¡Bienvenido, Mister Trump! Que así sea.
Luis
Madrigal
En medio de tanta oscuridad, propia de
ultratumba, y de la quietud mortal del barco condenado a vagar siempre por los
océanos del mundo, por el momento la mejor actitud a adoptar es la de los marineros noruegos
que -enfrente- mantienen encendidas las luces de su barco y están armando una
gran juerga, sin importarles un bledo si la tripulación de aquel navío fantasma
trata de enviar mensajes a tierra, dirigidos a personas muertas siglos atrás.
Su belleza invita en la ocasión a escuchar la música de Richard
Wagner, en aquel Coro inolvidable de la Ópera "El holandés errante"