viernes, 4 de junio de 2010

PODER DE LA PALABRA


PALABRA QUE ME ALCANZA Y NADA DICE

¿Qué puedo hacer...?
Si, envuelto en el más íntimo silencio
y profundo sentir, el verbo exhala
tanto latir ajeno, que se pierde
en el limbo del ser ...
Parece que existiera  -carne y cielo-
mas sólo es una sombra que aletea
y se extiende, tan lejos,  -dentro de mí-
que me arrebata del suelo en el que habito;
del aire que respiro y, al pasar, se queja
de tan brusco pisar sobre mi alma.
A veces, cual relámpago en la noche,
cual Arco Iris cuando la nube pasa,
surge y hace brillar el cielo,
resplandece de pronto en mi ventana...
Pero al poco se va, nunca se queda,
y vuelvo a la tiniebla y a la náusea
del suspiro que no cabe en el pecho
y, sin caber en él, hiela la brasa.
Otras, espera... Mas, sin limite que pueda
perforar el silencio, con taladro de plata...
Y vuelvo a la modorra, que el sopor alienta,
en oscura penumbra, cual la planta...
Dame, Señor, la luz, dame la fuerza
de oír y de escuchar esa palabra
que todo dice, Señor, cuando aparece...
¡Sin decir nada, Señor, sin decir nada!


Luis Madrigal