CAE LA TARDE
Al caer la tarde, lloro sin
consuelo
y siento -sin sentir-
que mi alma siente;
se acaba lo que un día,
dulcemente,
del cielo vino y hoy es
desconsuelo.
De la tierra que piso,
vuelve al cielo
el sueño que latía, y la
simiente
que lo hizo vivir, el fuego
ardiente
que devoró mi entraña, ya
alza el vuelo.
Ya, sobre el aire, sólo una
pavesa
vuela sin él y sólo mi
memoria
guarda un clamor, al fin,
de herida ilesa.
Vuela el tiempo y da
vueltas la noria,
que gira sin cesar y mi
alma besa.
El fuego, se apagó… Queda
la escoria.
Luis Madrigal