jueves, 16 de septiembre de 2010

TRAS EL RASTRO DE UNA ESTRELLA



Me fui cantando al Mar. Y regreso a mi soledad cantando a una Estrella. Ella me ha acompañado todo el verano y hasta parecía, en mi  nublada imaginación, hacerme algún guiño de esperanza. Por ello, recordando aquella hermosa canción de Jorge Cafrune, más aún, evocándola, compuse yo, en pleno verano, durante mis constantes miradas al cielo de la noche, un nuevo poema, que tantas horas me acompañó, sosegando mi espíritu. Por supuesto, las más hermosas estrellas del firmamento, son las que florecen al Sur y allí miraba yo mientras escribía mis pobres versos. Pero al fin, se ocultó, ya no está, ya no puedo verla. Sólo me resta aquel poema:


ESTRELLA, DEJA QUE CANTE

Estrella que me sonríes
desde lo alto del cielo,
que cuando tu Invierno baja
me arropas si me desvelo
y en mis noches de Verano
me miras desde tan lejos.
Estrella, deja que cante...
deja que eleve mi acento,
deja que arrastre un suspiro
para que lo lleve el viento...
Deja que el sol, en la noche,
nazca radiante en silencio.


Luis Madrigal