YA NADA TENGO
Noche tras noche, ayer,
hoy día tras día,
suspiraba de amor mi
pecho herido.
Oía una canción sin
melodía
que ya se fue de mí,
sin un suspiro.
Veo flores al pasar… Ya
no las miro,
ni siento aquel perfume
que sentía.
Colores que admiraba,
ya no admiro
y sin dolor se apaga el
alma mía.
Las lágrimas vertidas,
como un río,
al Mar se fueron todas,
ya mantengo
sólo secos mis ojos, y
vacío
el cauce en que fluyó… Y
de allí vengo.
Soy un valle sin luz,
triste y sombrío.
Nada hay dentro de mí…
Ya nada tengo.
Luis Madrigal