I
LA HISTORIA NO CONCLUYE…
NUNCA PASA LO
VIENE
La Historia, no concluye… Sigue yendo,
porque no pasa nunca lo que viene.
El tiempo es un misterio, y no detiene
lo que, sin nunca ser, está muriendo.
Lo que muerto parece, está naciendo
entre nimbos de plata, que sostiene
el cielo más azul y sobreviene
al eco del sentido, sin ser siendo.
Cuando -sin ver ni oír- el alma siente
lo que el ojo no vio ni oyó el oído,
lo que cobarde fue, es ya valiente,
pese a temblar el suelo, estremecido.
El intelecto al fin será sentiente
y el pecho, sin cesar, puro latido.
II
ENTRE LAS HORAS LENTAS
NO TENGO NI UN
SEGUNDO
Las horas que pasaron, no las tengo,
ni las que han de venir -quizá- aún no han venido.
Sólo tengo un segundo, y ya el siguiente
pasó otra vez, en busca de un suspiro
que pronto ha de morir, sin un lamento,
ni una pausa, una noria ni un quejido.
La fuente que lloraba, hoy ya no llora,
ni tampoco la risa está conmigo.
Voy caminando. Solo. A nadie busco
y sin buscar, mi soledad germina
en otros solos que, sólos, me acompañan
y sin andar, ya se acaba el camino.
III
MIENTRAS EL TIEMPO PASA
NO BUSCARÉ MÁS
Buscaba ayer lo mismo que ahora busco,
sin encontrar más nada que un suspiro.
Gira la Tierra y, sin pensar, yo giro
sobre mí mismo, y temo un salto brusco.
Cuanto más miro al cielo, más rebusco
entre niebla que cubre lo que miro.
A veces, hallo paz, otras deliro
y siempre encuentro al paso algún pedrusco.
No buscaré ya más. Si hoy nada entiendo,
mañana, al fin, he de entenderlo todo,
cuando entre luces vea mi alma
-sintiendo-
lo que nunca he sentido… Y de este modo
ya jamás sentiré nada sufriendo,
ni volveré a pisar en tanto lodo.
Luis Madrigal