martes, 4 de febrero de 2014

LA ODIADA IGLESIA CATÓLICA


Jesús de Nazareth, Fundador de la Iglesia


Observo con cierta frecuencia que en algunos lugares de Internet, abundan, o son habituales, algunos textos cargados de desprecio, cuando no de odio a la Iglesia Católica. Sobre todo, a la Iglesia Católica en España. Yo, debo respetar esas muestras de libre expresión, que tanto me hieren, pero también supongo que tengo derecho a expresar mi opinión y, sobre todo, mi pensamiento y mi sentimiento. Yo, no soy modelo de nada, ni siquiera tal vez soy “buena persona”, como suele decirse, que es lo más importante, pero, aunque indignamente, me siento orgulloso, en el mejor sentido de la palabra, de ser miembro de la Iglesia Católica, de esa misma a la que con alguna frecuencia se denigra en algunos grupos y para la que se piden todas las sanciones y pérdida de sus “privilegios”. Pero, ha de saberse que esos privilegios no son tantos como pudiera parecer y, sobre todo, que la Iglesia devuelve a la sociedad civil española mucho más de lo que recibe, liberando con ello al Estado del cumplimiento de muchas de sus obligaciones más elementales y primarias. Con razón decía Don Francisco de Quevedo que El valiente tiene miedo del contrario y el cobarde, de su propio temor”. Yo, en este sentido, ya no albergo ningún temor a nadie y, por eso, si me lo permiten, quiero aportar en este mismo lugar algunos datos, que creo son irrefutables. Estrictamente, sin más “teorías”, los datos son éstos:

             A) La Iglesia Católica, sostiene en España, ahora mismo, 5.141 Centros de Enseñanza. Supongo que algunos dirán que eso es un “negocio” para enriquecerse, o que a esos Centros tan sólo pueden acceder “los ricos”, pero eso tampoco es verdad. Puede que existan casos de ese tipo, pero en general son mucho más numerosos, por no decir aplastantemente mayoritarios los supuestos en los que la enseñanza y la educación se extiende e imparte a los más humildes, a los más pobres y desheredados de la sociedad. Entre ellos, a los niños de los emigrantes, de todas las razas y colores. En cualquier caso, esta actividad supone un ahorro para las arcas públicas de 3 millones de euros al año.

            B) La Iglesia, en España, sostiene 107 Hospitales, que ahorran al Estado español 50 millones de Euros por hospital al año.

        C) La Iglesia Católica, en España, mantiene y dispone abiertos 1.004 centros diversos, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA, con un total de 51.312 camas, que ahorran al Estado 4 millones de Euros por centro al año.

            D) El gasto de Cáritas Española al año, es de 155 millones de Euros, que naturalmente salen del bolsillo de los cristianos españoles.

           E) El gasto de Manos Unidas contra el hambre, alcanza los 43 millones de Euros, que también proceden de los mismos bolsillos.

           F) En ayuda al Tercer Mundo, a través del DOMUND, la Iglesia Católica en España, aporta 21 millones de Euros. ¿Puede alguien imaginar de dónde salen?

         G) La Iglesia en España dedica, en Centros de Reeducación para margina- dos sociales, prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos, una cifra que supone al Estado un ahorro de más de medio millón de Euros.

       H) La Iglesia organiza y financia Orfanatos  que acogen exactamente a 10.835 niños abandonados, lo que supone otro ahorro para el Estado de 100.00 Euros por Centro.

     I)  La Iglesia contribuye en un 80% a los gastos de conservación y mantenimiento del Patrimonio Histórico Artístico de España, calculándose, en este sentido, un ahorro aproximadamente de entre 32.000 y 36.000 millones de Euros al año.

         J) Por último, a todo ello, es preciso añadir, y sumar, en lo que atañe a su costo económico, las horas de trabajo de cuantas personas prestan su voluntaria cooperación, sin retribución alguna, en Cáritas, Manos Unidas, Bancos de Alimentos y otras muchas actividades y programas de ayuda a las personas más humildes y débiles de la sociedad española. ¿En cuánto podría cifrarse el trabajo de estas personas?

                   Y por todo ello, el Estado español continúa prestando ayuda económica a la Iglesia Católica, pudiéndose afirmar que si, en este momento, la Iglesia cesase en todas sus actividades, el Estado ni remotamente podría sufragarlas con los fondos que aporta a la Iglesia, creándose un gravísimo problema para la paz y convivencia social, todavía mucho más grave del que ahora ya existe.

                    Sin embargo, tan sólo hace unos días, en un programa de la emisora de televisión TV 6, volvió a tratarse, por parte del llamado “periodismo de investigación”, a cerca del dinero que recibe la Iglesia, pero sin distinguir entre lo que percibe del Estado y lo que procede directamente de los fieles, y desde luego, absolutamente nada se dijo acerca de en qué lo emplea. En cambio, sí se hizo mucho hincapié en que la Iglesia está exenta de los impuestos de bienes inmuebles (IBI) y de transmisiones patrimoniales (ITP), pero tampoco se dijo que también están exentos  de tales exacciones fiscales, no sólo, como es lógico, todas las instituciones y entes estatales, sino que también lo están los Sindicatos, esas turbias y parasitarias organizaciones que, por lo visto últimamente, se dedican mucho más que a ayudar a los trabajadores humildes y en desempleo, a robarles miserablemente en exclusivo lucro de sus inútiles mandamases. Y, ¿cuántos comedores para indigentes, cuántos hospitales, centros educativos u otros análogos han abierto la UGT o CC.OO.? ¿Cuántos los partidos políticos, todos ellos, tanto el PSOE o IU como el PP? ¿A dónde puede ir un necesitado a pedir un bocadillo?, ¿A la sede del PP?, ¿a la del PSOE?, ¿a la de IU?, ¿a la CCOO ó UGT?, ¿a los Centros Evangélicos, Mormones, Judaicos, Palestinos, Protestantes, Anglicanos, Ortodoxos, Testigos de Jehová, Bahai, Krisna... ?... Pues, no, en estos sitios no dan nada a los humildes. Sólo teorías.

           Y, tal vez, tampoco deben andar excesivamente lejos, aquellos maleantes comunes, del rosario de injurias y actos sacrílegos perpetrados también recientisimamente, en poco más de meses contra la Iglesia en España:
  • Profanación de la iglesia de San Félix, en Sabadell, en plena Misa del Gallo.
  • Pintadas hirientes contra nuestra Madre la Virgen María en el albergue para personas necesitadas, en Vigo, atendido por religiosas.

María de Nazareth, Madre del Señor
y de todos los que en creemos en Él
  • Colegios y templos atacados con pintadas, profanaciones y sabotajes en diversos lugares de España.
  • Intento de quemar la iglesia de Santa Marina, en Sevilla. 
  • Denuncia de las Juventudes Socialistas contra Monseñor Reig Plà por haber defendido públicamente la doctrina de la Iglesia.
  • Ataques contra Monseñor Fernando Sebastián por haber defendido la visión cristiana del matrimonio, la familia y la vida.
  • Los autores del ataque con bomba contra la Basílica del Pilar, que amenazaron públicamente a los creyentes, sus templos y sus representantes.
         Y por último, tan sólo hace más bien horas que días, un grupo de repugnantes mujerzuelas, a cuyo lado las prostitutas son unas personas dignas  -tan sólo venden sus cuerpos para poder comer, y no para “divertirse” sin asumir ninguna responsabilidad y menos matando seres humanos indefensos-  se supone que, con motivo de la proyectada nueva Ley del Aborto, han tratado de agredir al Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Rouco Varela.



¿Qué tiene que pasarnos a los cristianos para que los poderes públicos tomen medidas contra todo aquello que impunemente nos ofende y ataca? ¿Acaso no tenemos los mismos derechos que todos los demás ciudadanos no creyentes, a quienes respetamos, y por ser nuestros compatriotas, verdaderamente queremos? No deseo yo en absoluto “revolver” ni por un segundo  -aunque poseo datos e imágenes tan incontrovertibles como horribles y miserables- aquel horrible capítulo de “la historia interminable” de España. De aquella maldita Guerra, que tanto daño nos ha hecho a todos los españoles. Y por eso, no lo hago. Sólo por eso. Aunque tan sólo sea porque quiero encontrarme entre los primeros que por fin olviden y perdonen y, si necesario fuese, para que yo mismo lo sea.

Luis Madrigal