sábado, 30 de junio de 2012

EL VERSO. ESTROFAS DE RIMA CONSONANTE




EL VERSO. ESTROFAS EN RIMA CONSONANTE


Luis MADRIGAL


Analizaré, no todas, porque esto se haría excesivamente largo, pero sí las estrofas de rima consonante más singulares, con especial atención a tres de ellas: La Lira, la Décima y el Soneto. A estas tres estrofas dedicaré una entrada especial, bien una sóla común a las tres, bien una para cada una de ellas, porque son muchas las cuestiones que me gustaría exponer. Comenzaré no obstante por las estrofas de menor número de versos hasta las de mayor número.

EL PAREADO

Es la estrofa de menor número de versos, que se reducen, como su nombre indica a dos, a un par. Naturalmente ambos han de rimar en consonante, ya sean de la misma medida, o bien ésta sea distinta. Esta estrofa ha sido muy empleada por los poetas franceses, pero no menos por los españoles. He aquí dos sublimes ejemplos. En primer lugar, estos dos seguidos de José Zorrilla, para formar en total cuatro versos:

Son las tres de la tarde, julio, Castilla.
El sol no alumbra, que arde; ciega, no brilla:
La luz es una llama que abrasa el cielo:
ni una brisa una rama mueve en el suelo

O este otro, que constituye más propiamente un pareado, al constar estrictamente de dos versos, de Antonio Machado:

El sol va declinando. De la ciudad lejana
nos llega un armonioso tañido de campana.


Todos los pareados anteriores, son de Arte mayor, al ser todos ellos de más de nueve sílabas. Dodecasílabos, los de Zorrilla, y alejandrinos los de Machado. Sin embargo, también pueden ser de Arte menor, en cuyo caso se llaman aleluyas, siempre que tengan la misma medida, porque también pueden ser de distinta medida:

So el olivar
que las ramas hace temblar.

Este último pareado, de distinta medida en los versos, constituye también, como ya dije, un ejemplo de pie quebrado, aunque a la inversa, al dar continuidad a un verso corto (pentasílabo, con el apócope “so”, por “sobre”, el primer verso), seguido de un decasílabo, en ambos casos por ser palabra tónicamente aguda, las respectivas finales de uno y otro versos).


EL TERCETO

Es una estrofa, no sólo de tres versos, sino de tres versos que han de rimar, el primero con el tercero, quedando el segundo libre. Por ello, no toda composición de tres versos es un terceto. Y esto, en mi humilde opinión, es muy importante, sobre todo en lo que se refiere al Soneto, cuyas dos estrofas finales, de las cuatro que, a su vez, lo integran, han de ser verdaderos tercetos, en lugar, algunas, o ya muchas veces, en que no lo son. Serán estrofas de tres versos, pero no podrán ser tercetos y, si no pueden serlo, tampoco la composición mayor, en la que se integran, podrá ser un verdadero Soneto, toda vez que este ha de constar de dos cuartetos y de dos tercetos. Ya sé, que, con el tiempo, en el Soneto, se acostumbró a que los “tercetos” fuesen rimados según criterio y gusto del poeta. Y que grandes poetas los han compuesto así. Yo, que no soy ni mucho menos ningún gran poeta, ni tal vez tan siquiera pequeño, también he compuesto algunos, muy pocos, de este modo, por la razón ya indicada. No pueden ser verdaderos sonetos. Y ello, aunque se “encadenen” (también  a mi juicio de una manera falsa), porque el terceto encadenado tiene también sus propias normas preceptivas para poder serlo, como seguidamente vamos a comprobar. De esta cuestión, trataré también, más extensamente, cuando analice el Soneto, como tal, a lo que, como acabo de decir, proyecto dedicar una entrada especial, en unión de la Lira y la Décima. En cuanto a la rima del Terceto, esto no lo digo yo, sino que lo hace Fernando de Herrera:

De aquel error en que viví engañado
salgo a la pura luz, y me levanto
tal vez del peso que sufrí cansado.

Y, con Fernando de Herrera, tantos otros grandes poetas. En realidad todos lo que siguen a Garcilaso, y vuelvo a referirme en particular a los tercetos que integran el Soneto.


Característica singular a destacar es la de que, en este tipo de poemas, la última estrofa suele tener cuatro versos



EL TERCETO ENCADENADO

Es exactamente igual al anterior, con la particularidad de que, lógicamente, se requieren dos tercetos, como mínimo, a fin de que sea posible encadenarlos. Y en este sentido, la diferencia con el Terceto ordinario  -en el que el segundo verso queda suelto- es la de que, en el encadenado, este segundo verso ha de rimar con el cuarto, sexto, y así sucesiva y alternativamente de los tercetos siguientes. Ya sean estos solamente dos, como en el Soneto, o una cadena o serie de ellos, como en La Divina Comedia, íntegramente escrita en tercetos encadenados. Como esta inmortal obra de Dante Alighieri, está escrita en italiano, comprobaremos la teoría en los siguientes de La “Epistola Moral a Fabio”  -que tampoco es cualquier cosa-  del español Andrés Fernández de Andrada, nacido en Sevilla y muerto en Méjico, en la más absoluta miseria, pero tras haber escrito tan inmortal obra:


Fabio, las esperanzas cortesanas
prisiones son do el ambicioso muere
y donde al más activo nacen canas.

Y el que no las limare o las rompiere
ni el nombre de varón ha merecido
ni subir al honor que pretendiere.

El ánimo plebeyo y abatido
elija, en sus intentos tenebroso.
Primero estar suspenso que caído.


Pero, volviendo al Terceto encadenado, es este es el tipo de terceto, cuyos dos finales integran el Soneto garcilasiano. Los demás, aunque los hayan firmado grandes poetas, con el mayor respeto debo decir que no son objeto de mi consideración personal. Me refiero a los sonetos que concluyen con tal tipo de tercetos, no a los tercetos, en sí mismos, puesto que aquéllos no lo son en realidad. Es mi opinión, naturalmente, no faltaba más.


         ESTROFAS DE CUATRO VERSOS:

Las que creo fundamentales, se reducen a cinco: El Cuarteto, la Redondilla, el Serventesio, la Cuarteta y el Tetrástofo monorrimo.

EL CUARTETO

Está formado por cuatro versos endecasílabos que riman el primero con el cuarto y el segundo con el tercero. Sirva este de “Al túmulo de Felipe II”, de Fray Luis de León:

Aquí yacen de Carlos los despojos;
la parte principal subióse al cielo.
Con ella fue el valor; quedó en el suelo
miedo en el corazón, llanto en los ojos.

LA REDONDILLA

Es un cuarteto de Arte menor, casi siempre en octosílabos. El ejemplo del también inmortal poeta jocoso Baltasar de Alcázar:

En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa,
y direte, Inés, la cosa
más brava de él que has oído

EL SERVENTESIO

Es una estrofa de cuatro versos que riman alternados: Primero con tercero y segundo con cuarto. Valle Inclán nos ofrece el siguiente:

Yo iba perdido por la selva oscura,
sólo oía el quebrar de mi cadena
y vi encenderse con medrosa albura,
en la selva, una luz de ánima en pena.


LA CUARTETA

Es un serventesio de Arte menor.


EL TETRÁSTOFO MONORRIMO

Es una estrofa arcaica, que ya expuse al tratar de los versos alejandrinos, puesto que tal estrofa consta de cuatro de ellos, de cuatro alejandrinos con una única rima de todos los versos entre sí. Si, en aquella ocasión, propuse como ejemplo el de Gonzalo de Berceo, ahora lo haré con un pasaje del Libro de Alexandre, del que se dice inauguró la cuaderna vía. Uno y otro responden al verso del Mester de Clerecía:

El mes era de mayo un tiempo glorioso
cuando facen las aves un solaz deleitoso
son vestidos los prados de vestido fremoso
suspiros da la dueña, la que non ha esposo.

   

         ESTROFAS DE CINCO VERSOS:

Considero que las típicas son tres: El Quinteto, la Quintilla y la Lira. Dado que a esta última me referiré en otra entrada especial, junto a la Décima y al Soneto, trataré ahora tan sólo de las dos primeras.

EL QUINTETO

Está compuesto por cinco versos de la misma medida y de Arte mayor que, generalmente, riman alternados, como casi sucede en este de Alarcón:

Nobles hermanas, a la par gentiles
discretas a la par y candorosas
que el dulce encanto de los veinte abriles
mostráis en faz y gracia juveniles
como pareja de entreabiertas rosas.


LA QUINTILLA

Se compone de cinco versos octosílabos rimados al arbitrio del poeta. Por tanto, pueden ofrecerse distintos modelos de rima. En esta de José Zorrilla, riman entre sí los versos primero, tercero y quinto, es decir los impares, mientras los pares, segundo y cuarto componen riman distinta:

En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé, entre hostil y amatorio,
en mi puerta este cartel:
“Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él”.

También esta otra, de diferente rima y de tema ligero y jocoso:

Me levanto de mi silla
porque quiero demostrar
que el hacer una quintilla
es la cosa más sencilla
que se pueda imaginar.


Como puede verse, en ella la rima es diferente entre los versos. Y por último, una tercera más seria o solemne, y de la misma rima anterior, de las célebres de Nicolás Fernández de Moratín:

 Madrid, castillo famoso
que al rey moro alivia el miedo
arde en fiestas en su coso
por ser el natal dichoso
de Alimenón de Toledo.



Estrofas de SEIS VERSOS, o sextinas, puede haber muchas, pero sólo una adquirió con el tiempo fama universal, la ESTROFA MANRIQUEÑA, así llamada por haberla usado Jorge Manrique en su mejor composición: Las “Coplas a la muerte de mi padre”. Su estructura de rima, es compleja, pero no artificiosa, al igual que la medida de sus seis versos. Consta de cuatro versos octosílabos (el primero, segundo, cuarto y quinto) y de dos tetrasílabos (tercero y sexto), rimando el primero con el cuarto; el segundo con el quinto, y el tercero con el sexto. La primera y tan conocida estrofa de las “Coplas”, es esta:

Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida
y cómo viene la muerte
tan callando


Estrofas de OCHO VERSOS, u octavas. Entre las cuatro más típicas, debe destacarse la Octava real, la Octava italiana, la Octavilla y la Copla de Arte mayor.


La OCTAVA REAL, u octava española, es una combinación de ocho versos de Arte mayor que riman en consonante, el primero, tercero y quinto; el segundo, cuarto y sexto, y los dos últimos forman un pareado. Es el canto propio de nuestros poemas épicos, entre ellos, al otro lado del Mar, el único cantar de gesta de los pueblos hispánicos en lengua castellana, “La Araucana”, compuesta íntegramente en Octavas reales, por el español Alonso de Ercilla y Zúñiga. Es una forma cuya característica fundamental es la de amplificar y disolver los pensamientos y conceptos, que se van arrastrando por su conformación métrica. Ningún ejemplo mejor que esta Octava real de la propia Araucana:

Eran pasadas ya tres horas, cuando
los dos campeones de valor iguales
en la creciente furia declinando,
dieron muestra y señal de ser mortales:
que las últimas fuerzas apurando
sin poderse vencer quedaron tales
que ya en ninguna parte se movían
y más muertos que vivos parecían.


La OCTAVA ITALIANA

Lógicamente, también consta de ocho versos. Es una estrofa de muy difícil composición, en versos todos ellos de Arte mayor, porque los versos segundo y tercero han de rimar en consonante, del mismo modo también (aunque la consonancia sea de distinta rima) que los versos sexto y séptimo, pero lo fundamental es que los versos cuarto y octavo rimen entre sí en asonante y en agudo. El primero y el quinto suelen quedar libres. Es estrofa que posee un vuelo épico y sus versos, si se observa la cadencia, suenan a redoble de tambor. Puede verse tal efecto en este ejemplo de Espronceda:


Y furioso, veloz remolino,
y en aérea y fantástica danza
que la mente del hombre no alcanza
en su rápido curso a seguir,
los espectros su ronda empezaron
cual en círculos raudos el viento
remolinos de polvo sediento
y hojas secas agita sin fin.


 
La OCTAVILLA

Obedece a la misma combinación de la Octava italiana, con versos de Arte menor. Por ejemplo, éstas dos, más bien desenfadadas y bucólicas o pastoriles, de Nicolás Fernández de Moratín:

I

Hoy mi Dorisa
se va a la aldea
pues se recrea
viendo trillar,
sígola aprisa:
cuangos placeres
Mantua tuvieres
voy a olvidar.

II  

Que ya no quiero
más dignidades
las vanidades
me quitó Amor,
ni fama espero
ni espero gloria
sólo me agrada
ser labrador.


La COPLA DE ARTE MAYOR

Como es lógico, puesto que estoy tratando de la rima en consonante, se trata de una estrofa también de ocho versos que cultivaron los poetas cultos con anterioridad al Renacimiento. Sus versos riman, primero, cuarto, quinto y octavo. El segundo y el tercero, forman un pareado, al igual que el sexto y el séptimo. Los versos suelen ser dodecasílabos, la mayoría de las veces. El ejemplo, de este tipo de estrofa, es del poeta castellano medieval Alfonso Álvarez de Villasandino (1340-50 a 1424), recogido en el Cancionero de Baena:

Que ya non alcanzo  e solo e día evito
doled vos de mí señor Condestable
doled vos de mí que non se que fable
atanto me siento de todo bien quito;
Doled vos de mí que vivo maldito
en tribulación, pobre, sin dinero;
doled vos de mí que ya desespero
teniendo que ando aquí por precito.

 
Facsimil del Cancionero de Baena