jueves, 27 de octubre de 2011

FLORES DE PLÁSTICO... PARA NADIE




EN LOS CEMENTERIOS


Muy pronto, tan sólo faltan cinco días, se celebrará con gran alboroto, en toda España, la Festividad canónica de Todos los Santos. Quiere honrar con ello la Iglesia, no a la Muerte, sino a la verdadera Vida, la que permanece ya eternamente en los Bienaventurados, que ya para siempre gozan de la presencia de Dios. Y sin embargo, aquí abajo, en este planeta que llamamos Tierra    alguien cooperó siniestramente -aunque desde luego  yo no-  en su momento, trágico y dislocado momento, a que el dulce acontecimiento de la Muerte, pese a toda su carga de tristeza, se tomase como indicio y símbolo de de una gran desgracia, en lugar de lo  radicalmente contrario. Porque, la Muerte no es "el se acabar e consumir", sino, por el contrario el comienzo de todo lo definitivamente venturoso y feliz. Algunos creemos que nuestra muerte, será, en ese mismo, preciso y exacto momento, nuestra resurrección. Algo así como quien, encontrándose dentro de su casa en una estancia, pasa a la contigua, tan sólo con cruzar la puerta que las separa. Muerte y Resurrección, creemos y anhelamos algunos, han de ser una misma cosa, apenas sin diferencia de décimas de segundo, sin solución de continuidad en el tiempo, para transcender y superar al tiempo. Todavía proclama y sostiene la Iglesia, como doctrina "oficial", lo de la resurrección "de los cuerpos", en el último día. Pero, eso, no puede ser así. Existen demasiadas muestras palpables para pensar que no podremos resucitar de esa manera, ni, en ese indescifrable momento, ni mucho menos "con los mismos cuerpos que tuvimos". ¿Con qué cuerpos, con el de los quince o los veinte años, o con el de los 60, 70, 80 o 100?. Porque todo esos cuerpos ha sido nuestros. ¿Y esos cráneos, fundidos entre sí y con la misma tierra, en los osarios que casi todos hemos contemplado alguna vez? ¿Y el hombre "antecesor", el de Atapuerca, cuyos restos se exponen en vitrinas, para el estudio de los científicos, en la Gran Dolina? ¿También resucitarán, en el último día?

La verdad es que, parece ser, fue Platón el autor del dualismo "alma-cuerpo", y el cristianismo tradiciocnal lo convirtió en una imagen algo así como la del pájaro que, sin morir, vuela  (no ha llegado nadie a decir hacia donde, no se sabe donde pueda encontrarse, hasta ese último día en el que haya de fundirse de nuevo con el cuerpo resucitado,) mientras la "jaula", el cuerpo, es condenada al sepulcro hasta la resurrección en el último día. Pero, esto no es nada serio. Si del agua, se separan el hidrógeno y el oxígeno, ya no hay agua. Tan sólo dos gases, pero agua no. De un modo similar, cuando muere el ser humano, desde luego muere su cuerpo, pero también muere su alma, porque nadie es "su cuerpo más su alma", sino una unidad fisio-psico-espiritual, que no puede partirse, ni dividirse temporalmente, ya sea por unos minutos, ya por no se sabe por cuantos miles de millones de años. Si los cálculos de los científicos, son exactos, se supone que al Sol, si no me equivoco, le quedan unos 40.000 millones de años de vida. Después, comenzará por transformarse en una roja gigante,  que adsorberá y aniquilará a Mercurio y Venus, poniendo al propio tiempo en ebullición a todos los mares de la tierra. No podrá haber bicho viviente, que soporte tal temperatura. Por último, será una blanca enana, hasta desaparecer del cosmos ¿Será ese el día de nuestra resurrección? ¿El último día?

Algunos hemos comenzado a pensar y creer, ya desde hace algún tiempo, que lo esencial de nuestra fe en Dios, en Jesucristo Nuestro Señor, no es la inmortalidad del alma, sino precisamente la Resurrección de Cristo. Y por eso, hemos decidido dejar de ser creyentes "platónicos", para hacernos creyentes cristianos . Sí, ya sabemos que somos unos herejes, unos candidatos a anatemas, que cualquier día algún obispillo, de esos que sólo saben Derecho canónico, pero muy escasa Teología, propondrá o declarará nuestra ex-comunión, si no automáticamente (latae sententiae), sí, al menos, querrá someternos a algún proceso formal (ferendae sententiae). Pero, nos dá igual. Nos la trae al pairo. Hemos decidido firmemente creer en Dios, en su infinita misericordia y en el mandato de Jesús, para el cual, intuimos, tan sólo existe un único y exclusivo pecado, el de no amar a nuestros hermanos los hombres. Ni "original" (el hombre nace en gracia original, no en pecado), ni menos aún "mortal". ¿Qué es eso del "pecado mortal". Puede que también exista, pero tan sólo puede consistir en decirle a Dios. "¡No quiero nada de Ti", mientras la lluvia de su graciua nos está empapando. Y Él nos resucitará, como a Él lo resucitó el Padre, no cuando suene la trompetería del Valle de Josafat, sino, efectivamente, en el último día... En el último día de nuestro contacto personal con el Señor. Cuando se acerque, lleno de amor, a nuestro lecho de muerte, para llevarse consigo lo que es suyo. Entonces, en ese mismo instante, resucitaremos también.

Por tanto, nadie se afane en adquirir flores  -y menos aún de plástico-  para ser depositadas en las sepulturas. Allí, ya no hay nada. Todo está arriba, gozando de la Vida de Dios.

Vean ustedes todos, ved queridos amigos, la gran diferencia entre la música de Alonso Lobo, escrita para los Funerales del Rey Felipe II de España, y esta otra melodía, que tantas veces yo mismo he situado en este humilde Blog: La danza de los espíritus Bienaventurados, del músico alemán  Christoph Gluck. Podréis observar una gran diferencia.