Il est midi. Je vois l'église ouverte. Il faut entrer.
Mère de Jésus-Christ, je ne viens pas prier.
Je n'ai rien à offrir et rien à demander.
Je viens seulement, Mère, pour vous regarder.
Vous regarder, pleurer de bonheur, savoir cela
Que je suis votre fils et que vous êtes là
Rien que pour un moment pendant que tout s'arrête.
Midi !
Être avec vous, Marie, en ce lieu où vous êtes.
Ne rien dire, regarder votre visage, Laisser le cœur chanter dans son propre langage.
Ne rien dire, mais seulement chanter parce qu'on a le cœur trop plein, Comme le merle qui suit son idée en ces espèces de couplets soudains.
Parce que vous êtes belle, parce que vous êtes immaculée,
La femme dans la Grâce enfin restituée,
La créature dans son honneur premier et dans son épanouissement final,
Telle qu'elle est sortie de Dieu au matin de sa splendeur originale.
Intacte ineffablement parce que vous êtes la Mère de Jésus-Christ,
Qui est la vérité entre vos bras, et la seule espérance et le seul fruit.
Parce que vous êtes la femme, l'Eden de l'ancienne tendresse oubliée,
Dont le regard trouve le cœur tout à coup et fait jaillir les larmes accumulées.
Parce qu'il est midi, parce que nous sommes en ce jour d'aujourd'hui,
Parce que vous êtes là pour toujours, Simplement parce que vous êtes Marie,
Simplement parce que vous existez,
Mère de Jésus-Christ, soyez remerciée !
Paul Claudel
(Villeneuve-sur-Fère, 6 de agosto de 1868 - París, 23 de febrero de 1955)
***
LA VIRGEN EN EL MEDIODÍA
Es mediodía. Veo la iglesia abierta. Es preciso entrar.
Madre de Jesucristo yo no vengo a rezaar.
No tengo nada que ofrecer ni nada que pedir.
Vengo solamente, madre, para miraros.
Miraros, llorar de felicidad, saber esto,
Que soy vuestro hijo, y que aquí estáis.
Sólo por un momento mientras todo se detiene.
¡Mediodía!
Estar con vos, María, en el lugar en que estáis.
No decir nada, pero solamente cantar porque se tiene el corazón colmado,
como el mirlo que sigue en idea en sus espacios de canciones repentinas.
Porque eres bella, porque eres inmaculada,
La mujer en la gracia al fin restituida.
La criatura en su honor primero y en su final ensanchamiento,
Tal como ha salido de Dios en la mañana de su esplendor original,
intacta, inefablemente porque eres la madre de Jesucristo.
Que es la verdad entre vuestros brazos y la sola esperanza y el sólo fruto.
Porque eres la mujer, el Edén de la antigua ternura olvidada,
Cuya mirada encuentra el corazón de súbito y hace brotar las lágrimas acumuladas.
Porque me has salvado, porque has salvado a Francia,
Porque ella también como yo, por vos, fue esta cosa en la que se piensa,
Porque en la hora en que todo crujía, fue entonces que interveniste,
Porque has salvado a Francia, una vez más,
Porque es mediodía, porque estamos en este día de hoy,
Porque estás aquí para siempre, simplemente porque eres
María, simplemente porque existes,
Madre de Jesucristo, recibid nuestras gracias!
Versión de Ángel Cruchaga Santamaría.
Paul Claudel, es el representante principal del catolicismo francés en la literatura moderna. Se ha dicho de él que, toda su obra, en la que, por extraña paradoja, hace alarde de simbolismo y realismo, complejidad y sencillez, polifacetismo y profundidad, aparece informada por una honda inquietud religiosa en la que sabe conciliar la ortodoxia con el modernismo. Académico desde 1946, cultivó la poesía lírica en la que utilizó un versículo bíblico en ritmo libre de propia invención.
Arriba, la Iglesia de la Visitación (en Ain Karim, Israel), edificada, según la Tradición, en el mismo lugar que ocupaba la casa de Zacarías e Isabel, donde Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, visitó a su prima
y Juan el Bautista, dentro del seno de su madre, saltó de alegría.
Sucesivamente, las dos placas que recuerdan el suceso la primera en lengua hebrea y la segunda en latín.
Por último, esculturas en bronce de María e Isabel,
Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de Mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. La costumbre nació en la antigua Grecia, en que este mes era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma, donde Mayo se dedicaba a Flora, la diosa de la vegetación.
En la Edad Media abundaron costumbres similares, en torno a la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El primer día de Mayo era considerado como el apogeo de la primavera. Durante este período, antes del siglo XII, comienza la tradición del Tricesimum o "La devoción de treinta días a María", si bien estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de agosto al 14 de septiembre, lo que todavía sucece en algunos lugares.
La idea de un mes íntegro dedicado específicamente a María se remonta a la época del barroco, en los siglos XVII y XVIII, costumbre que se extendió, sobre todo durante el siglo XIX, hasta la actualidad.
Las formas en que María es honrada en Mayo son tan variadas como las personas que la honran, bien por mediación del rezo diario del Rosario, bien de muchas otras formas, entre ellas la costumbre de coronar una estatua de la Virgen, que es la única Reina para nosotros. Esta corona suele estar hecha de flores, de las más hermosas posibles a nuestro alcance, como símbolo de la belleza de María. Y esta, a su vez, también hermosa costumbre se conoce como Coronación de Mayo. Pero la más sublime de las maneras de honrar a nuestra Madre del Cielo, sin duda alguna ha de ser la de acompañar, en sus aflicciones, penalidades y angustias, a cada uno de sus hijos, los que caminan por esta tierra que pisamos, cuando se cruzan en nuestro camino.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.