lunes, 31 de octubre de 2011

HOY, SE CELEBRA EL TRIUNFO SOBRE LA MUERTE



TETRALOGÍA

DE TODOS LOS SANTOS

I


Gaudeamus Sanctorum omnium,
timete Dominum, venite ad me.
Iustorum animae, beati mundo corde.


CRISANTEMOS EN FLOR 




Bajo el gris plateado de la losa,
hecha a golpes, de sílice o basalto
-sol en el cielo azul, nieve en el alto-
lo que en guerra vivió en paz reposa.

Al besar sus corimbos luz hermosa,
el crisantemo en flor quiere, de un salto,
tomar del cielo el manto de cobalto
y volar, cual si fuera mariposa.

Lo que aquí ayer bajó, no está en el suelo,
ni en pared o cristal, que urna tamiza.
En su durable sueño voló al cielo

y desde el cielo ve, sin luz plomiza,
la tierra en que vivió, con el consuelo
de ser tierra en el cielo, y no ceniza.



II



A todos los santos anónimos y pobres, no canonizados
y, muy en especial, a la Madre Teresa de Calcuta


OMNIUM SANCTORUM


Está erguido el ciprés... De un campanario,
con grave son, recuerda la campana
que, tras la noche oscura, una Mañana
-llena de luz-  despierta de un osario.

De carne que vivió, un santuario
guarda puro la tierra y se engalana
de flores, cuyo aroma allí desgrana,
honda y lenta, la cuenta de un rosario.

Los santos, sólo son unos cristales,
tan limpios, que la Luz por ellos pasa
y, a su paso, los vientos celestiales

limpian el aire entero... En noche rasa,
saturada de estrellas, aún mortales,
vuelan al cielo donde el Sol abrasa.



 III

Encuentra el polvo su camino


VOLVERÁ LA VIDA




Entre el ser y el no ser, torpe y doliente,
se arrastra hoy el vivir, siempre en la duda,
sin hilo de la luz, sin voz ni ayuda,
ni impulso, ni el calor de un pecho ardiente.

Sin hallar ni decir verdad consciente,
ni escucharla al pasar... Palabra muda
estalla alrededor... Estampa cruda
hace el dulce vivir morir viviente.

Ya la vida, murió... El polvo espera
encontrar en el polvo su camino,
como si muerte en vida sólo fuera.

La vida fue... La muerte, es el destino.
Mas, el morir, es hoy la vida entera
si, quien ayer murió, a la Vida vino.



IV
Para subir a lo más alto




VOLARON TODOS YA AL CIELO



Están, de para en par, sus Doce Puertas,
rendidas a la tierra que pisaron
y, en el empíreo velo al que volaron
de nívea albura y palma recubiertas.


No yacen en el sueño... Están despiertas
las pupilas que al polvo se cerraron.
Del recuerdo y la flor que les lloraron,
las losas de granito están desiertas.


No lloran más... No hay mal que, a su alegría,
pueda causar el mal... Y el angustioso
amargo palpitar de la agonía,


que ayer hizo temblar, hoy venturoso,
descubre de la Vida la ambrosía
del eterno gozar, dulce y glorioso.

Amén. 
Luis Madrigal








En la ilustración de arriba, "La Gloria", de Ticiano Vecellio (1554)
 

jueves, 27 de octubre de 2011

FLORES DE PLÁSTICO... PARA NADIE




EN LOS CEMENTERIOS


Muy pronto, tan sólo faltan cinco días, se celebrará con gran alboroto, en toda España, la Festividad canónica de Todos los Santos. Quiere honrar con ello la Iglesia, no a la Muerte, sino a la verdadera Vida, la que permanece ya eternamente en los Bienaventurados, que ya para siempre gozan de la presencia de Dios. Y sin embargo, aquí abajo, en este planeta que llamamos Tierra    alguien cooperó siniestramente -aunque desde luego  yo no-  en su momento, trágico y dislocado momento, a que el dulce acontecimiento de la Muerte, pese a toda su carga de tristeza, se tomase como indicio y símbolo de de una gran desgracia, en lugar de lo  radicalmente contrario. Porque, la Muerte no es "el se acabar e consumir", sino, por el contrario el comienzo de todo lo definitivamente venturoso y feliz. Algunos creemos que nuestra muerte, será, en ese mismo, preciso y exacto momento, nuestra resurrección. Algo así como quien, encontrándose dentro de su casa en una estancia, pasa a la contigua, tan sólo con cruzar la puerta que las separa. Muerte y Resurrección, creemos y anhelamos algunos, han de ser una misma cosa, apenas sin diferencia de décimas de segundo, sin solución de continuidad en el tiempo, para transcender y superar al tiempo. Todavía proclama y sostiene la Iglesia, como doctrina "oficial", lo de la resurrección "de los cuerpos", en el último día. Pero, eso, no puede ser así. Existen demasiadas muestras palpables para pensar que no podremos resucitar de esa manera, ni, en ese indescifrable momento, ni mucho menos "con los mismos cuerpos que tuvimos". ¿Con qué cuerpos, con el de los quince o los veinte años, o con el de los 60, 70, 80 o 100?. Porque todo esos cuerpos ha sido nuestros. ¿Y esos cráneos, fundidos entre sí y con la misma tierra, en los osarios que casi todos hemos contemplado alguna vez? ¿Y el hombre "antecesor", el de Atapuerca, cuyos restos se exponen en vitrinas, para el estudio de los científicos, en la Gran Dolina? ¿También resucitarán, en el último día?

La verdad es que, parece ser, fue Platón el autor del dualismo "alma-cuerpo", y el cristianismo tradiciocnal lo convirtió en una imagen algo así como la del pájaro que, sin morir, vuela  (no ha llegado nadie a decir hacia donde, no se sabe donde pueda encontrarse, hasta ese último día en el que haya de fundirse de nuevo con el cuerpo resucitado,) mientras la "jaula", el cuerpo, es condenada al sepulcro hasta la resurrección en el último día. Pero, esto no es nada serio. Si del agua, se separan el hidrógeno y el oxígeno, ya no hay agua. Tan sólo dos gases, pero agua no. De un modo similar, cuando muere el ser humano, desde luego muere su cuerpo, pero también muere su alma, porque nadie es "su cuerpo más su alma", sino una unidad fisio-psico-espiritual, que no puede partirse, ni dividirse temporalmente, ya sea por unos minutos, ya por no se sabe por cuantos miles de millones de años. Si los cálculos de los científicos, son exactos, se supone que al Sol, si no me equivoco, le quedan unos 40.000 millones de años de vida. Después, comenzará por transformarse en una roja gigante,  que adsorberá y aniquilará a Mercurio y Venus, poniendo al propio tiempo en ebullición a todos los mares de la tierra. No podrá haber bicho viviente, que soporte tal temperatura. Por último, será una blanca enana, hasta desaparecer del cosmos ¿Será ese el día de nuestra resurrección? ¿El último día?

Algunos hemos comenzado a pensar y creer, ya desde hace algún tiempo, que lo esencial de nuestra fe en Dios, en Jesucristo Nuestro Señor, no es la inmortalidad del alma, sino precisamente la Resurrección de Cristo. Y por eso, hemos decidido dejar de ser creyentes "platónicos", para hacernos creyentes cristianos . Sí, ya sabemos que somos unos herejes, unos candidatos a anatemas, que cualquier día algún obispillo, de esos que sólo saben Derecho canónico, pero muy escasa Teología, propondrá o declarará nuestra ex-comunión, si no automáticamente (latae sententiae), sí, al menos, querrá someternos a algún proceso formal (ferendae sententiae). Pero, nos dá igual. Nos la trae al pairo. Hemos decidido firmemente creer en Dios, en su infinita misericordia y en el mandato de Jesús, para el cual, intuimos, tan sólo existe un único y exclusivo pecado, el de no amar a nuestros hermanos los hombres. Ni "original" (el hombre nace en gracia original, no en pecado), ni menos aún "mortal". ¿Qué es eso del "pecado mortal". Puede que también exista, pero tan sólo puede consistir en decirle a Dios. "¡No quiero nada de Ti", mientras la lluvia de su graciua nos está empapando. Y Él nos resucitará, como a Él lo resucitó el Padre, no cuando suene la trompetería del Valle de Josafat, sino, efectivamente, en el último día... En el último día de nuestro contacto personal con el Señor. Cuando se acerque, lleno de amor, a nuestro lecho de muerte, para llevarse consigo lo que es suyo. Entonces, en ese mismo instante, resucitaremos también.

Por tanto, nadie se afane en adquirir flores  -y menos aún de plástico-  para ser depositadas en las sepulturas. Allí, ya no hay nada. Todo está arriba, gozando de la Vida de Dios.

Vean ustedes todos, ved queridos amigos, la gran diferencia entre la música de Alonso Lobo, escrita para los Funerales del Rey Felipe II de España, y esta otra melodía, que tantas veces yo mismo he situado en este humilde Blog: La danza de los espíritus Bienaventurados, del músico alemán  Christoph Gluck. Podréis observar una gran diferencia.







martes, 25 de octubre de 2011

CUANDO SE TORNA OSCURO


NO SOBRAN LAS ESTRELLAS



No sobran las estrellas en el cielo
cuando, sin luz, de noche, el hombre pasa
y en su pecho no arde ni una brasa,
ni, al morir, la pavesa alza su vuelo.

Si se apaga la hoguera sobre el suelo
y se pierde la luz, entre la masa
oscura y harapienta, la que amasa
su ceguera en la sombra, sin anhelo,

de nuevo, el Arco Iris, tras la lluvia,
habrá de iluminar la tierra oscura
mas, ni los mil colores con que efluvia

al borrascoso cielo, allá en la altura
donde fulmina el rayo, si diluvia,
podrán sembrar la paz y la hermosura.



 Luis Madrigal







domingo, 16 de octubre de 2011

ENTRE SUEÑOS Y NUBES




BUSQUÉ QUÉ PODRÍA DARTE


 Pensaba sin saber en qué pensaba...
que, ardientemente, en ti ya no podía.
Mas  -dulce-  tu recuerdo a mí venía
y lo mismo en ti estoy que antes estaba.

Tu sonrisa, aun tan triste, recordaba
escondida en el alma... Tal quería
salir de ti y buscar... Y aún sonreía
sin saber donde hallar lo que buscaba.

Ven hacia mí  -pensé-  yo te decía,
aunque nada he de darte. No soy nada.
Te daré el corazón... ¡Más... no tenía!

Mas pronto descubrí, tras la alborada,
que un lucero, entre luces, florecía...
Y lo quise bajar hasta tu almohada.




Luis Madrigal




martes, 11 de octubre de 2011

HACE 519 AÑOS




12 DE OCTUBRE DE 1492




"A Castilla y a León
Mundo Nuevo  dió Colón"


"Amici, sequamur crucem, et si nos fidem habemus vere in hoc signo vincimus"



Cristobal Colón
Juan de la Cosa
Martín Alonso Pinzón
Francisco Martín Pinzón
Vicente Yáñez Pinzón
Rodrigo de Triana
Fray Juan Pérez
Fray Antonio de Marchena
Juan Díaz de Solís
Alejo García
Diego de Rojas
Juan de Garay
Jerónimo Luis de Cabrera
Diego de Almagro
Hernando de Magallanes
Pedro de Valdivia
Alonso de Ojea
Juan de Cavallón
Juan Vázquez de Coronado
Diego Velázquez de Cuellar
Sebastián de Benalcázar
Pedro de Alvarado y Contreras
Gil González Dávila
Francisco Hernández de Córdoba
Juan de Grijalva
Hernán Cortés
Vasco Núñez de Balboa
Pedro Arias Dávila
Juan de Salazar y Espinosa
Mencía Calderón
Francisco Pizarro
Francisca Pizarro Yupanqui
Juan Ponce de León y Figueroa
Francisco de Bobadilla
Nicolás de Ovando
Sebastián Gaboto
Bruno Mauricio de Zabala
José Joaquín de Viana


Ad perpetuam memoriam



  






ADDENDA POST COMENTARIOS

He decidido ser tolerante. Ni me ofendo ni me enfado. Tan sólo lo lamento muy sinceramente, porque la razón histórica es tozuda. "Descubrir" no es dar con lo que antes no existía, porque, como sucede en el caso, nadie hubiese llegado antes allí. Es evidente, que si ya había alguien es porque había llegado. "Descubrir", no es crear una realidad, sino ponerla de manifiesto cuando se ignora por completo. Si, como parece científico, el hombre surgió en África, es indudable que, si había llegado a América, por algún lugar lo había hecho. Se conocía perfectamente la existencia de Cipango y Catai, pero, en 1492, ¿quién conocía la existencia de "América"? ¿Habían llegado antes los vikingos, los pueblos nórdicos de Europa? Puede ser. Pero nadie se enteró, ni de ello quedó la menor huella transcendente. ¿Así es que todavía seguimos pensando, nosotros mismos, que nuestros antepasados, los crueles españoles, maltrataron y asesinaron a los indios? Es posible que algo de eso sucediera. Pero, la Historia no se puede juzgar después de que pasa, sino en el momento mismo en que está pasando. Y por otra parte, nuestros gloriosos antepasados españoles mataron a muchos menos de los que se ha dicho. Más bien se fundieron con ellos, para alumbrar una nueva raza, en lugar de conservarlos como en alcohol, en "reservas" para los turistas. Y, sobre todo, hay algo tan innegable como que, en más de 20 Naciones de América, se habla español, y que España, más que Europea, es Hispánica. ¡Viva nuestra América española! Lo de "Latina", lo inventó la Diplomacia francesa.






sábado, 8 de octubre de 2011

DOS SONETOS ANTES DE SALIR EL SOL



I


TAN SÓLO VIVIRÉ DE TU RECUERDO

Ya nada soy, ni eres, ni ya el viento
traerá a mí tu sonrisa, entre las olas
del Mar que nos separa, y caracolas
deja en la arena que hace de cimiento.

No volverás a oír de mí el lamento
en la amargura de mis horas solas
y en el trigo, que nace entre amapolas,
ahogaré, al caer la luz, mi sentimiento.

Tan sólo viviré de tu recuerdo
que, aun débil, nunca muere… Siempre es vivo
y ha de latir sin ti en mi pecho, cuerdo,

aunque loco me sienta, y aflictivo
sea para mí tan duro desacuerdo
y haga mi amor de ti siempre cautivo.


II

NUNCA MÁS

Ya nunca más seré… Ya nunca herido,
tú no serás en mí lo que sentía.
Nunca más pediré lo que pedía,
ni podré hallar calor, yerto de frío.

Nunca más, más querré, sino lo mío.
Ya no podré querer lo que quería,
ni ver con tal pasión lo que veía,
ni nunca más fluir, azul, tu Río.

Encontrarás la paz, la luz, el fuego,
mas no arderá en la noche con tal brío.
No podrá ser, por más que ahora o luego

se alce desde el mar el son bravío
que arrulló tu vivir, ayer tan ciego.
Y puedas ver que hoy está vacío.


Luis Madrigal





jueves, 6 de octubre de 2011

EN LAS OSCURAS HORAS DEL OTOÑO




CUANDO, AL FIN, SE MUERE UNA ILUSIÓN


Una ilusión es una imagen, o un concepto, al margen por completo de la realidad. Es, justamente, lo que no es real y, en consecuencia, es lo que “no es”. Es decir, la nada. Pero también puede ser, y lo es con suma frecuencia, una pura esperanza, o quizá tan sólo un sueño de que algo se cumpla y llegue a ser realidad. Y en este último sentido, siempre es la complacencia en una cosa, en algún fin, y sobre todo en una persona. Sin embargo, en el sentido más dolorosamente retórico, demasiadas veces, por no decir casi siempre, puede identificarse como una ironía, cruel y lacerante. Por eso, a quien padece alguna ilusión, se le llama “iluso”, cuyo término, pese a proceder de illudere (burlar), también algunas veces no quiere decir tanto ser engañado, seducido o burlado, sino que, más bien, puede aplicarse a todo aquel que es propenso a ilusionarse, a soñar. Incluso a hacerlo contra corriente, pese a las razonables advertencias de aquella persona con la que sueña.

Pese a ello  -a veces pese a todo-  las ilusiones son los refugios en los que se cobija el alma humana en la oscuridad de la noche, especialmente en el Otoño, cuando ya baja casi helado el viento de la Montaña. Entonces, las ilusiones muestran más descarnadamente su propiedad de meras ideas, platónicas e inmaculadas, pero al propio tiempo tan sumamente débiles como para no poder ya seguir alentando en nosotros mismos. Mientras lo hacen, hay vida  -verdadera y real-  porque hasta lo imposible cabe siempre dentro de la esperanza. Esta última, tan sólo se acaba cuando la ilusión ya no puede vivir más su pobre realidad de sueño, de ser que no es, para terminar consigo misma. Por eso, tal vez, aquel hombre sabio  -¡nada menos que un judío!-  pudo sentenciar en cierta ocasión, con tan radical y doloroso acento, para salvar de la ruina moral y existencial a un buen amigo, lo que podría parecer impropio, ya pueden ver ustedes que gran error, de un judío: “Si pierdes el dinero, no has perdido nada; si pierdes la salud, has perdido la mitad, pero si pierdes la esperanza, lo has perdido todo”. Y si, según el dicho popular, “mientras hay vida, hay esperanza”, cuando la esperanza se muere, nos hemos muerto también nosotros mismos. Tal vez por eso advierte la Escritura santa: “¡Ay del solo, porque, si está caído, ¿quién lo levantará?... Si está triste, ¿quién lo consolará?”  Desde luego, nadie está obligado, ni puede, a salir de sí mismo  -solamente Dios puede hacer eso-  para levantar al caído o consolar al triste.  Y cuando Dios no cree conveniente hacer tal cosa, tan sólo cabe seguir caminando. Bajo las estrellas del cielo. Luis Madrigal.-


 
 

miércoles, 5 de octubre de 2011

AMOROSA UTOPÍA




QUE PUEDAS TÚ SENTIR LO QUE YO SIENTO



A Dios le pido que tu amor sea el mío
y que al ponerse el sol  -azul el cielo-
hasta la tierra baje a mí el consuelo,
aunque en tu pecho habite el hielo frío.

Que arda como en la hoguera - rojo el brío-
de tu pasado ser, y rasgue el velo
de toda oscuridad… Y que tu anhelo
llene de luz mis horas como un río.

Que puedas tú sentir lo que yo siento
y que mi nada, en ser, encuentre vida.
Sería como encontrar el viejo aliento

en que fluye el vivir… Y la bebida
del agua cristalina que, al sediento,
devuelve, tras la sed, su vida huida.



Luis Madrigal