PARA ENTRAR EN EL CIELO,
NO HACE FALTA MORIR
Soñaba antaño ser -blanca- una nube
para entrar en el cielo por la altura
y gozar, junto a ti, de la hermosura
de la luz celestial, como un querube.
Un copo de algodón, que sube y sube,
hasta alcanzar de amor suave ternura.
Soñaba que crecía mi andadura
y ya en el cielo había lo que hube.
Tendría que morir, dejar el suelo
sobre el que ahora camino, y sus rastrojos...
Tendría que emprender un alto vuelo
y pudrirse en la tierra mis despojos.
Mas, pronto vi que, para alzarse al cielo,
no hace falta morir... Bastan tus ojos.
Luis Madrigal