MONTAÑAS Y PIEDRA
A mis soledades voy, de las que vengo
sin que nada me asuste ni estremezca.
La vida es un camino y, cuando se anda,
entre ruido y tumulto, la cosecha
es muy breve y junto al trigo,
que creció rubio y puro allá en la era,
como puñales vuelan sobre el alma
mil cizañas de odio, que lo secan...
Lo asfixian y lo ahogan, para que el grano
sin sazonar en sí, allí se pierda.
Nada quiero del mundo, al que concurren
mil lenguas y gargantas sin sonido,
que lanzan al aire, cobijo de la nada,
nuevas nadas envueltas en bajeza,
para cegar la luz, sembrar las sombras
haciendo que la noche sea eterna.
Luis Madrigal