Si, según aquel nostálgico tango, "veinte años no es nada...", ¿qué podrá ser tan sólo uno? Sin embargo, a veces, tan breve período, puede ser toda una vida y hasta todo un mundo, dulce y embriagador, si durante él se escucha la música más deliciosamente placentera y sensible. Toda música, o casi toda -según el espíritu que la acoge, desde luego- es un bien propia y genuinamente espiritual, pero algunas alcanzan al espíritu de tal forma, lo ensimisman y atrapan, que ya nunca quieren irse de él, para que se sienta permanentemente habitado. El gran violinista lituano, Jascha Heifetz, ya desaperecido de entre nosotros, antes de irse, naturalmente, dejó una huella tan honda, que, aún hoy, cuando se cumple justamente un año desde la publicación de aquella música en este humilde Blog, palpita en el espíritu, que es esa substancia incorpórea e intangible que se esconde -se "acurruca" en un rincón, debajo de la blusa o de la americana- la más honda sensación de armonía y, por tanto, también de esperanza y amor. Un año entero, recordándolo, y escuchándolo casi todos los días, han producido este sublime resultado. Volveré a publicarlo hoy, por si alguien, además de mí, quiere volver a escucharlo. Un cordial saludo a todos, amigos. Luis Madrigal.-
sábado, 28 de febrero de 2009
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3 comentarios:
¡Gracias, Luis!
Sí, es imprescindible la música cuando la nostalgia quiere ocupar un lugar que le corresponde a la alegría.
Un abrazo.
Gracias, otra vez.
Alicia
Cómo te expresas, Luis. Es una delicia leerte. Me alegra saber que tu ordenador está arreglado.
Un abrazo, y gracias,
Alicia, hay música para la alegría y la hay para la nostalgia, incluso para la tristeza y la desesperación. La música, es "neutral" (no es como esa ignominiosa basura de "la política") y siempre busca la verdad, para expresar el sentimiento de cada momento. Por otra parte, no creas que es siempre la nostalgia la que invade o quiere ocupar el lugar propio de la alegría. A veces, aunque forzadamente -por desdicha- es o ha de ser al revés. Un beso.
Marga: Eso quisiera yo, poder expresar con precisión todo lo que pienso, que es muy poco, y sobre todo lo que siento, que pugna por explotar en cualquier momento. Muchas gracias de todos modos por tu gentileza y elogios. ¿Sabes que compartes con Alicia el mismo maravilloso Río? Ese río, que no es un río, sino "un trozo de cielo que camina". Tú, lo recibiste, al nacer, cuando Él ya moría, no sin antes dar nombre a tu primer país. Alicía galopaba sobre él, del otro lado, cuando el Uruguay era aún un joven río, aunque ya poderoso, romántico y lleno de vida... ¡Qué hermoso es poder sentirnos todos hispánicos, ¿verdad?! Aunque, por aquí, algunos hayan perdido la memoria, o no la hayan cobrado nunca. Quedamos nosotros, para decírselo. Pronto, volveré a escuchar tu voz de soprano ligera en tu delicioso Blog. Otro beso, Marga.-
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