martes, 17 de abril de 2012

PROSA POÉTICA (IV)




DEJA LA LUZ SU HUELLA


Cruza la luz muy de mañana, alegre, los cristales y deja en las paredes su recuerdo, que permanecerá quieto y sosegado hasta el mediodía. Después, irá difuminando su luminoso espectro, dialogando y hermanándose con las sombras, que tratará de hacer fecundas, hasta  desaparecer al fin, tras la hora crepuscular, en el ocaso. Pero de su viva presencia, y de su latido, deja un recuerdo indeleble y expectante, del que han de nutrirse los mejores instintos y los más nobles y valerosos impulsos del espíritu, hacia el final del camino, cuando decline el día. De este modo, aunque llegue la noche, será como si de nuevo la Aurora volviese a besar en la frente los rostros cansados, tal vez abatidos, y allá al fondo, al despertar del sueño, prendida de la altura, permanece encendida una llama que todo lo ilumina, hasta lo nunca visto, y asoma una dulce sonrisa, entre etéreos clamores, envueltos por una música de embeleso, tampoco jamás oída.



Luis Madrigal

2 de Marzo de 2012


 

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