miércoles, 31 de diciembre de 2008

MÚSICA EN VIVO Y EN DIRECTO




Ayer, día 30 de Diciembre, penúltimo del año, tuve la fortuna de acudir al Auditorio Nacional de Música, donde se ofrecía el 3º de ocho conciertos de los ciclos musicales que organiza la Comunidad de Madrid. El contenido íntegro del mismo era la 9ª Sinfonía de Beethoven, a cargo de la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por un viejo y entrañable conocido, un hombre que, en España, se hubiera apellidado doblemente Frühbeck, esto es, Frühbeck y Frühbeck, porque tanto su padre como su madre eran rigurosa y estrictamente alemanes y del mismo apellido. Pero se habían traslado a España, concretamente a Burgos, donde él nació en 1933. Y, casi con toda seguridad, en el Registro Civil, habrá de constar esa doble filiación, homónima, de apellidos. Sin embargo, en el campo de la música, Rafael, que eso sí, nunca se llamó "Ralph", porque es tan español como Don Rodrigo Díaz de Vivar, por razón de su nacimiento, y en honor a su Ciudad natal, quiso llamarse siempre Frühbeck... de Burgos. Mi suegro, que era músico de profesión, siempre me habló maravillas de aquel jovencísimo Director de Orquesta, allá por los años 60, cuando Frühbeck iniciaba su carrera artística. Y también él, se gloriaba de que aquella joven promesa se llamase, y fuese, "de Burgos". Con el tiempo, Frühbeck fue escalando las más altas posiciones en el campo de la dirección orquestal, desde sus primeros estudios en los Conservatorios de Bilbao y Madrid, donde cursó los de piano, violín y teoría de la composición, para acudir más tarde a la Escuela Supeior de Música de Munich, en la que se graduó Summa cum Laude, recibiendo también el Premio Richard Strauss. Rafael Frühbeck, comenzó siendo director de la Orquesta de Bilbao, la ciudad natal de Arriaga y de extraordinaria tradición y entidad musical, para serlo inmediatamente de la Orquesta Nacional de España, durante 16 años y de las Sinfónicas de Düsseldorf y Montreal. Posteriormente, además de haber dirigido a todas las grandes Orquestas europeas y a las sinfónicas de las Emisoras de Radio alemanas, fundamentalmente la del Gewandhaus de Leipzig y las cinco de Londres, también ha irumpido en los Estados Unidos, tras su debut con la Orquesta Sinfónica de Philadelphia, para dirigir a todas las grandes orquestas americanas. Como director invitado, ha dirigido a más de 100 orquestas sinfónicas en todo el mundo, y grabado más de un centenar de discos para EMI. Decca, DGG, Columbia Española y otros muchos sellos.

Rafael Frühbeck, naturalmente de Burgos, es para mi una figura entrañable, con independencia de todo lo dicho. Cuando ayer, con algunos kilos más de los que yo recordaba de él, apareció sobre la tarima para tomar la batuta, yo prorrumpí en una sincera y conmovida explosión de alegría y júbilo, aplaudiendo a rabiar. Frühbeck, está muy bien. De todo. Tanto de salud, me pareció que se conserva esplendidamente a sus 75 años y con su agitada e intensa actividad artística, como, en este último orden, pleno de reflejos y de matices en la visión de la gran sinfonía beethoveniana que ayer dirigía. Nada menos que la 9ª Sinfonía, la "Coral", sin duda una de las más grandes del genio de Bonn. La Orquesta Sinfónica de Madrid, a mi humildísimo juicio, respondió también algo más que notablemente a las solicitudes y requerimientos de Don Rafael, así como los Coros del Orfeón Pamplonés, una de las formaciones corales más antigüas de España, porque su fundación se remonta al año 1865, si bien fuera posteriormente refundadda tras las Guerras Carlistas. Muy bien asimismo, el Orfeón Pamplonés, que dirige Igor Ijurra. Yo, pobre de mí, no pude pasar de las primeras lecciones de Solfeo, y carezaco de la más mínima autoridad en la materia, como en casi todas, pero me quedé a yer con la sensación de que la nota negativa fue la de la mediocridad de las cuatro voces solistas que Beethoven concibió para esta Sinfonía y que ayer corrieron a cargo de Raquel Lojendio (Soprano); Mª José Suárez (Mezzo), ambas españolas; el Tenor alemán Robert Künzli y el Bajo italiano, de Verona, Marco Vinco. Y todo tiene su explicación. Parece ser, por una parte, que para cantar diez minutos, las grandes figuras de la Opera ni suelen aceptar su intervención en esta sinfonía y, por otro lado, que una Orquesta, por potentes puedan ser las voces de los solistas, siempre corre el riesgo de apagarlas y quizá por ello nada menos que Wagner enterró a la Orquesta en el foso, en la ópera. Pero dicho todo esto, también hay que decir que los cuatro interpretes de ayer podrían ir pensando en dedicarse a otro tipo de artes. O a sus respectivas formaciones no musicales. Por ejemplo, la Mezzosoprano ovetense Mª José Suárez, que es Licenciada en Psicología -no sé si clínica, industrial o pedagógica- podría dedicarse en la Ciudad "del señorio" a valorar las aptitudes de mando de los "ejecutivos" o de los "mandos intermedios" de las empresas asturianas, si es que queda alguna en pie. Y, ¡hombre!, el italiano Marco Vico, justamente inició sus estudios musicales en 2002, tras haber completado los de Derecho. ¡Hay que ver cómo debe andar, también en Italia, el mercado de las profesiones jurídicas, para que este joven tenga que dedicarse a lo que ayer se dedicó. Y eso, que, en mi desautorizda opinión, fue el menos malo de los cuatro. Los otros dos, a mi me parecieron para llorar. El Tenor alemán Künzli y la Soprano tinerfeña Raquel Lojendio, a los que ni se oía, por mucho que el "tutti" apague y, además la señora o señorita Lojendio -esto es humano y puede ocurrirle a cualquiera- hasta tubo de sobrevivir con dificultades ante un golpe de tos. En fin, ellos fueron lo único malo, pero ciertamente esto no es esenecial, sobre todo cuando el Coro, como ayer el Orfeón Pamplonés, responde brillantemente a lo que de él se espera en esta Sinfonía a la que, en el argot coloquial, el coro da nombre. Y lo mejor de todo, una vez más, es comprobar la majestuosidad y esplendor de la musica orquestal, no metida en una "lata", por muy alta sea la tecnología actual, para "enlatarla", sino así, "a pie de obra", tal como maravillosamente suena en vivo y en directo. Luis Madrigal.-
Arriba, facsimil del programa del Concierto y de los versos de Schiller, en la Ode an Freude u Oda a la Alegría. Como es sabido la Unión Europea ha declarado que esta bella música es el Himno de Europa

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