miércoles, 9 de marzo de 2011

AL INICIAR LA CUARESMA... SÓLO UN SONETO A LA FE



SÓLO CREO


No lo puedo saber, pero lo creo
y mi creer es claro, no estoy ciego.
Sacramento, es “apuesta” y abro el juego
por lo que nunca vi, mas ahora veo.

Hundido en tierra, sin alas aleteo…
A la razón, no tengo más apego
que del que de ella grita con sosiego
de tu gloria, Señor, ser yo apogeo.

La materia, al andar, si miro al cielo,
y a mi fiero rugir, sin más detesto.
¡Que busco entre mis lágrimas consuelo…!

El Espíritu sopla, y yo contesto
con plena libertad desde este suelo.
Y mantengo la apuesta… ¡Ahí va mi resto!



Luis Madrigal






  
"Dios con nosotros está". Canto cuaresmal de la Iglesia Ortodoxa,
cantado por el Coro de la Catedral de San Jorge
(Del disco "Salmos y Alabanzas)



 

martes, 8 de marzo de 2011

MAÑANA ES MIÉRCOLES DE CENIZA




 La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y en sentido traslaticio, de humildad y penitencia. En Jonás (3,6) sirve para describir la conversión de los habitantes de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "En verdad soy polvo y ceniza", dice Abraham  (Gen. 18,27). El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma  -tal vez la mayoría de las gentes de hoy, lo entenderán mucho mejor diciendo que es el que sigue al carnaval- se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida de Cristo.

Diversas han sido, con el tiempo, las expresiones del sacerdote que impone la ceniza. Siempre recordaré la de mis años de niño: "Memento homo qui a poluis eris et a poluis reverteris". Acuerdate, hombre, (pero si yo sólo era un pobre niño, atemorizado) de que polvo serás y en polvo te convertirás. Demasido trágico. En los últimos tiempos, ha prevalecido esta otra: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio". Esto ya no se decía en latín. Bueno, bien. Pero, la fórmula que a mí más me gusta es la que pronuncia la propia persona que recibe la ceniza, antes de que el sacerdote se la imponga: "Me arrepiento de todos mis pecados". Y el sacerdote responde: "Que Dios te dé un corazón nuevo..." Esto, me gusta mucho más. Me gusta, porque siendo yo tan débil y miserable, tan pronto a dejarme llevar por las más bajas pasiones, siento en ese momento la necesidad de pronunciar desde lo más hondo de mi ser tales palabras, y de oír que alguien, intermediario entre los hombres y Dios, pide para mí un corazón nuevo. Naturalmente, menos duro, mucho más tierno, más humano, más cerca de mis hermanos los hombres, todos ellos hijos de Dios. Que por eso precisamente lo son, porque todos los hijos de un mismo Padre, sean buenos o malos, son hermanos. Luis Madrigal.-



domingo, 6 de marzo de 2011

¡LOS PASTORES IBAN DESDE LEÓN...!



Querida Aída, querida amiga guatemalteca, aun sin conocerte. No es necesario que aportes nada en cuanto al origen de tan bella canción. Yo, ya lo sabía, e incluso dejé ayer una pista, al contener anexo el vídeo que tuve el honor de ofrecer, junto a otros similares, el que hoy se publica en esta entrada. ¡Fíjense, fijaos, en lo que dice la señora o señorita que presenta el video que hoy se inserta al pie de este mismo texto…! Y ella no es leonesa, como tampoco lo es el Coro, porque si lo fuese sabría muy bien quién fue “E.G. Pastrana”, como ella dice. Eduardo González Pastrana, fue un padre agustino que, más tarde, dirigió los “Coros del SEU” leonés, allá, nada menos que por los años 40-50, cuando yo era un niño de muy corta edad. “El Padre Eduardo”, como era conocido en toda la Provincia de León, compuso, en unión de otras muchas, esa canción que, a su vez, rescató de las mismas entrañas del pueblo, armonizándola y retocándola, como también otros han hecho más tarde. Ayer mismo, oíamos la hermosa versión de Ismael Serrano, que ha llegado (seguro que ya lo había hecho antes) hasta Méjico, donde ayer ha emocionado a nuestra corresponsal y amiga Sandra Figueroa. Muchas gracias, Sandra. Lo lamento mucho por Soria, Segovia, la Sierra de Albarracín, Cuenca, Burgos, La Rioja… Extremadura, tierra querida para los leoneses, por los vínculos entrañables que a ella nos unen, no necesita sentimiento alguno. Ya ayer lo dije. En especial, lo siento por la turolense Sierra de Albarracín, cabeza de la Serranía de su mismo nombre, sede agreste de los Montes Universales, montaña casi inaccesible; cuna de los ríos Tajo, Júcar, Cabriel, y Gallo, que se extiende hasta Molina de Aragón… Guadalaviar,  que se transforma en Turia… Jiloca,...  Todos ellos forman una de las más extensas redes hidrológicas de España, donde se hermanan, en fraterna unidad, los pinos, sabinas, arces y robles, intercalados de verdes prados y árboles de ribera junto a los ríos. Grande y noble tierra de Aragón, co-fundador de España. Pero, ni por esas. La hermosa canción “Ya se van los pastores”, es una canción rigurosa y únicamente leonesa. Lo fue siempre, porque así tenía que ser. Luis Madrigal.-



sábado, 5 de marzo de 2011

¿DESDE DÓNDE IBAN LOS PASTORES...?



La canción popular española, “Ya se van los pastores…”, ha suscitado siempre, según he podido observar, la disputa de su enigmático origen. En efecto, creo haber oído, o incluso leído, no recuerdo bien, que son varias las regiones españolas que aspiran a ser la cuna de esta preciosa canción. Aparte de mi pequeña patria, en la Montaña leonesa, donde dan por descontado que se originó allí, otras diversas nobles tierras sostienen idéntica afirmación, Soria, Segovia, la Sierra de Albarracín, Cuenca, Burgos, La Rioja… ¡Incluso la misma Extremadura! Y esto último si que no puede ser, en modo alguno. No es posible, porque la propia canción dice a dónde van los pastores. Y van precisamente  “a la Extremadura”, con lo cual no es posible, lógicamente, que la canción se haya originado allí donde los pastores van, porque, en tal caso, debería decir, “Ya vienen los pastores…”. Ello, en mi humilde opinión, descarta por completo a la sufrida y heroica tierra extremeña, patria de tantos grandes españoles. En pura hermenéutica jurídica, ha de prevalecer el primer tipo, o grado, de entre todas las interpretaciones, si hemos de acudir a la vía judicial para dar a la cuestión carácter contencioso y ventilar de una vez por todas el caso controvertido. Y tal interpretación primera es la puramente gramatical, o lógico-gramatical. En efecto, la canción dice a dónde van los pastores, pero no dice en cambio de dónde vienen. Silencio total y absoluto, tanto en su título como en todas y cada una de sus bellas estrofas.


Yo, soy leonés y, sinceramente, me encantaría que hubiese sido en León donde la canción cobró vida, pero (después de todas las canalladas que a León han hecho siempre los malditos políticos, desde el siglo XIX, aunque el último en crucificarle fue precisamente un falangista leonés del más puro acento franquista, convertido urgentemente en “demócrata”) tampoco voy a romperme la cara con nadie por esta cuestión. Me parece mucho más civilizado acudir a algunas fuentes documentales, pocas, en las que poder hallar la luz para que pueda cobrar fundamento mi deseo. Y esas fuentes, precisamente, son extremeñas y en consecuencia altamente fidedignas, porque es lógico que en Extremadura, puestos a jugar limpio -y Extremadura es una tierra muy honrada- pudieran saber muy bien allí desde dónde llegaban aquellos pastores, y también a dónde volvían, a dónde regresaban después de haber llegado, tras unos meses, los del invierno, a las dehesas extremeñas. Para ello, es preciso bucear en los antiguos papeles que vieron el origen y posterior desarrollo de la trashumancia, antes y después de la Mesta.

“Trashumar”, es palabra de origen puramente latino (trans, de la otra parte, y humus, tierra). En primer término, se predica del ganado, preferentemente lanar, aunque también de otras especies y, en este sentido, significa “pasar desde las dehesas de invierno a las de verano, y viceversa”. Naturalmente, el ganado, las ovejas, no pueden viajar solas, sino que necesitan unos conductores, sus pastores, que las guían por lo lugares más saludables y benignos. No en vano, Nuestro Señor Jesucristo, es el “Buen Pastor” por excelencia.


En un documentado estudio sobre el “Componente histórico de la Trashumancia en Extremadura”, se afirma que, tras la protohistoria de los procesos trashumantes, protagonizados por los pueblos ibéricos prerrománicos (vetones, lusitanos y turdetanos), los romanos, visigodos, árabes, y también durante la Reconquista y después de ella, la verdadera organización de la trashumancia no se produce hasta la agrupación de las diversas asociaciones gremiales, llamadas “mestas”, en el “Honrado Consejo”, o Consejo de la Mesta, en 1273, bajo el Rey Alfonso X El Sabio. Ello cobró notable importancia en la explotación del potencial ganadero extremeño, merced a la afluencia hacia los lugares de frescos y abundantes pastos en verano, para regresar a Extremadura en los meses de invierno. A su vez, no sólo los grandes imperios ganaderos, los de la Nobleza y las Órdenes religiosas, practicaban la trashumancia. También lo hicieron los pequeños y humildes propietarios de ganado y rebaños de dentro y fuera de Extremadura, en un flujo continuo verano-invierno muy intenso.
Y son los propios extremeños quiénes nos dicen desde dónde llegaban los rebaños, fundamentalmente desde el Norte, a los pies de la cornisa cantábrica. En dicho estudio, se dice que, en el “Avance sobre la riqueza pecuaria en 1891”, la provincia de Badajoz se lamenta de que: “Aquellos innumerables rebaños que antiguamente venían de León… desde los meses de Octubre hasta Abril… hoy ya casi por completo han desaparecido”. Es cierto que también se citan otros lugares, pero, en primer lugar, y de forma innumerable   -según se dice-   los rebaños de ovejas venían de León, procedían de las montañas leonesas, en casi todos los partidos judiciales de Cáceres y en nueve de los quince de Badajoz. Precisamente por ello, en el mes de Mayo de 1836, la Asociación General de Ganaderos del Reino, que había sucedido ya a la Mesta, solicitó tarifas especiales a la compañía ferroviaria MZA, que se había extendido rápidamente hasta hacerse con las principales líneas férreas de Extremadura, para transportar entre Cáceres y Astorga el ganado que habría de dirigirse a la zona de Babia, en la Montaña occidental leonesa. Unos treinta y tres años más tarde, el Estado decreta la creación de la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste, cuyo trazado de explotación va a discurrir a través de la llamada “Ruta de la Plata” que, partiendo igualmente de Astorga, y a través de Zamora, Salamanca, Plasencia y Cáceres, llegará por Valencia de Alcántara hasta la Frontera con Portugal.

Tradicionalmente, al hablar de trashumantes, los propios extremeños distinguían entre los “serranos”, procedentes de las áreas de montaña del Sistema Ibérico y los “montañeses”, distribuidos por los Montes de León, incluyendo las sierras sanabresas y palentinas que los delimitan. Y es muy significativo al respecto el testimonio del alcalde mesteño, Manuel del Río, que no sólo distinguía también entre los trashumantes leoneses y los sorianos por las diferencias de sus respectivos ámbitos, sino porque aunque: “Se ha dicho que los sorianos son más antiguos que los montañeses en el pastoreo de ganado trashumante, no se puede negar que las disfrutan más los montañeses.” 



Bien, hasta aquí he podido llegar yo, sin pasión alguna. Espero que algún posible lector de otros lugares, pueda aportar, en su caso, otros argumentos. Un cordial saludo a todos los pastores de ovejas del mundo. Luis Madrigal.-


  

jueves, 3 de marzo de 2011

SE ESFUERZA LA RAZÓN... PERO EL AMOR NO MUERE



Tiembla inquieta un vela y no se apaga,
aunque muera la cera que crepita,
como un corazón tierno, que palpita,
no encuentra ya el camino mientras vaga.

Errante, sin errar, sin que mal haga
a otro corazón, que fuera habita
y su lejano eco amor concita,
sin que nada lo evite ni deshaga.

No puede el corazón oír razones,
ni la razón sentir... Ni el pecho herido,
mientras gotea sangre, oír canciones.

No puede mi razón, por más querido
sea  -al fin-  el fin de mis pasiones,
al amor dejar hoy, si ayer ha sido.


Luis Madrigal










Música Culta (XXXVIII) Giovanni Battista BONONCINI (1670-1747)




Giovanni Battista Bononcini

(Módena, 1670 – Viena, 1747)


Compositor y Violonchelista italiano del Barroco. Discípulo de Buoni y Colonna, si bien su primera formación musical corrió a cargo de su propio padre, Giovanni Maria Bononcini. Fue Violonchelista en San Petronio de Bolonia, miembro de la Academia Filarmónica y Maestro de Capilla de San Giovanni in Monte. Tras residir en Roma, se trasladó a Viena, donde fue nombrado Compositor de la Corte Imperial. Viajó a Berlín y Londres, al ser allí ya famosas sus óperas, género al que se dedicó fundamentalmente, rivalizando con Händel. Por último abandonó Inglaterra y se retiró a Viena, donde murió en la pobreza. Con él, asi como con su propio padre y su hermano Antonio María, son tres los Bononcini, entre los que es preciso distinguir





martes, 1 de marzo de 2011

EL INVIERNO HO HA TERMINADO... RESTAN 21 DÍAS



PERO PRONTO LLEGARÁ
LA PRIMAVERA



Florecerán las lilas y las rosas
cuando el hiemal retire su pisada…
La blanca nieve, en agua transformada,
vestirá las veredas más hermosas.

Ansiosas por volar, las mariposas
se alzarán en su vuelo, a la alborada.
La luna, del amor enamorada,
alumbrará las noches amorosas.

Tan sólo  -y un día más-  veinte jornadas
han de correr inquietas, tras las horas,
en un reloj de arena condensadas.

Serán entonces claras las auroras
y el sol brillante, en valles y cañadas,
pintará de color las verdes floras.



Luis Madrigal