Yo, no sé inglés (supongo que afortunadamente), pero esta tarde, mientras escuchaba una música tan sensible, que me llegaba tan hondo, por su indescriptible dulzura nostágica ("China Roses", se llamaba), no he podido resistirme a escribir un Soneto, en castellano. Un soneto que también le he prometido a alguien y que, sin duda torpemente, aspira no obstante a nutrirse de la pintura que, arriba, lo ilustra todo.
A AQUEL ÁRBOL QUE SE SECÓ
Te regaba con mimo, día y tarde,
cuando ella era una niña... Un Molino,
bebía sus suspiros y, ambarino,
iluminaba un patio, en bello alarde.
Su cantar era alegre, no cobarde,
y "chirriaba", si el paso era cansino
-cuando cesaba el dulce aire argentino-
como un amigo, al que su pecho arde.
Frente a él estabas tú, árbol caído;
con él, creía ella que tú hablabas...
¡Te dejó tan frondoso y florecido...!
Y, al volver, con dolor, ya te secabas.
Mas, junto a aquel Molino, aun abatido,
molino y árbol vieron cómo amabas.
Luis Madrigal
1 comentario:
Hermoso, Luis.
Ese árbol caído dió lugar a la hierba verde.
Te dejo un abrazo gigante.
Alicia
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