Creo firmemente que uno de los más grandes y sublimes valores humanos, individuales y sobre todo colectivos, tras el amor y la juticia, es la paz. La paz es la íntima reconciliación con uno mismo y con los que nos acompañan en el camino. Pero, sin el amor y la justicia, no es posible la paz. Las relaciones humanas, y las relaciones entre las organizaciones de la convivencia política, que llamamos los Estados, han de ser, en primer lugar y siempre, hasta agotar el límite máximo, de coordinación, y sobre todo de cooperación. La Diplomacia, y los programas de ayuda internacional, son el primer eslabón para alcanzar la paz entre las naciones. Pero, cuando esto no pueden ser, entran en juego otras instituciones, tan nobles quizá, y tan pacificas, contra lo que paradójicamente pudiera parecer. Son los Ejércitos, las Fuerzas Armadas. Cuando yo estaba aún en mi última etapa en la Universidad, se puso de moda en España, sin duda como reacción al franquismo, a la Dictadura militar, el ser antimilitarista y el "no creer en la Patria". Yo sé muy bien quiénes eran entonces los patrocinadores e instigadores de la fobia antimilitarista. Ahora parece que ya no tanto, aunque pienso y me temo que siempre lo serán.
Hoy, al repasar mi fugaz histotria militar, veo con simpatía a aquellos hombres, a aquellos militares españoles, que fueron el estamento, las gentes peor tratadas por el General Franco, pese a que a algunos les parezca lo contrario. Pero, en general, y de una forma muy aséptica, miro con simpatía a toda la Institución militar, a la de España, que es mi Patria, y a las de todas las Patrias de la Tierra. A las de las Patrias libres, naturalmente, no las que propugnan la opresión y asfixian la libertad. Me parece una simple utopía, bajo el pretexto de la paz, que es sin duda un gran ideal, pretender que puede disuadirse la injusta intemperancia de los hombres, o de las naciones, acudiendo simplemente a "buenas intenciones" y actitudes aprioristicamente antimilitaristas. La guerra, toda guerra es intrínecamente un mal, pero no por ello puede evitarse en ocasiones, cuando es preciso defender valores mucho más próximos a la verdad , la dignidad y la justicia. E incluso a la paz. Sí, precisamente para que la paz pueda imponerse, es rigurosamente necesario a veces que se produzca la guerra. Para poder obtener la victoria frente al mal.
Lo he buscado tenazmente, durante horas, y no he podido encontrarlo tal y como literalmente se enuncia el adagio: "Si vis pacem, para bellum". Perdona, querido MAN, pero no me digas que esto no lo puedes traducir, o no lo has oído nunca. Con tu permiso, y el general, traduzco. Es muy fácil: "Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Digo que lo he buscado, sin encontrarlo con esa literalidad, en la no muy gran obra, pero sí muy citada y comentada por los latinistas, el "Epitoma rei militaris" (o "Compendio del Arte de la Guerra"), del escritor latino, del siglo IV de nuestra era, Flavius Vegetius Renatus. Y no lo he encontrado en ninguna de sus partes, pese a haber invertido, por pura cabezonería, un buen puñados de horas. Pero sí pude encontrar al fin, sin duda, el origen, la raíz misma de aquel aforismo, en la obra ya ciatada. Vuelvo a pedir perdón. En el prefacio de la parte III, escribe Flavius Vegetius: "Igitur qui desiderat pacem, praeparent bellum; qui victoriam cupit, milites imbuat diligenter; qui secundos optat eventus, dimicet arte, non casu. Memo provocare, nemo audet offendere, quem intellegit superiorem esse pugnaturum". Vuelvo a traducir: "Así pues, quien desee la paz, prepárese para la guerra. Quien quiera obtener la victoria, instruya a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito, luche con estrategia, y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate". ¿Acaso no es así?. Es cierto que la "prepotencia" y altanería militar, ha conducido al mundo muchas veces en la Historia a la catástrofe y al caos, pero también es cierto que gracias al arte militar se han obtenido bienes no escasos, cuando las Armas se emplean con nobleza y gallardía, al servicio de la justicia, de la libertad, y por tanto de la paz.
Fué un soldado, y además uno de los más grandes talentos de nuestra Literatura, Don Pedro Calderón de la Barca, un soldado poeta, que luchó en Flandes, quién escribió aquellos famosos versos, honrando a la Familia militar:
Hoy, al repasar mi fugaz histotria militar, veo con simpatía a aquellos hombres, a aquellos militares españoles, que fueron el estamento, las gentes peor tratadas por el General Franco, pese a que a algunos les parezca lo contrario. Pero, en general, y de una forma muy aséptica, miro con simpatía a toda la Institución militar, a la de España, que es mi Patria, y a las de todas las Patrias de la Tierra. A las de las Patrias libres, naturalmente, no las que propugnan la opresión y asfixian la libertad. Me parece una simple utopía, bajo el pretexto de la paz, que es sin duda un gran ideal, pretender que puede disuadirse la injusta intemperancia de los hombres, o de las naciones, acudiendo simplemente a "buenas intenciones" y actitudes aprioristicamente antimilitaristas. La guerra, toda guerra es intrínecamente un mal, pero no por ello puede evitarse en ocasiones, cuando es preciso defender valores mucho más próximos a la verdad , la dignidad y la justicia. E incluso a la paz. Sí, precisamente para que la paz pueda imponerse, es rigurosamente necesario a veces que se produzca la guerra. Para poder obtener la victoria frente al mal.
Lo he buscado tenazmente, durante horas, y no he podido encontrarlo tal y como literalmente se enuncia el adagio: "Si vis pacem, para bellum". Perdona, querido MAN, pero no me digas que esto no lo puedes traducir, o no lo has oído nunca. Con tu permiso, y el general, traduzco. Es muy fácil: "Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Digo que lo he buscado, sin encontrarlo con esa literalidad, en la no muy gran obra, pero sí muy citada y comentada por los latinistas, el "Epitoma rei militaris" (o "Compendio del Arte de la Guerra"), del escritor latino, del siglo IV de nuestra era, Flavius Vegetius Renatus. Y no lo he encontrado en ninguna de sus partes, pese a haber invertido, por pura cabezonería, un buen puñados de horas. Pero sí pude encontrar al fin, sin duda, el origen, la raíz misma de aquel aforismo, en la obra ya ciatada. Vuelvo a pedir perdón. En el prefacio de la parte III, escribe Flavius Vegetius: "Igitur qui desiderat pacem, praeparent bellum; qui victoriam cupit, milites imbuat diligenter; qui secundos optat eventus, dimicet arte, non casu. Memo provocare, nemo audet offendere, quem intellegit superiorem esse pugnaturum". Vuelvo a traducir: "Así pues, quien desee la paz, prepárese para la guerra. Quien quiera obtener la victoria, instruya a sus soldados con diligencia. Quien aspire al éxito, luche con estrategia, y no lo deje al azar. Nadie se atreve a provocar u ofender a quien ve como superior en el combate". ¿Acaso no es así?. Es cierto que la "prepotencia" y altanería militar, ha conducido al mundo muchas veces en la Historia a la catástrofe y al caos, pero también es cierto que gracias al arte militar se han obtenido bienes no escasos, cuando las Armas se emplean con nobleza y gallardía, al servicio de la justicia, de la libertad, y por tanto de la paz.
Fué un soldado, y además uno de los más grandes talentos de nuestra Literatura, Don Pedro Calderón de la Barca, un soldado poeta, que luchó en Flandes, quién escribió aquellos famosos versos, honrando a la Familia militar:
"Aquí, en fin, la cortesía,
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados".
el buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son
caudal de pobres soldados;
que en buena o mala fortuna
la milicia no es más que una
religión de hombres honrados".
Sí, creo que eso, muy en general, es una gran verdad, dentro de lo que dice Don Pedro, que debió observar bien en Flandes todas esas virtudes. Yo recuerdo, con cierta añoranza mis ya lejanos dias militares, cuando fuí Oficial de Complemento en Practicas, de aquella institución militar universitaria que se llamó la I.P.S. , o Instrucción Premilitar Superior. No eramos nosotros unos vocacionados hombres de armas, no. Aquello fue una manera cómoda, pero muy digna, de compatibilizar los estudios con el cumplimiento de los deberes militares, cuando éstos lo eran para todos los españoles. Y, salvo muy contadas excepciones, debo decir que allí encontré las virtudes que cita y evoca Calderón, muy lejos ya de Flandes. Recuerdo con especial cariño, mis charlas con el Capitán Velasco, aquel gran humanista, con quien fue un placer intercambiar ideas, en un régimen de absoluta libertad, mientras jugábamos al ajedrez en el Cuerpo de Guardia, las noches en las que él ejercía la función de Capitán de Cuartel (tenía que pernoctar en él, en el acuartelamiento) y yo era el Oficial de Guardia. No podría perdonar a quienes, hacían "tabla rasa" de todo los militares, desconciendo que, entre ellos, y no pocos, sino la gran mayoría, eran verdaderos Caballeros, hombres de honor, que, por una muy escasa retribución económica, estaban siempre dispuestos a ofrecer su vida... Por la Patria, sí. "Todo, por la Patria". Hoy, me complace ofrecer a todos los lectores de este humilde Blog un documento espectacular, el video que se incluye a continuación. Es del Ejército noruego, pero no importa cual sea. Y sólo se trata de un detalle. Pero un detalle que pone de manifiesto, aunque superficialmente, algunas, o muchas, de las virtudes que cantó Don Pedro Calderón de la Barca. ¡Veánlo, vedlo, amigos, por favor. A mí, me ha parecido impresionante. Con mi estrecho abrazo a toda la gran Familia militar del mundo entero. Del mundo libre, desde luego. Luis Madrigal.-
6 comentarios:
Te he leído muy atentamente, y he visto el video. Entiendo que, desgraciadamente, hoy por hoy, los ejercitos sean necesarios. La amenaza constante que sufren muchos paises con respecto a otros nos obliga a defendernos. Es cierto el dicho de que sólo se puede ser pacifista cuando tienes un ejercito que te cubre las espaldas. Pero, estimado Luis, ¿no crees que te has olvidado de la otra cara de la guerra? Nos traes un video impresionante, de una belleza plastica increíble, donde un grupo de soldados escenifican un espectáculo coreográfico perfecto. ¿Cómo no estremecerse ante estos hombres que son capaces de sacrificar horas de ensayo por el grupo? No hay nada más bello que un grupo de persona sincronizadas a la perfección para una tarea común, de alguna manera sientes ese espíritu común existe. Pero no puedo olvidarme de que la guerra implica muerte, que con las armas de estos soldados se mata inocentes y que en al campo de batalla no suena esa música ni se mueven tan bonito; suenan cañonazos y gritos, y el suelo no brilla como en este escenario, sino que esta plagado de sangre y carne destrozada. Sueño con que algún día la guerra sea sólo eso, una coreografía preciosa para exponer ante gente arreglada de domingo que aplaude mientras sonríe.
Un abrazo.
Me alegro encontrar una nueva entrada. Pensé que te encontrabas enfermo o que algo te ocurría.
Me siento abrazada, porque abrazándome a mí le llega el abrazo a mi padre. Sí Luis, mi padre fue militar, todo un teniente coronel de los de entonces, que amaba su profesión, daba la vida por España y se cuadraba por teléfono ante sus superiores.
A mí me cansaba un poco por la rebeldía de los años, pero pocas personas he conocido tan fiel, tan
honesta y honrada como él. Fue un auténtico ejemplo para sus hijos.
Hizo que conociéramos la guerra a través de sus labios y experiencias, y te aseguro, que nos contó tantas barbaridades, que no quisiera, bajo ningún concepto, que nadie, nadie, tuviera que vivir de nuevo aquellos momentos tan duros.
No he podido ver el vídeo. Después volveré.
Un abrazo y muchas gracias por compartir esta entrada.
Para llegar a esta perfección de exhibición tienen que tener un alto grado de espíritu militar. Son muchas horas de sacrificio y trabajo por su patria primero; no te quepa la menor duda. Muy bonito.
Lo conozco muy de cerca.
Muy aleccionador.
Os entiendo perfectamente a las dos y creo que estamos todos de acuerdo. Amamos la paz sobre todas las cosas. Los militares de profesión, también, sin duda alguna, sólo que ellos han entendido, o sentido, que el valor no es más que la superación del miedo. Por desgracia, la injusticia, la intemperancia, el egoísmo de los poderosos, no sé si algún día tendrá fin. Mientras tranto, querida Mercedes, tendrá que haber Ejércitos. "C", no sabía que tu padre hubiese sido uno de aquellos Caballeros con los que yo tuve el honor de encontrarme. Te abrazo en él nuevamente. Un beso. Luis.-
No soy militar, me gustan los valores de la milicia, la lealtad, la capacidad de sacrificio, la disciplina, la caballerosidad, la valentía etc.
Desgraciadamente cuando hice el servicio militar, vi que esas virtudes están encarnadas en muy pocas personas. Recuerdo a aquel sargento alto, con abundante pelo, y poblada barba pelirroja, que con sus voz profunda y arronquillada, me decía " Tejada estos cab..... creen que servir a la Patria es serviles a ellos", algunos pitaban sus coches muy barato en el taller, otros utilizaban a los soldados para atusar el pelo de sus cuadra particular de caballos fuera del cuartel etc, etc. Esto era en la Academia de Ingenieros de Burgos.
En este sargento si vi un hombre honrado de la milicia, exigente y a la vez cercano a las necesidades de la tropa.
Un abrazo.
Sí, es posible. El hombre es un ser muy limitado, en cualquier profesión,oficio o incluso ministerio, incluido el sacerdotal. Es posible que encontrase usted eso que dice, no puedo ponerlo en duda. Yo, también ví a algun "ejemplo" por aquellos pagos. Pero, eso no importa. Los que importan son los valores que usted dice admirar, querido amigo. Siga adnmirándolos, porque en ellos está la verdad. Un cordial saludo y muchas gracias por su comentario.
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