Acabamos de celebrar los más grandes Misterios de cuantos nuestra Fe encierra. Han sido tan intensas estas jornadas de Semana Santa, ha habido tanta aglomeración interior en nuestro espíritu, que no hay inconveniente en admitir y en confesar que nos encontramos espiritualmente "empachados", después de tan larga serie de acontecimientos. En realidad, cuanto hemos recordado tan sólo sucedió una vez en la Historia, para nunca más volver a pasar. Sin embargo, cada año, vuelve a recordarse, como si sucediera siempre, todos los años. Esto es bueno, puesto que así cobramos nuevamente fuerzas para vivir lo que en tales fechas nos proponemos, hasta el año siguiente. Pero, también por ello, como siempre que es preciso "hacer la digestión" tras una abundante comida, se impone una reflexión pausada y serena acerca de cuanto hemos vivido y prometido hacer en la vida. Porque, sin esto, sin vida por nuestra parte, todo habría sido inútil. Y, sobre todo, porque, como es frecuente oír y hasta decir, "la vida sigue". Nos está esperando ahí fuera, en las calles, en la plazas. A mí, en estas calles abarrotadas de Madrid, que reflejan las imágenes precedentes, y en las que todas las noches, en muy diferentes puntos, se acumulan y concentran los "sin techo", que dormirán entre cartones envueltos en una manta. Tampoco es preciso ir muy lejos. Tal vez, en nuestra misma casa en la que vivimos, hay alguien que gime por muy diversos motivos, sin habernos parado a pensar nunca que tan cerca de nosotros puede habitar el dolor, la soledad o la tristeza. Por eso hay que mirar hacia dentro, pero también hacia afuera. Lo primero, para ratificarnos en nuestro propósito más firme de caminar hacia la Cruz que se abate sobre tantos seres humanos, en cada rincón por el que podamos discurrir. Lo segundo, para salir desde dentro de nosotros en busca de los que sufren y tratar de llevarlos un poco de compañía, o de ayuda y, sobre todo, de ternura y de amor. Porque, para eso hemos recordado aquellos grandes Misterios, los únicos que pueden dar sentido a nuestra vida, durante la Semana que acaba de concluir. Y sin esa atención permanente a quienes no son "yo", pero caminan a mi lado, de nada me puede haber servido tanto sagrado recuerdo ni tanta contemplación. Terminó la hora de predicar, es la hora de "dar trigo". Cada uno el que deba y el que pueda. No hace falta más. Luis Madrigal.-
lunes, 5 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Buenos días, Luis. Al entrar a tu espacio, se siente mucha paz. También la música contribuye. Tu texto es un texto muy humano. Creo que deberíamos empezar por brindar amor y comprensión a las personas más cercanas a nosotros y tratar de conservar la familia unida y solidaria. Si cada uno de nosotros pensáramos en la importancia que tiene la familia, veríamos que solo con eso estaríamos haciendo un trabajo cristiano. Un saludo cordial, y feliz inicio de semana.
Hasta pronto.
Pues sí, ahora, después de la reflexión, de recordar, de hacer nuevos propósitos, de renovarse en definitiva, ha llegado la hora de poner en práctica todo lo sentido. Lo intentaremos.
Saludos y hasta pronto.
Hermoso texto Luis y comparto los pensamientos , ojalá todos pudiéramos comenzar por nuestro entorno y así ir extendiéndolo cada vez más...es precisamente allí donde se comienza...duele en el corazón saber de alguien abandonado...a mí me parte el alma los animalitos, los perros abandonados a su suerte...te miran y te das cuenta que poco y nada puedes hacer...le puedes acercar alimento pero no puedes llevártelos a casa...No sé es un tema escabroso pero siempre existe la esperanza que este nuevo Paso del Señor, una vez más por nuestras vidas, no sea en vano que al menos el Amor y la Misericordia queden prendidos en nuestros corazones,para que cada uno pueda actuar, tal vez, de alguna manera.
Gracias , es un lindo texto de reflexión.
Cariños Luis
Gracias Luis por tu reflexión... realmente es asi... llegó la hora de dar trigo... Cada uno desde su lugar, desde su mundo... aportando lo que desee... dandose... y amandose... te envío mi cariño y muchos abrazos!!
Así es y ahora más que nunca pues esta "sequía pertinaz" que nos han traído está dejando muchas victimas por el camino. Son los pobres de la vergüenza; los que nunca anteriormente había comido en comedores de Cáritas o de instituciones (oye, mira por donde) casi siempre de la iglesia que no mira quien eres o qué religión profesas.
Y démosle gracias a Dios, comamos donde comamos, por el pan nuestro de cada día.
Algunas personas tienen ya asignado un porcentaje de sus ingresos destinados a los pobres y sería muy bueno que se extendiera esa norma. Es como una parte fija más de tus "gastos", aparte del día a día.
Es cierto que "Pobres siempre los tendréis entre vosotros" pero ahora el pobre es tu vecino, pariente o amigo con el que te cruzas los "buenosdías" que no se atreverá nunca a pedirte nada por vergüenza pero siempre podrás encontrar la manera de hacerle llegar tu ayuda anónima. Las ranuras de debajo de las puertas suelen ser suficientemente grandes como para que pase un sobre anónimo y si este es "muy abultado" está el buzón del correo.
Y luego está Cáritas u otros movimientos sociales de la Iglesia que administran con eficacia, aunque a los servicio sociales de muchos ayuntamientos les fastidie (con J) y quieran ser ellos los que canalicen la ayuda social. Yo personalmente me firía más de Cáritas, para lo general y del sobrecico por debajo de la puerta para lo particular.
Todo el bien que podamos hacer viene de Dios y sólo de Él. "Sin mí no podéis hacer nada"
Debemos tener una auténtica sensibilidad ante los sufrimientos del prójimo y una verdadera compasión. Sólo así aumentaremos nuestra sensibilidad hacia los otros y nos haremos disponibles para el prójimo.
Gracias y un fuerte abrazo
¡Magnífico!. Veo que estamos todos de acuerdo. Ahora sólo nos falta poner manos a la obra. Lo que finalmente tú has dicho, querida "C", me parece a mí muy sutil y profundo. Primero, Dios. Es ciero. A Él se deben todo honor y gloria. Hoy se habla, hablamos todos, de la compasión hacia el hombre que sufre, porque también decimos que Dios vive dentro de cada hombre. Y esto también es verdad. Pero se habla, hablamos, poco de Dios, en sí mismo, en cuanto sujeto de adoración y culto, de latría, que no es otra cosa sino, precisamente eso, el culto y adoración que sólo se debe a Dios, y no a ningún hombre. A ninguno, sea éste quien pueda ser, incluidos los "santones", alguno de ellos especialemnete famosos en nuestros días. Además, se nos olvida en exceso que, si Dios está dentro de cada hombre, especialmenete de los más pobres y desdichados, es tan sólo por su infinita Misericordia. En conclusión, estamos todos en total acuerdo. Ahora, sólo nos falta ponernos en marcha, poner "manos a la obra". Sin Él, nada. Pero también es verdad que Él nos necesita a nosotros, porque nada puede hacer el mismo Dios, sin nosotros, por esos desdichados que carecen del pan, del amor, de la compañía, de la amistad de una mano y un corazón amigos, que los quiera de verdad, por ser también hijos suyos. Un cordial saludo a todos. Luis.-
Publicar un comentario