viernes, 2 de abril de 2010

VIERNES SANTO (I)





ESTÁ EL CIELO ENSANGRENTADO

Es otro Viernes. Al caer la tarde,
esta el cielo rojizo, ensangrentado.
De sus manos y pies, de su costado,
brota la sangre, en eterno alarde.

Viene a mí la Esperanza... ¡Que no tarde!
Junto a la Cruz de aquel Crucificado,
la Redención, al fin, se ha consumado.
El fuego, se ha apagado... ¡Ya no arde!

El cosmos sideral en movimiento,
el universo, en expansión constante,
cubre el negro agujero. En un momento,

sumisos los neutrones, al instante,
de su átomo ponen el acento
en una supernova muy brillante.

                                 Alphonso Carbajal



 

 A CRISTO CRUCIFICADO

Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero y desespero
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.

José Bergamín




 

 DAME LA VIDA, YA QUE MUERO

¡Bendita sea la Cruz en que expiraste
y tu divina Sangre derramada...!
Y el agua que brotó de la lanzada
que  -tu costado exangüe-  derramaste.

Con ello, mi agonía desterraste
por siempre, haciendo eterna la morada
en que, sin fin, mi alma enamorada
con cuánto amor sabrá Tú me creaste.

Muero, mi Dios, lo mismo que Tú mueres,
al mundo que se agita, tan altivo.
Haz que vea lo mismo que tu vieres.

Y de tu suave yugo sea cautivo,
para que se haga en mí lo que Tu quieres
y, tras mi muerte, siempre esté yo vivo.

                                            Luis Madrigal




 

SONETO A JESÚS CRUCIFICADO

¡Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía".

¡Y cuántas, hermosura soberana,
"mañana le abriremos", respondía,
para lo mismo responder mañana.

Lope de Vega





3 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Hermosísimos poemas para un día como hoy, en el que a pesar de la tristeza nos llenamos de fe y esperanza.
Un abrazo.

Mariana dijo...

Muy selecto Luis, como siempre.
Excelente trabajo.
Cariños...Hoy es un día de silencio y meditación...el cielo siempre queda triste...

Luis Madrigal Tascón dijo...

Muchas gracias a las dos, Mercedes y Mariana. Espero que os sirva para algo verdaderamente importante. Por ejemplo, para profundizar más y más en lo que estamos viviendo, después de que vaya pasando. Un abrazo. Luis.