NADA PREGUNTO
Nada pregunto... Nadie me responde.
Si mi mudo silencio es un vacío,
ninguna voz, en estruendoso río,
sabría qué decir, ni sabe adónde
conduce la tiniebla en que se esconde.
Ojos muertos, que ciega el albedrío
del torpe instinto esclavo... El desvarío
en necio caminar, sin saber donde.
Desaliñado espíritu, que besa
el lodo más abyecto y que, su alma,
arrastra por el fango, herida y lesa.
Alarido sin luz, bestia sin calma;
monstruoso pesar, que tanto pesa:
Jamás sabrás donde crece la palma.
Luis Madrigal
6 comentarios:
"Ojos muertos, que ciega el albedrío"
El albedrío ¿No será una justificación
para poder inclinarnos a acciones impulsivas, que luego nos hagan sentir culpa?
Bello poema como siempre.
Saludos cordiales,
Un hermoso soneto que camina por una senda que llega a la orilla de otra alma. Encontró su destino y su palabra no está en soledad, sino en la "soledad sonora" que tantos perseguimos.
Luis ¿quien es ese monstruo en el que estabas pensando?. ¿Quizá el que pisándola nunca sabrá donde crece la palma?. Sería muy sutil.
Un abrazo
¡Por Dios, Aída, eso no puede ser el libre albedrío...! Hasta la duda acerca de ello, reviste una connotación nietzscheana. El ser humano, esecialmentes, es su libertad. Las cicusntancias exteriores a ella pueden condicionarla, pero no determinasla. Naturalmente, la libertad -su ejercicio- tiene un precio, a veces muy alto, pero "yo", no es que sea libre, sino que soy "el libre substantivo". La libertad no es un adjetivo ("El hombre, es libre), sino un sustantivo ("Libre es el hombre, sólo él") Podrán torturarlo, cargarlo de cadenas, podrán matarlo... pero no podrán parar su voluntad, esa fuerza interior, que supera su propia manifestación exterior y, en consecuencia sólo ella legitima y perfecciona los actos jurídicos del hombre: Los actos humanos positivos y libres. El sentimiento de culpa no deriva de la libertad, sino de nuestra popia conciencia, rectamente formada. Un beso Aída.
Gracias, Isabel. No sé muy bien si el Soneto encontró o no su destino. Sólo puedo percibir a mi alrededor el caos antropológico que parace va a ahogarnos en cualquier momento, para que ya ni siquiera podamos respirar. La palabra nunca puede estar en soledad, desde luego, proque ya Machado pudo enseñarnpos a "dialogar con el hombre que siempre va conmigo". Un beso, Isabel.-
Sí, querido MAN, la palma... de la planta del pie, aplastará la cabeza a este Monstruo que trata de asfixiarnos. Está escrito. Confía en la Palabra, porque no pasará, aunque antes pasen el cielo y la tierra. Un fuerte abrazo, querido MAN.
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