... A PORTUGAL Y A NUESTRA AMÉRICA
Celebra en el día de hoy la Iglesia Católica la Festividad de Santiago Apóstol, o bien de Santiago el Zebedeo, en lengua aramea Yaakov Bar-Zebdr, llamado también Santiago el Mayor, para distinguirlo del otro Apóstol de Jesús, llamado también Santiago, el Menor, o Santiago de Alfeo. Este Santiago nuestro -Sant Yago- Patrón de España, de hondas raíces en Portugal y en prácticamente toda Iberoamérica -también en toda Europa- nació en Betsaida (Galilea), y era cinco años mayor que Jesús de Nazaret, puesto que vino el mundo, en el año 5 a.C. Fueron sus padres, Zebedeo y Salomé, y era hermano de Juan, el discípulado amado, el Evangelista. Dicen que Jesús, llamó a estos dos hermanos "boarnegués", es decir, "hijos del trueno". El Evangelio de la Misa de hoy, tomado de los Hechos de los Apóstoles (Hc 12, 2) nos cuenta cómo su madre, Salomé, se postró ante Jesús para pedirle que sus dos hijos se sentasen, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Esto produjo una especie de "agravio comparativo", entre los demás discípulos del Señor, que se indignaron ante semejante pretensión. ¡Hay que ver lo pedigüeñas que son las madres!. Pero Jesús, reunió a los Doce y les dijo: En mi Reino, las cosas no funcionan así, como funcionaban, digamos (por poner un ejemplo que yo conozco muy bien y muy de cerca), como funcionaban en España, en la RENFE, sobre todo en la época de la Primera Barbarie del PSOE, y estoy seguro que en todas las demás. Aquí en mi Reino, les dijo Jesús, si alguno de vosotros quiere ser el primero, tendrá que ser el ultimo de todos y el servidor de todos... Porque, Yo no he vendio al mundo -añadió- a ser servido, sino a servir. Antes, había preguntado a los dos hermanos si acaso podrían beber ellos el Cáliz que Él habría de beber. ¡Podemos...!, contestaron con resuelta energía ambos. Y, precisamente, el primero de todos los discípulos de Jesús en beber ese cáliz, fue Santiago, nuestro Apostol, nuestro Padre en la Fe. El Evagelizador de España, seguramente -se dice- también de Portugal y, a través de las dos naciones ibéricas, de casi toda la América, fundamentalmente la del Sur, pero también la del Centro, y hasta la del Norte.
El hecho, históricamente probado, de que Santiago el Zebedeo sufriese el martirio en Jerusalém, hacia el año 44, degollado a filo de espada por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea -como hoy nos recuerda la lectura de los Hechos de los Apóstoles- ha incrementado siempre, no ya la duda, sino sembrado un mar de confusión, extendiendo la leyenda sobre Santiago mucho más allá de lo perfectamente explicable. Porque, ¿cómo podría haber predicado el Apóstol de España, a orillas del Iberus, en Cesaraugusta, recibiendo la visita de Nuestra Señora en carne mortal, esto es, mucho antes de su gloriosa Asunción a los Cielos, si ya había sido martirizado en Palestina? Hubo un tiempo en que, para resolver el dilema, se decía que, después de muerto por Herodes Agripa, sus discípulos habían llevado los despojos, a través del Mediterráneo, desde Palestina hasta Galicia, bordeando las entonces despobladas costas de Portugal, y de ahí el arraigo del Apóstol en la nación lusitana. Pero, además de la Tradición -que para la apologética cristiana constituye fuente de Revelación, al igual que la Escritura- las modernas investigaciones historiográficas permiten establecer otras hipótesis, perfectamenete racionales, acreditadas con la autoridad de la erudición. Puede verse, entre otras, la obra de un gran historiador español, repúblicano y exilado en la Argentina, pero de un hondo rigor científico, Claudio Sánchez Albornoz, en "Compostellanum 16" (1971). Es cierto que se produce un silencio de más de seis siglos, pero se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de un cementerio de origen celta, reutilizado posteriormente por los primitivos cristianos, que alberga la posibilidad de haber acogido los restos del Apóstol, con independencia del lugar exacto en el que, el ermitaño Pelayo (o Paio), viese aquellas luces merodear sobre un monte deshabitado. Y ya no puede considerarse meramente conjetural e inverosímil, que en aquel monte, o bosque, el Liberun Donum, pudiesen encontrar, por mandato del Obispo de Iria Flavia, Teodomiro, que ordenó la búsqueda, una tumba en la que se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo. Y como aquellas luces parecían simular el reflejo de alguna estrella, se llamo a aquel lugar "Campus Stellae" (Campo de la Estrella), origen etimológico de la palbra Compostela. Y no sólo es eso, sino también que en la tumba encontrada hallaron una inscripción que sirvió para identificar los restos mortales del Apóstol, lo que motivó el informe del Obispo Teodomiro al Rey Alfonso II de Asturias, y de la naciente España.
¿Cómo, entonces, si Santiago padeció el martirio en Jerusalém, en el año 44 de nuestra era, pudo ser enterrado en España, en Compostela, sin duda alguna antes del año 813? La historiografía ofrece una explicación muy sencilla. Santiago, estuvo en España dos veces. La primera, vivo, tras haberle sido encomendada por el Colegio apostólico la predicación del Evangelio en las remotas tierra del mundo entonces conocido, el "Finis Terrae". En aquella ocasión, alcanzó las costas de Galicia -la Gallaecia romana- hasta la desembocadura del Río Ulla. Sin embargo, no tuvo mucho éxito en su predicación, por lo que decidió regresar a Jerusalém, y fue entonces cuando y donde, sin perjuicio de la leyenda del Pilar -"Bendita sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza"- la tradición le sitúa junto a sus discípulos (los Siete Varones Apostólicos, posteriormente ordenados obispos por San Pedro en Roma), dado que pudo regresar por ese camino, al decidir volver a Jerusalem, en el año 44, donde fue torturado y decapitado por Herodes Agripa. Al prohibir éste, además que fuerse enterrado, los discípulos del mayor de los Zebedeo, una noche, dentro del mayor secreto, trasladaron su cuerpo hasta la orilla del mar, donde encontraron una barca preparada para navegar. Así llegaron nuevamente a Galicia, remontando de nuevo el Río Ulla hasta el puerto romano, en la costa gallega, de Iria Flavia, que era entonces la capital de la Gallaecia. Allí enterraron su cuerpo, en un cementerio, o compostum -término del que también se ha querido hacer derivar etimológicamente el de Compostela- en el bosque cercano de Liberum Donum, donde levantaron un altar sobre el arca de mármol.
Cuando, tras siglos de silencio, Alfonso II, enterado del hallazgo, en el año 813, ordena construir un santuario encima del cementerio (compositum), los guereros cristianos, que luchaban contra la expansión de Al-Andalus, reciben una fuerte infusión de valor. Y así, posiblemente, surge otra leyenda, la de la aparición del Apóstol Santiago, sobre un caballo blanco, luchando en la Batalla de Clavijo, junto a las huestes cristianas de Ramiro I de Asturias, que eran notablemente inferiores a las del ejercito musulmán de Abderramán II de Córdoba.
Fachada principal de la
Catedral de Santiago de Compostela (España)
Escultura del Santiago "Matamoros"
(Imagen en Carrión de los Condes, Palencia)
Efectivamente, el día 23 de Mayo del año 844, en el Campo de la Matanza, en las cercanías de Clavijo (La Rioja) se libró la Batalla de Clavijo. Aquella batalla había tenido su origen en la negativa de Ramiro I a seguir pagando a los Emires de Córdoba el "Tributo de las Cien Doncellas", destinadas a los harenes musulmanes. El Harén musulmán, a los ojos de los cristianos, no podía tener entonces otra consideración sino la de un grupo de hembras para convivir con un macho único en la época de la procreación, como ocurre entre los ciervos. Ramiro I, no transigió más. Y cuentan las crónicas que el Rey tuvo un sueño la noche anterior a la Batalla, en el que se le aparecía el Apóstol Santiago, prometiendo su presencia en la lucha al día siguiente y la victoria en la misma. Posiblemente el sueño fue real y el Rey lo relató a sus fieles. A partir de él pudo surgir la leyenda. Entre los españoles de siempre se hizo un juego de lógica del absurdo, la tradicional pregunta que se hace a los niños: ¿De qué color es el caballo blanco de Santiago?. El caballo blanco de Santiago, ha sido todo un símbolo y el "Santiago y cierra España", el lema de la Caballería española. Unas cosas sí, aunque quiza otras no, pueden ser tan sólo leyenda. Pero lo que es cierto y real es que los timbales que sonaron en la Batalla de Clavijo, se conservan en la Catedral de León. Yo, los he visto y oído muchas veces. Es un son ronco, aguerrido, dispuesto a la lucha, que armoniza con el lema del Arma de Caballería, porque "cerrar", en esos términos militares, significa "trabar combate". Y, como tal expresión, sonó, por vez primera, no en la Batalla de Clavijo, sino en la de Las Navas de Tolosa, que prácticamente acabó con la dominación islámica en España. En realidad, hay que intercalar una coma: "Cierra, España". Es el mismo "Cierra, España" al que alude Don Miguel de Cervantes en su inmortal obra. Esto es, "Lucha, España". Entra en combate. Salva tus valores y tu gloriosa historia, tu espiritualidad y la fe que llevaste a través del Mar a otros pueblos hermanos. Allí, en ese Continente, enfrente del inmenso Mar, se encuentra numerosas veces duplicado el nombre de Santiago. Además de las 8 de España, y... ¡ de las 29 de Portugal! (incluidas 2 en Cabo Verde), tienen el mismo nombre: Una Ciudad, en La Argentina (Santiago del Estero); Una, en Chile, su Capital, Santiago de Chile; Tres, en Bolivia; Dos, en Brasil; Una, en Colombia; Dos, en Cuba; Tres, en Ecuador; Cuatro, en El Salvador; Una, en los Estados Unidos (USA) -Santiago de Lomas-; Tres en Filipinas; Tres en Guatemala; Una, en Guinea Ecuatorial; Una, en Honduras, Siete, en Méjico; Una, en Nicaragua; Una, en Panamá, Una, en Paraguay; Una, en Puerto Rico; Una, en Uruguay, y Dos en Venezuela.
A todas estas Ciudades abrazo yo hoy, humildemente, pero lleno de fervor y de Hispanidad. Porque, España -lo diré una vez más- más que europea es hispánica. Tiende sus ojos al otro lado del Mar, para encontrar allí lo que verdaderamente es suyo propio. Aunque, ciertamente, también es europea, quizá más que ninguna otra nación de Europa, si por europeismo ha de entenderse el espíritu y la raíz de la Europa cristiana; de la Europa que, a partir del s. XI, peregrina multitudinariamente a Compostela, para encontrar allí también sus más profundas y primitivas raíces, y mucho más aún desde que, entre los s. XII y XIII se escribiera el "Codex Calixtino", primera guía del peregrino, al otorgar el Papa Calixto II a la Iglesia Compostelana el "Jubileo del Año Santo", que Alejandro III declaró perpetuo. Con ello, Santiago de Compostela, es la Ciudad Santa, junto a Jerusalém y Roma. Y por ello, Señor Santiago:
¡Salva hoy a España, hundida en su cota más degradante y oscura; al Hermano Portugal; a todas las Naciones hermanas de América. Pero, también a esta vieja y corrompida Europa. Salvanos del nihilismo, de la vaciedad, de la naúsea, de la codicia y voracidad; del egoísmo de los más ricos, de la intolerancia y dominación de los déspotas; de la injusticia y de la ruina, económica y moral. De la mediocridad y el aburrimiento; del odio y el rencor de los peores. De esa peste negra, peor que la bubónica medieval, de la sexualidad desenfrenada y sin coto, de instinto infra-animal y pésimo gusto. Sálvanos a todos, Señor Santiago. Sobre todo, a mí mismo. Amén. Luis Madrigal.-
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