Cierto que el juego del futbol, es decir el espectáculo en el que con el tiempo se ha convertido y ha terminado siendo, no merece en absoluto mi interés ni mi aprecio, por no decir todo lo contrario. Pero, pese a ello, no puedo hoy por menos de dedicar un sentido recuerdo y de verter también una lágrima, ante la noticia que he podido leer en los periódicos: El descenso a la Tercera División, y hasta su propia desparición, del club de futbol representativo de mi Ciudad natal, la Cultural y Deportiva Leonesa. En realidad su primer y verdadero nombre, allá por el año 1923 en el que fue fundada, era antes que "Deportiva", el de "Sociedad Cultural", lo cual, aunque sólo fuera por eso, ya parecía despegarse de la pobreza de instrucción que tradicionalmente ha sido característica bastante común, salvo contadas excepciones, de los futbolistas y del mundo del futbol. Y, en una Ciudad que ha dado a España trece reyes, y con Asturias veintiuno, mucho más aún que el club de futbol representativo de la guipuzcoana ciudad de San Sebastián, bien pudo ser inicialmente considerada como "Real Sociedad Cutural y Deportiva Leonesa", nombre sin duda mucho más eufónico y glorioso, por ejemplo, sin que sirva de ofensa, que el de "Rayo Vallecano", u otros por el estilo. Una Sociedad que, ante todo, perseguía y primaba, entre sus objetivos, la extensión de la cultura, como no podía ser menos, dadas las características personales del promotor de su proceso fundacional, el periodista leonés Carmelo Hernández Moro, que firmó durante medio siglo su columna diaria en "El Diario de León" con el pseudónimo de "Lamparilla", gran humanista, a diferencia de los que ahora utilizan por la radio el infinitivo comanche "decir que", entre otras muchas burradas y falta casi total del más elemental acervo cultural. El caso es que, en este ya pasado mes de Junio, según pude leer, a expensas de confirmarse defintivamente la noticia, se ha producido, en principio, el descenso de categoría de "la Cultural", por falta de capacidad económica para pagar el salario (¿habría que decir "honorarios?) de sus jugadores. En esto ha terminado el profesionalismo sin freno, la alocada y absurda carrera de pagar millones y más millones -¡últimamente de euros!- a los futbolistas, mientras los biólogos, investigadores de la causa o causas del cáncer; los inventores, los verdaderos artistas, los médicos y los jueces, perciben cantidades ridículas por el ejercicio de sus transcendentales y socialmente vitales funciones. Pero, eso sí, a unos pequeños brutos del puntapié, del codazo, cuando no del escupitajo y la agresión con el cráneo, "el famoso cabezazo", no al balón, sino a a la cabezota del contrario, a esos, a pagarles, si no millones, miles. Y que siga la fiesta. Muchos clubs, de ciudades no ya como León, sino de mayor población y capacidad económica, habían sucumbido ya antes a causa de este desdichado fenómeno. Y ahora, le ha tocado a León. Bueno, como conclusión, sinceramente me alegraría mucho -sería un honor, para mí- de que León fuese la única ciudad de España sin equipo de futbol. Hace ya años que dispone de un Auditorio de Música, por cuyo escenario desfilan las mejores Orquestas. Y esto es mucho más importante.
Pese a todo lo dicho, yo siento hoy una pena especial, al recordar los días de mi infancia, caminado por la Corredera, hacia aquel viejo campo de futbol, cuyas tapias, en parte, aún eran restos de las viejas murallas de León que no pudo abatir Almanzor. Yo creía entonces que el futbol era algo maravilloso -porque en efecto lo era, dada la belleza objetiva de este juego- pero no podía imaginar en lo que con el tiempo iba a convertrirse. Entonces, algunos jugadores de "la Cultural", ciertamente también eran de fuera de León, no eran leoneses, y algo cobrarían puede ser, pero no eran tampoco estrictamente "profesionales" del futbol. Trabajaban para ganarse la vida con el sudor de su frente, y no exclusivamente con el que les producía correr en el campo, que era para ellos una diversión, sino aportando su esfuerzo a los diversos quehaceres que la sociedad requería de todos. Y, desde luego, la mayor parte, sí que eran leoneses y habían nacido en León, con lo cual el honor de representar a su propia Ciudad valía mucho más que un puñado de pesetas. Por aquel Campo de La Corredera, y después por otros con distinto nombre -El Ejido, La Puentecilla, más tarde el "Antonio de Amilibia", en honor de Don Antonio de Amilibia y Zubillaga, el Presidente, Ingeniero de Minas, que logró el ascenso en el año 1955 a Primera División, han desfilado todos los equipos importantes de España, no sólo el Real Madrid y el Futbol Club Barcelona, sino todos lo que han sido famosos por haber jugado, en unas épocas o en otras en la Primera o Segunda División. Y en "la Cultural" jugaron asimismo excelentes jugadores, primerísimas figuras de este deporte en España, como César, el tantos años jugador básico del F.C. Barcelona, en unión de sus hermanos, "Calo" y Severino Rodríguez Álvarez, los hijos de Bernardo, el de la Fundición. Ricardo ("Calo") y Severino nacieron en Asturias y desde allí viniron con su padres, pero César, nació en León y allí se crió e hizo jugador hasta que el Barcelona lo decubrió y lo fichó, cediéndolo al Granada durante los años de su servicio militar en esta histórica ciudad española, que precisamente este mismo año ha retornado a la Primera División. Felicidades a los granadinos. Algún consuelo nos queda, en recuerdo de César.
De niño, yo ví jugar en La Corredera, a equipos importantes. En especial recuero al Sporting de Gijón, al Jerez, al Albacete, al Real Oviedo, al Real Valladolid, a la Unión Deportiva Salamanca, al Pontevedra, al Hécules de Alicante y, en aquella época, !al Arenas de Guecho!, que fue uno de los equipos más importantes de España, en el primer tercio del siglo XX, al ganar la Copa del Rey en 1919 y tres sub-campeonatos de la Primera División, en 1917, 1925 y 1927. Recuerdo también, además de los ya citados, a jugadores de la Cultural, verderamente magníficos, como los guardametas, Florenza, López, Pérez, Sánchez, Guerra y el vasco Galarraga. Defensas como Peñalosa, o el propio "Calo", medios del tipo de Marculeta o Severino, y delanteros como Gamonal, Romero, Orejón, Angelín, Isaac, llamado "el Gitano", Chovito, Tavilo y el gran Rosendo Hernández, "el Canario", que se fue al Español de Barcelona y jugó el Mundial de Brasil, en 1950, marcando uno de los tres goles al equipo de los EE.UU., en Curitiva. Y Estuve también en el campo, en aquella ocasión era el del El Ejido, que había sido construido por otro Club leonés, aunque viculado al Ejército del Aire, El Club Deportivo Maestranza, de la Maestranza Aérea de León, allá por estas mismas fechas, más o menos, en el mes de Mayo o Junio de 1955, cuando la Cultrural logró el ascenso a la Primera División, tras sucesivas brillantes campañas en la Segunda. Aquel día -en su honor, quiero recordarlo- el equipo que entrenaba Román Galarraga, y que venció en los últimos minutos por 2-1 al Real Avilés, estuvo formado por Amaro; Macario, Ponte, Foces; Nino, Clemen; Michel, Gallo, Chas, Vallejo y Pueyo. También recuerdo los gritos, frente al Ayuntamiento y el Gobierno Civil. "¡El Estadio, el Estadio...!", gritaba la multitud, enfervorizada. Se referían a un nuevo Campo que, en efecto se construyó para el año siguiente, ante el debut en Primera División y que inauguró el Atlético de Bilbao. Eso sí, los vizcaínos nos ganaron por 1-3, creo recordar. Hoy, cuando al fin el Ayuntamiento había construido un campo de futbol, pequeño, pero muy bonito y funcional, en el que incluso el equipo nacional absoluto de España, hoy Campeón del Mundo, ha disputado un encuentro internacional oficial -contra Armenia- León, parece ser, se va, quizá para siempre, del futbol. ¡Maldito futbol profesionalizado y puro negocio! ¡Viva siempre la Cultural y Deportiva Leonesa!. Luis Madrigal.-
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