Se han muerto los rosales y la lluvia
vierte púdica sus lágrimas sobre las raíces despiertas.
La Invernada tejerá sobre su tumba el músculo de hielo,
mas, al gritar la Primavera,
saldrán de su sepulcro invernal
y nuevos brotes alegrarán el seto,
que convive con la hiedra, y la cobija
del flagelo del viento y el aliento de la escarcha.
Otra vez de nuevo, nuevas rosas
brotarán de las yemas ateridas
que, al despertar la luz,
entonarán también un nuevo canto.
Un canto de amor y de armonía
que dejará en la sombra
al fantasmal Invierno.
Allí quisiera estar.
Ahora, también me duermo,
pero en el alfeizar de mi ventana
la mortecina luz de Noviembre
deja un suspiro de amor y de esperanza,
para que también se empape bajo la lluvia.
Luis Madrigal
4 comentarios:
Hola, Luis:
Muere la rosa y en su tumba espera a que vuelva la ansiada primavera.
La niña es un prodigio.
Un abrazo.
Es verdad, Rafa, las rosas no mueren nunca, aunque se marchiten accidentalemente. Su esencia siempre revive. Cada Primavera, aunque nosotros ahora, en España, nos preparemos para cruzar el Invierno. Un fuerte abrazo. Luis Madrigal.-
En este,la melancolía se entreteje con la esperanza...con la certeza de un mañana.
Siempre aprendo de su poesía. Es una poesía de esas que no pasarán nunca de moda, como todo lo clásico.
Saludos.
Muchas gracias, Francis, por el elogio, pero ya te he dicho muchas veces que lo que tú escribes no tiene nada que enviadiar, ni a lo que escribo yo, ni a mucho de lo que han escrito y escriben tantos. Es mi humilde opinión. Tú, sigue con tu suave ternura. Eso sí que no pasará nunca. Mi cordial saludo. Luis Madrigal.-
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