CUANDO DUERME LA ALBORADA
Te busco y no te encuentro... Y no hace nada
que tu palabra en mí estuvo dentro.
¡Pobre de mí...! Quiero encontrar el centro
de mi vida, que gime atormentada.
Despierto, cuando duerme la alborada,
como agita un temblor, y su epicentro
está lejos de mí, y no hallo encuentro
en la inmensa distancia tan buscada.
Bien quisiera reír... Buscar la suerte
que la alegría cierne sobre el alma.
Separar de mí el llanto, ser más fuerte.
Pero soy yo, no otro, y no hallo calma.
Sin duda, la hallaré cuando, ya inerte,
tú pongas en mis manos verde palma.
Luis Madrigal
6 comentarios:
Hola, Luis:
Reír, buscar la suerte... es una buena actitud.
Bello y emotivo soneto, como todos los que he leído en tu blog.
¡Feliz navidad!
Abrazos.
Gracias, Rafael. Sí todo eso es bueno, pero hay que saber y además... poder. Yo también te felicitaré la Navidad. Todavía no ha venido, aunque siempre sea la misma. Es eterna. Un abrazo de tu amigo, Luis Madrigal.-
Luis, primera vez que vengo a este lugar y de verdad me ha encantado. Me lo recorrí casi entero y me pareció un lugar hermoso lleno de poesía y alma. Como para volver nuevamente. Te felicito.
Un abrazo y felices fiestas
Elisa Golott
Sé bienvenida Elisa. Muchas gracias por tu elgio, que muy probablemente no merezco, pero que te agradeco, porque es estimulante y me anima a seguir. Ya he visto que tú editas otros Blog, que con mucho gusto visitaré. Otro abrazo para ti y lo mismo te deseo en estas Fiestas y siempre. Luis Madrigal
La palma verde de la victoria.
La palma verde del martirio.
Qué inexplicable es nuestro Dios.
Y a veces sus silencios son espesos, ciegos y sordos. Demasiadas veces.
Querido MAN, si pudiesemos entenderle, compremderle, encerrar en nuetra mente el misterio, Él ya no podría ser Dios. Un Dios explicable, sería lo mismo que un teorema matemático, de los que tú dominas. Yo, ni eso. Imagínate "explicando" a Dios. Tampoco es posible, según creo, pese a toda la Ciencia quintaesenciada y reunida, explicar el "no Dios". Por eso sus silencios son tan terribles. Pero misericordiosos siempre. Un abrazo, querido MAN, de tu amigo Luis Madrigal.-
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